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Marto Pariente
Marto Pariente

"Hierro viejo", de Marto Pariente

Ediciones Siruela (2024)
viernes 10 de mayo de 2024, 12:11h

Marto Pariente (Madrid, 1980) pertenece a esa categoría de narradores que, desde su primera obra, logran eso tan difícil hoy en día en literatura como es poseer voz propia. Una rara avis. En Una bala para Riley (Cazador de Ratas, 2015) y, sobre todo, en La cordura del idiota (Ediciones Versatil, 2019) descubrimos a un autor espabilado que con contagiante desparpajo logra meterse a sus lectores en el bolsillo. Personajes, estructura y ritmo narrativo, sabiamente mezclados con argumentos que muestran la violencia desde un prisma muy personal (donde no quedan descartados ni el humor salvaje ni la ternura), han hecho de Marto, por su juventud, una gran promesa –ya casi una cuajada realidad– de nuestra narrativa.

Hierro viejo
Hierro viejo

Aceptado el reto de escribir una voluminosa novela de género, y sin dejar de lado sus temáticas y estilo tan propios, el esfuerzo genera como brillante y eficaz resultado Las horas crueles (Espasa, 2023), obra que, justo al año de su publicación, sigue pendiente de ser descubierta por gran número de lectores, los cuales, quizá poco informados por una endeble promoción, están dejando pasar una potente crónica de investigación donde nadie resulta ser lo que parece y con la que, sin duda, disfrutarán a plenitud.

Poco antes de la publicación de Hierro viejo se ha sabido que, tras ganar los premios Novelpol y Cartagena Negra, la segunda novela de Marto Pariente, La cordura del idiota, ha sido incluida por la prestigiosa editorial francesa Gallimard en su catálogo de serie negra, donde solo tres españoles han sentado sus reales: Andreu Martín, Francisco González Ledesma y Dolores Redondo. No parece descabellado que esa puerta abierta en la exigente Francia gracias a La cordura del idiota siga franca para Marto con Las horas crueles y, también, con esta excelente obra que ha resultado ser Hierro viejo.

«A los que abren agujeros en la tierra para otros se les conoce por coveiros porque un coveiro se encarga personalmente de cavar las fosas de sus encargos», informa el frío narrador en tercera persona de Hierro viejo. Coveiro, principal personaje de Hierro viejo ha sido un ejecutor profesional en Hispanoamérica que, retirado del oficio, se gana la vida como sepulturero de un ignoto pueblo llamado Balanegra. Azotado por el póquer de la vejez (azúcar, tensión, próstata y riñón), y tras una vida de matón sin escrúpulos cavar agujeros ahora le parece a Coveiro, por lo menos, un plan razonable. Ocupa la casa del cementerio junto a su sobrino, el adolescente autista Marco, a quien refiere episodios de una existencia aventurera, algo mítica. Como el tío no tiene demasiado trabajo con el pico y la pala se entretiene cazando jabalíes.

Marto Pariente ha construido un protagonista de enorme poder de seducción. Sus apariciones, sus decisiones y forma de actuar generan, por sí solos, una tensión dramática mantenida con ímpetu hasta el punto final de esa escabrosa biografía. Hay mucho cinismo en Coveiro, pero también mucho dolor y sobre todo hay un enorme y soterrado cariño por Marco, hijo de su hermano Richi, un tarambana endeudado por el juego que acabó suicidándose.

Por estar en el sitio inadecuado y en el momento menos oportuno, Marco es capturado por dos tipos y metido a la fuerza en una pick-up. Este secuestro hace salir a Coveiro de su letargo. En un hatillo mete lo necesario (martillo, clavos, cinta, cuerda y cartuchos) y recorta su escopeta de caza. Arranca una vieja furgoneta y parte decidido a encontrar a su sobrino… ¿Cómo lo hará?

Los hijos de Rubí de Miguel, dueña de una importante industria cárnica, son dos animales. El mayor, Leonardo de Miguel, tras agredir sexualmente a una joven que luego aparece muerta, fallece de un infarto mientras la policía registraba su casa. Por decisión de la madre el cuerpo va a ser enterrado en el cementerio de Balanegra. Miguel de Miguel, el hermano pequeño, conocido como Doble Mickey, politoxicómano que ha sido ingresado varias veces en psiquiátricos, maltratador y casado con una prostituta, no cree que su hermano esté realmente muerto…

En torno al cadáver de Leonardo y su entierro Marto desarrolla con habilidad, en capítulos breves y con un estilo de frases cortas y secas que sacuden al lector, una endiablada y vertiginosa trama que, apoyada por unas descripciones de lugares y atmósferas muy cinematográficas –y con diálogos breves dotados de contundencia letal–, convierten a Hierro viejo en paradigma del contar con nervio y sobriedad: decir que no sobra una sola palabra en esta obra es el elogio con el que mejor podemos definirla.

Otra seña de identidad en los trabajos de Marto Pariente, presentar como indiscutibles secundarios de lujo a malos emparejados, asoma en Hierro viejo. En efecto, tanto los Tapia como los Bobby se reparten aquí el trabajo sucio. La pronta eliminación de los Tapia favorece más aún el esplendor del matrimonio Bobby, guapos e ibicencos mercenarios a sueldo que dan glamurosas barbacoas a un selecto vecindario en la piscina de su chalé. Contratados por Rubí y dirigidos por Dudas Franco, alias el Duque –en otra inspiradísima creación del autor de Las horas crueles–, gracias a la empresa «El Duque. Servicio de Limpieza Exprés» se aprende, alucinando, cómo resulta una operación de limpieza que incluya «un papito» o un «Jacques Costeau» entre sus servicios. La mortífera energía de los Bobby pone los pelos de punta.

En su búsqueda de Marco, Coveiro, para recabar información, debe entrevistarse con Ruso, un sargento de policía a quien Rubí de Miguel tiene en nómina (su presentación en un bar durante el tercer capítulo disfrazado de payaso ha resultado surrealista). Tras un brutal interrogatorio Coveiro practica «un carpintero» con la rodilla de Ruso. En este periplo a tumba abierta, en el que parece despreciar su propia vida, el enterrador llega a la Sala Rociera (un local de fiestas que, en realidad, es encuentro para timbas y prostíbulo) donde refocila Doble Mickey. Lo que allí sucede es el preámbulo de un desenlace brutal y conmovedor a la vez. En su tratamiento de la violencia Marto Pariente logra con Hierro viejo un hito difícilmente superable. No se la pierdan.

ENTREVISTA CON MARTO PARIENTE:

Tras un esfuerzo de envergadura, y continuado en el tiempo, como supongo fue escribir las más de 500 páginas de Las horas crueles, te presentas ahora a tus lectores con Hierro viejo, que apenas supera las 200 páginas.

Igual me equivoco, pero leyendo esta nueva novela se tiene la sensación de que la inspiración te ha arrastrado; de que construir tanto la trama como sus personajes ha resultado aquí algo igual de intenso que en tu anterior obra aunque menos trabajoso. ¿Ha sido así?

Aunque pueda parecer lo contrario, el trabajo previo, independientemente de la extensión, es muy parejo. La trama está construida para contar una historia diferente, con más ritmo y obviando determinadas transiciones entre escenas. Quería cimentar la sensación de inmediatez, de urgencia. La historia, al menos en su línea temporal principal, transcurre en una sola noche, de manera que si no se eliminaba todo lo accesorio, podría caer en una dilatación temporal que no encajase con el dinamismo de la trama. Quiero pensar que cada historia requiere de sus propios tiempos, es el autor quien debe adaptarse a estos y no tratar de imprimir el mismo ritmo a todas las narraciones, por lo general cuando esto sucede, no lo suele soportar bien ni la trama ni el lector.

Con Hierro viejo te alivias de lo literario en descripciones y caracterizaciones y regresas a un estilo rápido, contundente, y a diálogos secos cargados de fuerza como con los que ya te lucías en La cordura del idiota. Sumando todo consigues una narración muy visual, cinematográfica, que en esta ocasión parece beber del western, tanto del spaghetti-western como de obras más clásicas (como, por ejemplo, Solo ante el peligro), o más crepusculares como son El fuera de la ley o Sin perdón.

Para escribir Hierro viejo, ¿tuviste más presente al género cinematográfico del western que al otro género, el negro, influencia más habitual tuya?

Quise contar una vieja historia en tiempos modernos. Del western rescaté su vertiente más crepuscular, buscaba esa última cabalgada hacia el ocaso, el último baile antes del silbar de las balas. El reto consistía en narrar este tipo de historias respetando los códigos del género negro. Personajes ambiguos y decadentes, argumento criminal desde la raíz y denuncia social.

El personaje central de Hierro viejo es Coveiro. Creo que estamos ante una gran creación tuya. Ese pistolero a sueldo ya mayor, ahora enterrador desengañado que solo busca vivir en paz cuidando a su sobrino, entra por derecho propio dentro de la categoría de los grandes protagonistas de nuestra literatura más presente. Yo a Coveiro le pongo la cara de Clint Eastwood, ese Clint que (aparte de dirigirlas) protagoniza Sin perdón y Gran Torino. Cada lector tiene sus referentes y ante eso el autor, aunque no esté de acuerdo, nada puede oponer…

Dejando aparte posibles influencias cinematográficas y literarias, ¿Cómo se las arregla Marto Pariente para construir a Coveiro, un protagonista con semejante carisma y que deja duradero poso una vez terminado el libro?

La creación de Coveiro bebe de dos fuentes, la primera, mi obsesión por crear un personaje que no quiere serlo, que se aleja del héroe y antihéroe y se acerca con un peso específico a los personajes de los western crepusculares tal y como hemos comentado antes. La segunda fuente de la que bebe, es el suceso luctuoso acontecido en mi familia durante la pandemia. Mi suegro falleció tras aguantar un mes en coma. Se trató de una última batalla ganada en una guerra perdida de antemano. Al sobrevivir tantos días, concedió el tiempo suficiente a sus hijos para poder despedirse de él con algo de dignidad.

De aquí viene Coveiro.

De la encrucijada.

Tanto en La cordura del idiota (Trejo y Vito; los Manolos) como en Las horas crueles (Víctor y Ulises Lázaro; Chuso y Chema) los malos aparecen por parejas. En Hierro viejo este conseguidísimo elenco se ve ampliado a otros dos dúos que son de lo peor: los matones hermanos Tapia y el matrimonio Bobby, unos sofisticados mercenarios a sueldo.

Presentar a malos emparejados es ya otra marca de fábrica en las vibrantes narraciones de Marto Pariente. Pero esta vez llegas a la cumbre con los Bobby, perversa y a la vez maravillosa creación de esos glamurosos sicópatas cuyas creativas inteligencias se expanden sin límite durante sus alucinantes operaciones de «limpieza».

Para este matrimonio reconozco que carezco de antecedentes, que son una genial y estremecedora sorpresa. ¿Cómo llegas a los Bobby?

Hay antecedentes y muy buenos, Bonnie and Clyde, y el Sr. Y la Sra. Smith, por ejemplo. El reto que me planteé al crear este binomio, este matrimonio de asesinos, era no identificar en los diálogos quien habla en cada momento. Habrá quien adjudique un rol dependiendo del contenido de cada frase, pero créanme que da igual el sexo, ser hombre o mujer carece de sentido cuando ambos son igual de perversos, y de divertidos, claro.

Esas formas de torturar como hacer un «papito» o un «Jacques Costeau» (luego Coveiro, que tampoco se queda precisamente corto a la hora de obtener información se une a la fiesta practicando un «carpintero» a un policía…); semejantes retorcimientos, ¿los has recabado de alguna fuente bien informada o tú mismo los ideas durante la preparación de la trama?

Es totalmente inventado. La violencia que aparece en la novela es ejercida de modo funcional, que no funcionarial. Aunque tengan nombres para cada tipo de ejecución, la improvisación ante lo que pueda acontecer en cada trabajo, es la seña de identidad. Esto humaniza y baja a ras de suelo a un grupo de sicarios que por mucho miedo que puedan dar, no dejan de tener carencias que han de superar creando su propio arco de transformación.

Son tiempos muy difíciles para la publicación, cada día escribe más gente, hay escaso rigor crítico y, por desgracia, priman más los intereses comerciales que los artísticos…

¿Cómo orientarías a un autor que acaba de terminar una novela y pretende que su manuscrito sea leído para una edición?

Le recomendaría paciencia, tesón y un controlado desapego a los objetivos. Las editoriales reciben cientos de manuscritos al mes, y lograr visibilidad es complicado. Yo animo a comenzar con la autopublicación cuando no se produzcan las respuestas esperadas por las editoriales. Yo así lo hice y me sirvió para ir conociendo las opiniones de los lectores y aprender de los errores.

Lo que tenga que llegar, llegará.

Las balas del pasado siempre llegan a su debido tiempo.

Por último darte la enhorabuena por la traducción al francés de La cordura del idiota, y, además, formando parte de la selecta nómina de Gallimard. Es para sentirte muy orgulloso.

¿Qué planes tienen contigo los franceses a la hora de promocionar allí La cordura del idiota? ¿Crees que Hierro viejo puede seguir un igual camino en Francia?

A día de hoy estamos cerrando la contratación de Hierro viejo con la editorial Gallimard para continuar publicando en su Serie Noir. Si todo va bien, saldrá el año que viene, lo cual, como puedes suponer, no puede hacerme más feliz.

No quiero despedirme sin antes darte de nuevo las gracias por el tiempo invertido, por tu trabajo y por el espacio que me ofrece TODO LITERATURA.

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