Ahí va la sinopsis, de la que avisamos no corresponde ni un uno por ciento de la cantidad de cosas que ocurren a lo largo y ancho de las más de dos horas y media de metraje: En mayo de 2020, durante el primer confinamiento por coronavirus, el mundo, al igual que el pequeño pueblo de Eddington, Nuevo México, se pone patas arriba. Mientras el alcalde Ted García (Pedro Pascal) intenta tranquilizar a sus habitantes y pedirles comprensión, sus órdenes son torpedeadas por el subjefe de Eddington, el sheriff Joe Cross (Joaquin Phoenix). Este último no solo desconoce la prohibición de reuniones y el requisito de usar mascarilla, sino que también mantiene una disputa personal cada vez mayor con García. Cuando el sheriff Cross decide presentarse como candidato a la alcaldía en las próximas elecciones, su disputa amenaza con hacerse cada vez más ostensible.
Eddington es una de las primeras grandes producciones de Hollywood que no solo hace referencia a la COVID-19, sino que sitúa sus consecuencias en el centro de la trama. Cinco años después del brote de 2020, la COVID-19 está lejos de ser olvidada. Sus consecuencias políticas a largo plazo están dividiendo profundamente, en particular, a la sociedad occidental. Aquí es precisamente donde entra Ari Aster. Utilizando un pequeño pueblo de Nuevo México como escenario, escenifica el absurdo, la alienación política y la radicalización de ambos bandos, especialmente en la primera mitad de la película. Eddington transmite su mensaje con la sutileza de un mitin de campaña de Donald Trump. Aster explota los clichés más obvios de ambos bandos políticos en Estados Unidos. El conservadurismo se reduce a quienes se niegan a usar mascarillas, el racismo, las teorías conspirativas y la violencia. De los liberales a Antifa, Black Lives Matter y la hipocresía.
No está claro si la intención del director es el relativismo, la provocación o una auténtica declaración política. Como sátira social y política, la primera mitad de Eddington funciona de manera superficial, y su humor, a menudo mordaz, da en el clavo tan solo en momentos aislados. La primera mitad de Eddington tiene una fuerte carga política, es absurda sin ser abstracta, entretenida y, en ocasiones, excesivamente enrevesada. A pesar de todo, la atmósfera deja claro que nos hallamos ante la "calma" que va a preceder a la inevitable tormenta. El realizador norteamericano se mantiene fiel a sus principios estructurales. Al igual que sus otras películas, Eddington comienza esta vez con un ritmo temáticamente radical, pero moderado. Al comienzo del segundo acto, la película cobra impulso repentinamente y se intensifica cada vez más, sin volver a bajar el ritmo. Solo al final de sus casi dos horas y media de metraje, Eddington falla repetidamente en su intento de alcanzar un mayor impulso y dota la conclusión con más giros de los necesarios.
Al igual que ocurría en el Joker de Todd Phillips, Joaquin Phoenix demuestra una vez más todo su talento actoral en el papel de sheriff antiautoritario e inestable. Como ningún otro, mantiene una tensión a través de su actuación que amenaza con desbordarse en cada escena. Pedro Pascal, como el alcalde Ted García, transmite cierta arrogancia y ligereza, lo que lo convierte en un excelente complemento para el Joe Cross de Phoenix. Tanto Emma Stone como Louise Cross y Austin Butler como el carismático líder de una secta ofrecen actuaciones convincentes y prometen caracterizaciones interesantes, aunque permanecen en un segundo plano.