Desde la perspectiva del rabino Sem Tob, un personaje histórico auténtico, esta obra de ficción presenta una crónica personal sobre uno de los monarcas más polémicos de nuestra historia. A través de sus ojos, Sem Tob nos lleva a una corte fragmentada, donde la lealtad se oculta tras la traición y el poder se ejerce tanto con la espada como con la palabra.
Antonio Montero Alcaide, con un lenguaje preciso y una sensibilidad narrativa notable, nos invita a observar más allá de los apodos. Entre dos títulos contradictorios, "el Justiciero" y "el Cruel", se encuentra atrapado el rey. Este monarca, aclamado por el pueblo y temido por la nobleza, se presenta en esta obra de una manera más compleja: como un legítimo gobernante que se transforma en una figura problemática para aquellos que debían justificar su derrocamiento.
El hermano ilegítimo de Pedro I, Enrique de Trastámara, no solo derrocó a su medio hermano en una guerra civil instigada por la nobleza, sino que también se vio obligado a reescribir la historia para justificar su acto. Para ello, contó con el apoyo de cronistas como Pedro López de Ayala, cuya interpretación sesgada de los acontecimientos logró imponerse. Esta estrategia culmina en un momento clave, resumido en una frase impactante. Don Enrique entra en la habitación donde se oculta don Pedro y pronuncia su sentencia: «¿Dónde está el hideputa, judío, que se llama rey de Castilla?».
"La sangre del Cruel" se presenta no solo como una revisión, sino como una defensa de aquellos que, a pesar de haber sido derrotados, mantuvieron su dignidad. La narración, aunque serena, refleja la profundidad de alguien que opta por entender antes que juzgar. Mediante la figura de Sem Tob, el texto desmantela la imagen construida del rey y proporciona una visión alejada de maniqueísmos; no busca justificar, pero tampoco condena sin ofrecer matices.
La dimensión trágica del personaje se recupera en el relato, junto a esta lectura crítica. Pedro I, legítimo rey traicionado por su propia sangre y atrapado entre sus principios y los intereses de una nobleza hostil, se presenta como una figura definida por un destino sombrío. Aquellos que temieron su justicia parecen haber escrito su caída.
Antonio Montero Alcaide, con un estilo sofisticado y de gran calidad literaria, presenta las tensiones culturales, dinásticas y religiosas que caracterizaron el siglo XIV en Castilla. La obra "La sangre del Cruel" explora desde los conflictos internos de la corte hasta la influencia de los linajes poderosos, sin olvidar la complicada situación de las comunidades judías. A través de su narrativa, se ofrece una perspectiva comprometida con aquellos aspectos que la historia ha preferido relegar al olvido, resaltando el papel de la ficción para iluminar áreas olvidadas del pasado.
Una narrativa de lealtades interrumpidas y silencios forzados, en la que descubrir la verdad resulta más complicado que identificar a un adversario. Escuchar lo que ha sido silenciado y leer entre las líneas de lo escrito para evitar cuestionamientos es, en ocasiones, necesario para entender el pasado. Además, a menudo se requieren siglos para que se logre la justicia.
Antonio Montero Alcaide (Carmona, Sevilla, 1962) es escritor, inspector de educación y profesor en la Universidad de Sevilla. Ha publicado ensayos históricos como Pedro I, un rey castigado por la Historia (2022) y María de Padilla (2024), además de relatos cortos. Colabora con artículos, en distintos medios, y cuenta con publicaciones recopilatorias y premios periodísticos.
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