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"León el Africano", de Amin Maalouf

Alianza Editorial. 2023
Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
viernes 23 de febrero de 2024, 19:18h
León el Africano
León el Africano
La presente novela-histórica es una joya narrativa, dentro del mundo de la novela-histórica, ya que la obra del profesor Maaluf, en su prosa, es sencillamente perfecta. El autor nos invita a un viaje por el Oriente y el Occidente más conspicuos del período del Renacimiento. Nos descubre ciudades, que va recorriendo en su exilio, demostrando los enfrentamientos existentes entre las tres religiones, judaísmo, cristianismo e islamismo, y las clases sociales de estas propias religiones.

El personaje primigenio es intelectualmente brillante, con una mente privilegiada y totalmente adelantada para su época. Su amor por la vida contagia y seduce a los lectores, el azar varía, pero siempre llevará sus bolsillos llenos de nostalgia. Se puede calificar a esta novela-histórica de luminosa. La obra recrea la biografía de un personaje que podría haber existido, condiciones vivenciales y narrativa están ahí. Los dos imperios del momento, el de las Españas con Carlos V de Habsburgo y el de la Turquía otomana de Solimán “el Magnífico” pugnan, desde todos los puntos de vista, sociopolítico y militar, por obtener la supremacía en el Mar Mediterráneo, el Mare Nostrum de los romanos del SPQR. El protagonista, Hassan, habría nacido en la Granada del sultán Boabdil “el Chico”, poco antes del año de 1492, cuando la capital de los mahometanos nazaríes fuese conquistada y entregada, primero al Adelantado Mayor del Reino de León, Gutierre de Cárdenas, y luego a los Reyes Católicos, Isabel I de León y de Castilla y Fernando V de León y de Castilla, II de Aragón y I de Navarra; se le cualificará como León “el Africano”, y tras esta nueva situación política y religiosa granadina, emprenderá un viaje sin retorno o exilio voluntario, que está guiado por su pasión vivencial; sus ganas de vivir, lo conducirán, sin solución de continuidad, hasta la atractiva urbe de Tombuctú, y a los quince reinos situados entre los río Níger y Nilo, desde allí conseguirá llegar a la Constantinopla ya conquistada desde hacía más de cuarenta años, y que ahora se llama Estambul. Su caudal intelectual y de grandes conocimientos será puesto al servicio de un papa eximio, León X, proveniente de la familia florentina de los Medici.

«La última luz de Al-Andalus, Granada, se ha extinguido con la victoria de los Reyes Católicos. Solimán el Magnífico domina las aguas del Mediterráneo hasta el Mar Rojo. La Reforma ha dividido a la cristiandad, y el Sacro Imperio Romano Germánico declara la guerra al Papa. En esta crisis de cambio de era, un hombre sin patria ha unido su destino al de todos estos mundos y vivirá para contarlo. Amin Maalouf es novelista, periodista, ensayista y miembro de la Academia Francesa. Su obra, con premios como el Goncourt o el Príncipe de Asturias, está publicado en Alianza Editorial».

Por consiguiente, estamos ante una novela-histórica crípticamente autobiográfica. Este libro publicado en 1986/1988, narra una época convulsa, aunque parangonable, en muchos datos, con la actualidad. Su pluma es ágil y sólidamente sustentada en múltiples referencias históricas, sin ambages, transmite valores como la amistad o el amor; las palabras se las dedica a su hijo, al cual le buscará una nueva vida en Túnez, dejándole claro que si su padre es un apátrida, su hijo tendrá diversas calificaciones, según el lugar en que viva; verbigracia en Roma será considerado ‘el hijo del Africano’, mientras que en África será cualificado como ‘el hijo del Rumí’, que en realidad es que como se definía a los cristianos en el Medioevo o en la Edad Moderna, sobre todo en las Españas. Por consiguiente, la obra precisa vivir una aventura sin tregua, con prístinos choques entre las diversas culturas. Exotismo y crudeza, conforman el espíritu de Hassan, hasta que se convierta, por una necesaria catarsis, en León “el Africano”. Ya se encuentra en la plenitud de la prosopopeya de la Curia Vaticana del Renacimiento. El inicio de la obra es una declaración y definición de las intenciones del propio personaje, por eso no me resisto a describirlas.

A mí, Hasan, hijo de Mohamed el alamín, a mí, Juan León de Médicis, circuncidado por la mano de un barbero y bautizado por la mano de un papa, me llaman hoy el Africano, pero ni de África, ni de Europa, ni de Arabia soy. Me llaman también el Granadino, el Fesí, el Zayyati, pero no procedo de ningún país, de ninguna ciudad, de ninguna tribu. Soy hijo del camino, caravana es mi patria y mi vida la más inesperada travesía”. El tejido sutil de la narrativa, presenta una densa temática, por lo que a esta obra se la puede cualificar de novela-histórica obvia, pero también de religiosa, de viajes, costumbrista y social. El protagonista nunca dejará de estar sometido a sus propias contradicciones y, como es de esperar, a los designios de Allah “el Grande” o Dios Todopoderoso. León “el Africano” atempera todos los tactismos o trofismos del protagonista, ya que todas las vivencias de cualquier ser humano están presentes; desde el sexo hasta la muerte violenta, pero todo ello tamizado por la templanza, el buen gusto y la delicadeza del autor libanés, cristiano-maronita.

Mis muñecas han sabido a veces de las caricias de la seda y a veces de las injurias de la lana, del oro de los príncipes y de las cadenas de los esclavos. Mis dedos han levantado mil velos, mis labios han sonrojado a mil vírgenes, mis ojos han visto agonizar ciudades y caer imperios. Por boca mía oirás el árabe, el turco, el castellano, el beréber, el hebreo, el latín y el italiano vulgar, pues todas las lenguas, todas las plegarias me pertenecen. Mas yo no pertenezco a ninguna. No soy sino de Dios y de la tierra, y a ellos retornaré un día no lejano”. En esta presentación evolutiva de intenciones, Hasan dedica todo ello a su hijo. La obra está dividida en cuatro libros, que refieren las andanzas del León de África, son: el de Granada, de Fez, de Roma, y de El Cairo.

Y tú permanecerás después de mí, hijo mío. Y guardarás mi recuerdo. Y leerás mis libros. Y entonces volverás a ver esta escena: tu padre, ataviado a la napolitana, en esta galera que lo devuelve a la costa africana, garrapateando como mercader que hace balance al final de un largo periplo”. No puedo, por menos que felicitar a las traductoras de la obra, por el cuidado puesto en traducir, la obra, del idioma materno de Maalouf, manteniendo la atmósfera y el global de las sensaciones, lo que suele ser muy complejo de acertar, ya que la visión sensitiva de un oriental es muy diferente a la de los europeos. En el siguiente texto Hasan ibn Muhammad describe su paso por las diversas ciudades en que estuvo. “¿Pero no es esto, en cierto modo, lo que estoy haciendo: qué he ganado, qué he perdido, qué he de decirle al Supremo Acreedor? Me ha prestado cuarenta años que he ido dispersando a merced de los viajes: mi sabiduría ha vivido en Roma, mi pasión en El Cairo, mi angustia en Fez, y en Granada vive aún mi inocencia”. ¡Estupendo volumen historiográfico! «Virtus et vitium sunt contrario. ET. Ab imo pectore».

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