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“Tanto la derecha como la izquierda son absolutamente incultas y no hacen nada por la cultura”

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

ENTREVISTA A LUIS ANTONIO DE VILLENA
Por Javier Velasco Oliaga

Luis Antonio de Villena es poeta, ensayista y novelista madrileño con una amplia y heterógenea obra. Acaba de publicar en Bruguera su última novela “Malditos”, libro a medio camino entre la ficción y la realidad donde personajes reales y ficticios se interrelacionan para explicar una época a caballo entre las postrimerías del franquismo y el nacimiento de una democracia en la que la búsqueda de la libertad individual y colectiva fue la razón de ser de una generación.


Alternando la poesía con la narración, Luis Antonio de Villena, ha desarrollado una larga y fructífera carrera, con libros de poesía, como su último Bazar de metáforas cambiadas, que es una reedición ampliada. Entre su obra narrativa cabe destacar Para los dioses turcos, Chicos, Divino y Madrid ha muerto, libro que sí trató “la movida” y Malditos que se podría considerar como una precuela menos testimonial y más literaria. Traducido a varios idiomas, ha conseguido numerosos premios literarios. En nuestra conversación se explica como una persona culta, amable y con una pasión desbordante. Le gusta exponer con claridad lo que piensa y es valiente en sus postulados y muy realista. Sabe perfectamente por dónde se mueve la actualidad y se muestra combativo contra lo que considera injusto.

¿Su último libro tiene que ver con “la movida” madrileña?
No, no tiene absolutamente nada que ver. Yo ya hice un libro sobre “la movida” que se llama Madrid ha muerto que sí es una novela sobre “la movida”. Aquí, esta época es diez años antes y ahí “la movida” clásica no existía. Almodóvar y Alaska no habían aparecido todavía, eran desconocidos. Sin embargo, este mundo del Madrid underground, es quizá uno de los pilares que sostiene a “la movida”. Ésta, es el fruto de muchas cosas, una de ellas, la más importante, la más intelectualmente sólida, es toda esta cultura underground, la cultura del sexo, drogas y rock and roll, que existía incluso en el Madrid de finales del franquismo y de la transición, que era una gente muy moderna. Aspiraban a la libertad en todos sus caminos, aspiraban a nuevas experiencias, aspiraban a vivir todo ese mundo que era lo que se llamó la contracultura, ese mundo que venía de EEUU. Eso dio unos personajes, algunos emblemáticos, como el que pongo de protagonista del libro y otros que estaban alrededor. Al principio pensé hacer una novela sobre el protagonista, que se llamaría Maldito. Él era una persona que tenía mucha voluntad, todo en su vida le llevaba al malditismo, pero luego me di cuenta que todos los que estaban alrededor, en mayor o menor medida, también eran así y por tanto el título, en vez de Maldito, tenía que ser Malditos. Todo el entorno vivía ese mundo, que había estado vetado por la cultura oficial.

Eso se nota en el libro perfectamente.
Sí. Lo minoritario era una cosa muy bien vista. La alta cultura minoritaria, estaba enormemente bien vista y daba mucho prestigio, tanto es así, que alguien que estaba un poco en ese mundo, que era mucho más mayor, pero estaba en ese mundo, como Juan Benet, podía llegar al pub Dickens, al que se iba muy a menudo, y decir: “yo soy el novelista que menos vende de España”. Sin embargo, era un hombre que tenía un enorme prestigio intelectual. Sus libros se consideraban el no va más de lo moderno, de lo denso de una escritura de pensamiento que no iba al gran público, pero no importaba, porque el gran público era desdeñado, porque era una gente ignorante, burguesa, carcamal.

¿A quién va dirigido el libro?

No sé a quién irá. Si yo me planteo que el libro tiene que ir al gran público, tengo que hacer un best seller y en ese momento me estoy vendiendo, me convierto en un escritor vendido. Un escritor de verdad tiene que hacer lo que cree que debe hacer. Lo que pasa es que en este momento, al público puede ir cualquier tipo de libro, en la medida que el público sea receptor. Este libro, como ha pasado mucho tiempo desde que sucede la trama, mediados de los años 70, hay público que lo puede ver como un testimonio, porque la novela tiene mucha ficción, pero también tiene muchos elementos de crónica, es una crónica – ficción, que muchos jóvenes lectores lo pueden ver como el testimonio de una época que ellos no conocieron, que sin embargo les ha llegado muy mitificada, por personajes llamativos, por música, por excesos, etc. Por todo ello, puede llegar a mucho tipo de público, además es un libro cuidado, no está pensado como un best seller, pero al mismo tiempo está pensado para cualquier tipo de público que busque conocer de primera mano y desde un ángulo de vista positivo, sin censura, conocer una época que ha marcado mucho, sobre todo la etapa siguiente que fue la de “la movida”.

¿Cómo ve ahora el mundo cultural español?

Ahora vivimos en un mundo gris, muy empobrecido, muy destruido por la comunicación de masas de bajísima calidad. La televisión es absolutamente mediocre. Está haciendo un daño terrible. Los planes de estudios son bajísimos. El alumnado tiene un nivel de cultura ínfimo, que es casi vergonzoso. La situación cultural de España es terrorífica. La situación económica dicen que es mala, pero la situación cultural es muchísimo peor. Es la situación de un país que está al borde del colapso cultural, es decir, al borde de que dentro de nada, nadie va a consumir cultura, porque no tienen nivel para consumirla, para acercarse a ella y la confunden con Gran Hermano, o con programas del corazón, donde una serie de gente ordinaria se insulta mutuamente. En ese sentido, estamos en una situación gravísima. España es uno de los países que está en la cola de Europa de casi todo, pero en la cultura está absolutamente a la cola. Ocurre una cosa, es que España produce cultura, en general buena, pero no consume prácticamente cultura, solo una minoría. Es una cosa enormemente extraña y contradictoria. Dentro de esa minoría, este libro puede ir a cualquiera, se lee con facilidad.

¿Su libro es una novela o es una crónica?

Unos podrán verlo como una novela, otros como un testimonio de una época, otros como la progresión de una trayectoria, si conocen mi literatura, que siempre se ha especializado en retratar personajes marginales, un poco distintos, que están un poco en la extraterritorialidad. En ese sentido, puede ir a mucha gente, siempre dentro de lo que estoy diciendo, del problema cultural que tenemos tan grave en España. Creo que los que trabajamos en estas cosas debemos decirlo mucho, porque es un problema enormemente serio.

¿Es un problema que interese a los políticos?

Al gobierno no le va a interesar, ni al de izquierda ni al de derecha, pero tanto la derecha como la izquierda son absolutamente incultas y no hacen nada por la cultura. Ni Mariano Rajoy ni Zapatero han hecho nada por la cultura. Rajoy, cuando tiene que hacer una comparación de tipo histórico, la tiene que hacer con jugadores de tenis. No puede hacer la comparación entre dos generales o entre dos situaciones de la historia, o entre dos personajes ilustres, como por ejemplo hacía Churchill en el Parlamento Británico. Rajoy y Zapatero, todos los días, dan un gran ejemplo de personas faltas de cultura. Es muy triste que los políticos se encizañen unos con otros, se insulten. La clase política en España era para borrarla de un plumazo. Son absolutamente ineducados, son como arpías que están queriendo degollar al de enfrente y mientras se pegan entre sí.

La etapa cultural que retrata su libro fue muy mítica también a nivel mundial.

Sí. Retrata una época que ha sido muy mítica no sólo en Madrid o en España o en Barcelona, sino que lo ha sido en toda Europa y sobre todo en Estados Unidos. Eran esos años en los que florecía eso que se llamó la contracultura, que de alguna manera fue cercenada, no de un modo natural, sino que de algún modo fue cercenada porque en un momento dado empezaron a aparecer poderes de tipo derechista, conservadores, muy retro conservadores. Aparece la Thatcher, Reagan en Estados Unidos, el papa Juan Pablo II. Aparecen todos a la vez, son poderes terriblemente retrógrados y son los que un poco empiezan a cortar el camino de este elemento contracultural, aparte de que algunas personas de las que aparecen en el libro, quizá en un uso malo de la libertad, es cuando empiezan a caer víctimas de la heroína.

En el comienzo del libro hay una expresión que dice que la sociedad actual es una democracia totalitaria. ¿Qué es una democracia totalitaria?

Es una democracia que en realidad solo es democracia en las formas. Es una democracia en la que la libertad individual está muy coartada, porque todo está vigilado, todo está controlado, tienes que identificarte para todo. Con el miedo al terrorismo se ha logrado un nivel de control del individuo como no lo habían pensado los novelistas que hicieron utopías negativas como Orwell o como Huxley, que en 1984 era terrorífico que el mundo fuera así, pues ya estamos en ese mundo. El estado controla al individuo de una manera tal que ni en el franquismo. En el franquismo el individuo era más libre. La sociedad era menos libre, pero el individuo era más libre. Ahora nos encontramos con una sociedad, teóricamente más libre, pero con individuos mucho menos libres. Tú eliges a los políticos, nada más. Por ejemplo, a la Conferencia Episcopal no la eliges, pero está continuamente metiéndose en política. La religión no tiene que intervenir en la vida del estado, que los curas o los imanes de las mezquitas prediquen en sus templos, pero no en la televisión.




Hemos dicho que la novela es ficción y realidad. Hay personajes reales, como por ejemplo la familia Jordán, que sería la familia Haro Tecglen.

Emilio Jordán sería el modelo principal. Hay muchos elementos reales y muchos inventados. Yo digo por ejemplo que tenía un abuelo en Tánger que era anarquista, que había huido de España cuando la guerra civil. Todo eso es ficción. La novela realista no existe, de hecho está casi siempre ficcionalizada, pero tiene que tener un elemento muy importante, que es la verosimilitud, es decir, que parezca verdad.

Por la novela también pasan personajes históricos y reales, escritores como Ángel Vázquez.

Ellos salen con su nombre, eran personajes muy ligados al mundo de Tánger, que para el protagonista es como un mito porque había vivido allí en su juventud y había conocido a Ángel Vázquez el novelista, que en esa época era muy poco conocido, o a Emilio Sanz de Soto, que era un personaje que conocía a todo el mundo, a Truman Capote, a Francis Bacon, es decir, conocía a todos los famosos que habían pasado por Tánger y tenía fotos con ellos.

¿Los escritores que aparecen en la novela, son escritores que usted ha leído o estudiado?

Sí. No son mis favoritos, pero son escritores que tienen que ver mucho con este mundo y creo que son grandes escritores.

También hay escritores de ciencia ficción. ¿Le interesa este género literario?

No, la ciencia ficción me ha interesado muy poco. Eso sale a cuento porque hay un personaje en la novela que lleva un fancine de ciencia ficción y al protagonista sí que le gustaba mucho.

Habla de muchos músicos en su libro, ¿los citados son sus preferidos?

Los chicos de la familia Jordán tenían en su casa una discoteca amplia, sobre todo estaban al día de toda la música rock. Ellos creían que la música rock era una parte fundamental de la cultura contemporánea. Era un rock más duro, en el que las letras tenían muchísima importancia. En nuestro país, como no se entendían las letras en inglés, tuvo menos fuerza que en Inglaterra o en Estados Unidos. Si, por ejemplo, hubieran entendido las letras de The Doors, o de Lou Reed… eran letras duras y rupturales. Recuerdo que fuimos a ver a Lou Reed en su actuación en el Palacio de los Deportes de la ciudad deportiva del Real Madrid, y el protagonista tenía, por su padre, un carnet de periodista y tenía la intención de entrevistarle porque era un gran admirador suyo, pero no pudo ser, porque lo encontramos en su camerino metiéndose heroína y nos dejó un poco petrificados. Cantó cinco minutos después.

¿Este libro puede considerarse como una mezcla del Dandismo y el Malditismo de los que vivían en aquella época?

El narrador sí, porque está más vinculado a un dandismo que también era una forma de protesta, era una forma de salirse de la norma y estos otros vivían el dandismo del rock. Esto me lo hizo ver el propio Emilio Jordán, al decirme que David Bowie o Lou Reed iban vestidos de una forma muy especial, que resultaba elegante, pero un poco transgresora, porque también querían apartarse de lo habitual. Efectivamente, había un dandismo en el rock.

¿Se ha perdido esa diversión que había antes en Madrid? Ahora es más oscura y triste.

Es una ciudad más adocenada. Un chico y una chica de 20 años se tienen que divertir, y lo harán con lo que tengan. Cuando yo tenía 18 años era una ciudad triste con el franquismo y era una ciudad atrasada y antigua y hacíamos lo que podíamos por divertirnos. Hoy se divierten con el botellón, que en aquella época hubiera parecido horrible, por lo que tiene de gregario y de servil. Hoy es una época en la que se ha perdido un poco el sentido de la libertad individual y lo que esta libertad da, incluida la diversión y ha perdido el sentido de la cultura como algo que te construye a ti mismo. La cultura no es solamente saber qué río pasa por Zaragoza. La cultura es saber pensar y conocer cosas, que además de distraerte y además de divertirte, va a construir tu personalidad y tu mundo. Con esto, no sólo vas a saber más, sino que al ver esa realidad más rica, vas atener muchas más posibilidades de divertirte porque podrás tener opción a otras cosas o podrás protestar contra lo que no te guste. Hoy la gente no protesta por nada, cuando vivimos en un mundo en el que existen muchas cosas contra las que protestar.

En el momento actual, ¿qué tipo de literatura le interesa más?

Como me considero más poeta, sigo mucho más la poesía y el ensayo que la novela. Hay muchos novelistas que me gustan como Javier Marías, por ejemplo. Lo leo, primero porque es amigo mío y después porque me parece que es un buen novelista. Me gusta Álvaro Pombo, Soledad Puértolas, pero reconozco que leo más poesía.



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