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Alberto Morate

26/05/2023@10:10:00

Lo que parece una clínica de fertilidad, en realidad es una jaula. Es una trampa. Es una falsa apariencia, el colmo de la estafa. Es ilusoria la estancia allí de mujeres que buscan quedarse embarazadas.

Deja que hablen, que piensen que estás enferma, que escriban, que se interesen, que sumen, que saquen conclusiones, que crean aunque sea mentira,. mientras nos dé fama, dinero, mientras nos conozcan, mientras sirva para nuestros intereses.

"Solo sé que no sé nada". Platón dijo que esto lo había dicho Sócrates, que nunca escribió media palabra. Y hay que creer a Platón porque lo dejó escrito. Y lo que se deja por escrito tiene más visos de ser verdad, aunque sea mentira.

Fechas, hablamos de fechas. Desde 1975 en Nueva York, en un salto hacia atrás, a París, en 1941 y los años previos a la II Guerra Mundial.

Hay unos cuadrados blancos en el escenario. Dispuestos para que se desarrolle una supuesta acción, aparezcan unos personajes y ocurran unos hechos determinados. Se supone que eso es el teatro.

No queremos hacer ruido, pero tenemos dolor, miedo, y derecho a quejarnos, y miedo a la muerte.

Que las mujeres hacen magia nadie lo pone en duda. Magia en sacar adelante un hogar y una familia, magia en aguantar tipos grotescos y babosos, magia en seguir el juego en muchas ocasiones porque no queda otro remedio. Magia en los silencios y magia en la seducción. Magia en sentirse ninguneadas y hacer el trabajo feo y escondido.

Patio de por medio, calle que no va a ningún sitio, sueños de andar por casa, visillos y cortinas con ojos que espían, ruidos y sonidos cotidianos a través de las paredes de papel, descansillos de mirillas con cotillas, ventanas que dan a otras ventanas o a patios interiores con vistas a la colada.

"Dormi sepolto". De repente, el silencio habla. Las pinturas de Goya hablan. La novela de Susan Sontag, "Ante el dolor de los demás", grita. "Los desastres de la guerra", jamás han dejado de chillar.

Nacer, crecer y morirse (o no). Crecen las manos, crecen las piernas, crece el cuerpo, crece la ansiedad, crecen los problemas, crecen las ilusiones.

A veces creo que no nos estamos dando cuenta de cómo va cambiando la sociedad, las relaciones entre personas, los contratos laborales, la forma de enfrentarse al mundo.

No me dio tiempo a disfrutar de mi marido, no tenía trabajo, no tenía medios, tenía miedos, al final tuve que convertirme yo misma en él, en mi marido.

Me pregunto qué estaba haciendo yo en aquel entonces. Me pregunto, después de ver este montaje, si era consciente de lo que sucedía.

Recuérdame. Como yo te recuerdo, aunque hayan pasado tantos años. No sabemos cómo abandonaremos esta vida, pero los recuerdos se van acumulando y no quiero que se distorsionen en mi mente. Y menos, en mi corazón.

Puede que dé igual, o no. En nuestras relaciones siempre hay vaivenes, tiras y aflojas, inquietudes y aburrimientos.