Ángel Antonio Herrera (Albacete, 1964) no es nuevo en la profesión. Lleva más de treinta años como escritor, en los que ha publicado quince libros entre poesía, novela y ensayo. También colabora en Onda Cero, Antena 3 y La Sexta, y es columnista en el diario ABC. Los espejos nocturnos, publicado por AKAL, reúne los poemarios El demonio de la analogía (1984-1986), En palacios de la culpa (1986-1988), Te debo el olvido (1997-1998), Donde las diablas bailan boleros (2000-2002), Los motivos del salvaje (2006-2010) y El piano del pirómano (2012-2014), habiendo logrado con este último el Primer Premio en el XXIX Certamen Internacional de Poesía Barcarola.
Desde el prólogo, Antonio Lucas anticipa que “este trabajo compilatorio es el puntal de madurez de Ángel Antonio Herrera y la redefinición de su poesía de golpe, concretando mejor lo que hay de radical en su sonido, en su deslizamiento por una tradición fuera de sitio, lejos de modas”. De hecho, en su poesía más tardía se percibe un cambio de estilo con respecto a sus poemas más jóvenes, tal y como apunta el también escritor Diego Vadillo López en el diario Siglo XXI: “Los poemas de Herrera acostumbran a ser monoestróficos por lo general y de en torno a decena y pico de versos, con la salvedad de su poesía más última, en la que pareció decantarse por el poema en prosa, cuyos versículos atenúan la precedente mayor constricción”.
Vadillo publicó incluso en 2021 un ensayo titulado Ángel Antonio Herrera y la alucinante sínquisis, que invita a descubrir la obra del poeta, a quien describe como “una voz lírica de raíz barroca”. Esta “sínquisis”, que da título al libro, hace referencia a la mixtura verborum de la retórica clásica, es decir, a la inclinación del poeta por la alteración de la sintaxis. Por otro lado, la poesía de Herrera, de carácter eminentemente autobiográfico, ahonda en la tristeza y la melancolía, ya que el mismo autor admite que “la alegría es poco poética”. Sus poemarios surgen a raíz de episodios negativos de su vida y, con ayuda de la metáfora como figura retórica central, le sirven como medio para curar sus heridas.
A pesar de la popularidad de su trabajo periodístico, Herrera se define antes que nada como escritor y poeta. Según él, el periodismo le ha servido para volcar los hallazgos literarios en la prensa, pero se siente por encima de todo un fanático de la literatura y la escritura. Por ello, en tiempos de prisa informativa y crónica rápida, aboga por un columnismo puro donde reluzca el lirismo y la prosa poética. Aun así, se considera un afortunado por poder vivir de lo que hace, pero, sobre todo, por ser reconocido única y exclusivamente en relación con sus escritos. De esta manera, Los espejos nocturnos, publicado el día 11 de este mes, pone el broche de oro a una carrera excepcional.
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