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Bernd Brunner: "Vivir en horizontal. Breve historia cultural de una postura"

Acantilado, Barcelona, 2024
Por Ricardo Martínez
jueves 04 de abril de 2024, 23:55h
Vivir en horizontal
Vivir en horizontal

¿Son correspondientes horizontal y descanso, incluso placer? En la imaginación me temo que sí.

La presentación del autor lo deja de inmediato explícito y claro. Todo un gesto de confianza hacia el lector: “¿Está usted acostado? Si lo está, ha adoptado la postura correcta y no necesita excusarse por ello. Todos nos acostamos. Lo hacemos, además, con regularidad, a menudo incluso con enorme placer”.

Lo curioso es que, a pesar de la relación que pueda establecer el inconsciente con la horizontal-placer-sueño no sería necesario, por obvio –incluso va más allá- al parecer de Edward W. Said: “El insomnio es para mí una bendición que deseo a toda costa. Para mí no hay nada tan vigorizante como dejar atrás rápidamente el sopor después de haber perdido la noche; no hay nada como el momento a primera hora de la mañana de reencontrarme conmigo mismo o de reanudar lo que he abandonado unas horas antes” Y añade Brunner, el irónico autor de este relajante libro: “Dormir puede ser un acto agradable y deseado, lleno de sueños que abren nuevas posibilidades y horizontes, capaz incluso de ofrecer soluciones –yo mismo, lector, he resuelto algún problema matemático en vela-, cumplir deseos o presentar pesadillas fructíferas”.

Concebido el libro en pedagógicos apartados, respecto a la ‘arqueología de la posición’ leemos: “También los animales se tumban” ¿Por qué ignorar, en cualquier momento, nuestro origen animal? Y retomando el tono irónico después de compararnos con las vacas cuando rumian, continúa: “Las serpientes, por ejemplo, no pueden hacer otra cosa que estar tumbadas, incluso cuando están en movimiento”.

El libro está escrito con una prosa intencionada, ordenada y sugerente que, a buen seguro –en horizontal o vertical, sea cual fuere la postura- el lector sabrá apreciar por cuanto es difícil no convenir en un gesto asociado a una forma de placer.

Puestos, no obstante, a añadir su punto crítico, el autor comenta: “Sólo una ínfima parte de la humanidad puede disfrutar de camas perfectamente ergonómicas y estilosas como las que aparecen en los lujosos catálogos de decoración. Sin embargo, ningún antropólogo se ha ocupado hasta ahora de la cama promedio, esa que pueda considerarse típica de los actuales habitantes del planeta (Nota bene: Es cierto que las guerras, al parecer inacabables, lo vuelven todo incómodo, torpe y fatal; en cuanto a la necesaria estadística sobre la ‘cama promedio’, Borges, no menos irónico que el autor, diría que ‘las estadísticas terminan por parecerse a los bañadores: “enseñan mucho pero ocultan lo esencial” En fin).

Y llegados a este punto, tal vez sea bueno el reposar un poco de tanto aprendizaje –acerca de uno mismo, qué curioso- eso sí, sin ignorar algo tan esencial como que “dependiendo de donde esté situada la cama –si se encuentra alejada de la ventana, dispuesta a lo largo o con el cabecero pegado a la pared- tendremos una percepción distinta del espacio, determinada por asociaciones y recuerdos personales” Conviene recordarlo.

Sin voluntad alguna de alterar el bien de la horizontal, alguien –como el propio Brunner- podría especular: “¿Cómo podría cambiar en el futuro la relación entre acostarse, sentarse o caminar” Pero eso ya es futuro.

¡Feliz descanso!

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