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violencia en Paris
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“HIJOS DE LA RÉPUBLIQUE”

Por Álvaro Bermejo
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beralvatelefonicanet/7/7/18
sábado 15 de julio de 2023, 09:03h

En 2005 dos adolescentes de origen argelino, Zyed Benna y Bouna Traoré, se ven sorprendidos por la policía en un intento de robo. Huyen, se esconden dentro de un transformador. Mueren electrocutados. Los tumultos incendian Francia. Villepin decreta el estado de excepción, Chirac habla de una crisis de modelo social: “Quiero decir a los jóvenes de los distritos difíciles, cualquiera que sea su origen, que todos son hijos de la République”.

En 2023, otro adolescente con un frondoso historial delictivo, pero hijo de la République, Nahel Merzouk, conduce un vehículo sospechoso a alta velocidad, por el carril bus y sin carnet de conducir. Cuando la policía le ordena detenerse, no se detiene. Es abatido.

El vendaval de vandalismo supera el de 2005. Cinco mil vehículos incendiados, mil edificios calcinados -entre ellos trescientas escuelas- más de setecientos policías heridos, un bombero muerto. También hubo otro muerto, en 2020. El profesor Samuel Paty, degollado por un alumno tras mostrar en clase las caricaturas de Mahoma publicadas por Charlie Hedbo en 2005 -con otros doce cadáveres sobre la mesa-. Las condolencias de la comunidad islámica francesa aún están por llegar.

“Los responsables de los incidentes no son inmigrantes, son delincuentes”, declaraba Macron anteayer, en un intento por apaciguar la ola de xenofobia en su país. Tampoco es xenofobia, cabría responderle, es el pánico ante esa delincuencia que se significa por sus adjetivos. Delincuentes franceses sobre el papel, pero con una identidad étnica y religiosa inequívoca, sumada a la rabia social de la marginalidad.

Dos relatos enfrentados. El de la izquierda, hija de Rousseau -el buen salvaje como víctima del sistema-. El de la derecha, hija de Darwin -la violencia no tiene una causa social, está en la condición humana-. En el choque con la realidad están fracasando los dos. No ya Darwin y Rousseau, sino el sistema y la condición humana.

Un sistema que oculta los problemas sin resolverlos. Una condición humana que se beneficia de la debilidad del sistema para pervertirlo. Franceses que odian a Francia, mientras viven a su amparo y a sus expensas.

Crisis de autoridad a todas las escalas, hipocresía terminal. Defensa multimedia de la ilegalidad -no vayan a confundirnos con las fuerzas represoras-. Apelación a una integración que el desintegrado rechaza y el presunto integrador conculca.

Hoy hablamos de Francia. En el plazo de una generación hablarán de nosotros. Por los mismos motivos.

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