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“En épocas de crisis, en épocas duras, el ingenio se agudiza”

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h


ENTREVISTA A TOTI MARTÍNEZ DE LEZEA

Por Javier Velasco Oliaga

Toti Martínez de Lezea es una novelista vasca de dilatada trayectoria. Lleva escritas un puñado de novelas desde que en 1998 dio el salto desde la televisión y publicó La calle de la judería, su primera novela. Desde ese momento no ha parado de escribir de modo veraz y apasionado, tanto novelas para adultos como para el público menudo. Tiene un extraño don, y es que todo lo que escribe es fundamentalmente honesto, honesto consigo misma y con los demás. Por eso, obra a obra, nos sorprende y nos reconforta con pasajes históricos sorprendentes.

La Universal es su última novela, publicada por Maeva, centrada a comienzos del siglo XX. Trata la profunda crisis económica que sufrió España durante el reinado de Alfonso XIII, pero no trata este tema de forma dramática, sino irónica. Cuenta las andanzas de un grupo de desheredados, de parias que siguen un sueño que les devolverá la alegría de vivir. Esa misma alegría es la que refleja Toti Martínez de Lezea durante la entrevista. Habla de forma apasionada, creyéndose lo que dice y con un carácter que contagia su sorprendente vitalidad; hablando del comienzo del siglo pasado da miles de detalles de cómo se vivía entonces, se nota que le gusta la época por los recuerdos familiares que le han contado sus ascendientes. En un momento dado no la importa ponerse a cantar la canción de moda de aquellos años, La pulga, y lo hace con gracia y alegría, lo mismo que destila su último libro. Si quieren pasar un rato divertido, como se suele decir, instruyéndose pero divirtiéndose, éste es su libro.

¿Qué son los universales?

Un grupo de supervivientes que intenta sobrevivir en una época de mucha crisis, mucha hambre y mucho paro y, sin embargo, tienen el ingenio suficiente para salir adelante, es decir, nuestros bisabuelos y abuelos lo pasaron muy mal y sin embargo sobrevivieron y salieron adelante. Hicieron lo que pudieron. Entonces no había las prestaciones sociales que hay ahora, no había paro ni jubilaciones anticipadas, ni indemnizaciones por despido.

¿La crisis económica que estamos pasando ahora no es un poco como la que pasaron a comienzos del siglo XX?

Todavía no hemos llegado al nivel al que llegaron ellos. Además tenemos prestaciones que ellos no tenían. Entonces había personas o muy ricas o muy pobres y los demás, tratando de sobrevivir. Aquella crisis fue muchísimo más grave.

¿De dónde partió la idea de hacer esta novela? Es un poco distinta a las anteriores.

Son cosas que aparecen así, cuando menos te lo piensas. Un amigo me contó que un tío abuelo mío había venido a Madrid a comienzos de siglo y había montado una pensión y un circo. Me dejó atónita y estupefacta. Sé quién es el tío, pero no he averiguado nada al respecto, pero la idea me pareció genial. Busqué una fecha.

¿La del atentado contra Alfonso XIII?

Sí, una fecha que causó gran trauma en el país, además me permite jugar con esa fecha porque algunos personajes, a consecuencia del atentado, se tienen que marchar de la pensión, por ejemplo el abogado se va, al anarquista le echan del trabajo, el profesor también, la señora Fuensanta se queda ida debido al susto que se lleva con el atentado. Me permite jugar con el tema y empezar la novela y seguir adelante.

El comienzo es muy cinematográfico.

Es que a mí me gusta el cine. A ver si me hacen la película.

Entonces, todo ese cúmulo de casualidades hace que se junten ese grupo de supervivientes y que empiecen a montar algo que parece un poco locura.

Sí, bueno, Ozaeta, que es el yerno de Fuensanta, un mecánico que no tiene trabajo, piensa que algo hay que hacer para sobrevivir. Estaban viviendo cinco personas en la casa, luego adopta al maestro, luego un amigo suyo con su querida que es una prostituta, luego a una pobre que pide limosna. Se los lleva a todos a su casa. Es un alma muy caritativa, pero como él mismo dice: aquí todo el mundo come pero no paga.

Es más que una pensión, un lugar de beneficencia.

Sí, pero nadie paga, así que habrá que hacer algo. La idea del circo le viene de cine, pero ¿cómo montas un circo si no has tenido nunca relación con algo así? Me pareció una idea fantástica.

¿Dónde sueles ubicar tus novelas?

Sobre todo en el País Vasco, que es lo que más conozco y así no tengo que viajar, porque tengo que ir a ver los sitios. Tengo una novela que está situada en Toledo, otra en el camino de Santiago desde La Rioja a Galicia, otra en Asturias, intento moverme un poquito. A Madrid vengo a menudo, tengo aquí mi editorial y de vez en cuando vengo a dar charlas, a hacer presentaciones.

La novela está muy documentada.

Yo tengo muy buena imaginación. A parte de eso, me he documentado para el trasfondo, la decoración del lugar. Tenemos fotos. Te metes en Internet, tecleas Madrid 1900 y te salen un montón de fotos de ropas, trajes, de tabernas, de cafés, de teatros, de coches, de coches de caballos, de automóviles, de tranvías, de plazas, del Retiro, de la Plaza Mayor con árboles. También tienes hemeroteca. Pones 1906 y te salen un montón de noticias. Así que he averiguado que el domingo de carnaval de 1907 hacía sol y había un concurso de carrozas y ganaba la marquesa. Estupendo. También se sabe que el martes de carnaval llovió y antes, en enero nevó, porque en la hemeroteca lo tienes: “grandes nevadas, grandes fríos”, son todo detallitos. Por eso, investigando en internet sé cuánto costaba un billete de lotería: ¡tres pesetas!

¿Cuánto tiempo la ha llevado esa documentación al detalle y después escribir su libro?

Alrededor de un año. Entremedias he escrito dos libros para niños y artículos que también hago. Yo decidí dedicarme a esto como oficio y le dedico ocho horas diarias.

Me ha gustado mucho cómo cuida el lenguaje empleado en esa época. Hay autores que no lo hacen. Por ejemplo, en el siglo XIII utilizan la expresión: “ya te vale”.

Si yo escribiera una novela situada en el siglo XIII, lo haría con un lenguaje actual, porque si no, tendría que aprender una lengua nueva y los lectores también. No nos entenderíamos. Por ejemplo, si escribiera una novela de la Roma antigua ¿lo haría en latín? Pues evidentemente no. Ahora, hay expresiones, giros idiomáticos, palabras de determinadas épocas, que por falta de conocimiento no se utilizan.




¿La novela está escrita con el afán de divertir?

Sí, y yo me he divertido. También es crítica. Tiene crítica social, crítica política.

Es cierto, se mete mucho con los políticos.

Primero solo había dos grandes partidos, el conservador y el liberal y los demás eran partiditos pero que no contaban, más o menos como ahora. Se turnaban, tenían un acuerdo entre ellos: dos años unos, dos años otro. Lo de las elecciones era una tomadura de pelo, el hemiciclo estaba como ahora, con señores bostezando y leyendo el periódico. Luego, los cargos eran a dedo.

Pone en el libro: “no tengo fe alguna en los políticos”.

¿Lo pone?

En la página 61.

No la tengo ni en los políticos de ahora ni en los de antes ni los de mañana, las cosas como son.

Los anarquistas están bien tratados, quizá porque eran unos anarquistas pacíficos.

Es que los anarquistas eran pacíficos. El anarquismo es el anarco, “sin dueño”, sin jefe. Esa es la idea. Es utópica, de una sociedad en la que las personas pueden avanzar sin necesidad de tener un jefe que les diga lo que tienen que hacer. Luego dentro de ese grupo pueden aparecer unos pocos energúmenos tirando bombas, pero lo que pasa es que a los gobiernos de entonces y a los posteriores les interesaba decir que todos los anarquistas eran iguales, como también se decía de los comunistas, que eran todos malísimos. Dependiendo de la época, siempre ha habido un chivo expiatorio al que echarle la culpa y así no se busca la razón de por qué ocurre lo que ocurre.

Venían sindicalistas de otros países a España, de Inglaterra y de Rusia.

Con la revolución industrial, venía mucha información de Inglaterra. Allí empiezan a organizarse los sindicatos y el movimiento obrero.

Casi todos los personajes son divertidos y se hacen entrañables.

Son entrañables, porque en general somos entrañables. Creo que hay más gente entrañable que no entrañable. ¿Cómo puede la gente aguantar bromas, por ejemplo, como la cámara oculta? Y además sonríen. Creo que la gente está dispuesta a ayudar, a entrar en una casa que se quema a salvar a los de dentro, hay una inundación y mucha gente apoya el hombro.

Los peor tratados en el libro son los chivatos.

No solo porque son chivatos, sino porque ven cosas que no existen. Ellos oyen un ruido, que el lector sabe perfectamente que se ha caído de la cama y ellos dicen que ha sido una bomba y se chivan. Es lo de la delación anónima, que en nuestra época se está alentando. Era una de las prácticas de la Inquisición, tanto española como inglesa o alemana. Si tú tienes que acusar a alguien, da la cara y además, haz que el otro venga y cara a cara a ver qué dices. Pero eso de mandar un recadito, una carta, una llamada…Es el caso, por ejemplo, de la pena de muerte: si porque exista la pena de muerte, va a morir un inocente, mejor que no la haya.

En la novela se nota que todos los protagonistas son gente buena y además, con ese toque de ironía que hay en el libro, se dicen muchas verdades.

Yo llamaría a esta novela como de supervivencia con ingenio. En épocas de crisis, en épocas duras, el ingenio se agudiza.

¿No tiene también algo de policíaca, de detectivesca?

No es novela negra. Eso es un guiño a un amigo mío que escribe novela policíaca, novela negra. Los protagonistas no van a investigar, sino que les vienen las pruebas y se van acumulando.

Hay pasajes muy divertidos, como el del espiritismo.

Sí. Había mucha afición por el espiritismo, hay fotos tremendas, hay fotos trucadas con espíritus. En Madrid y en Bilbao también, las señoras de la burguesía iban a las videntes con mucha proliferación y sobre todo querían saber si sus maridos las engañaban y saber dónde guardaba “el tesoro” la suegra, y es que es verdad, siempre se ha pensado que las suegras guardaban dinero en algún sitio y es posible que guardaran dinero para los tiempos duros. Son cosas que yo he oído hablarlas a mi madre, a mi abuela. Otra escena divertida es cómo el profesor intenta hacer magia y no sabe y lo hace mal, pero el público no lo ve así, se cree que están de guasa.

Después de esta novela, ¿qué proyectos tiene?

Tengo entregado el cuarto cuento de Nur, que saldrá el mes que viene, en mayo. En principio iban a ser cinco, pero la editorial quiere que sean más porque están teniendo mucho éxito. Es increíble, con la gran oferta tan atractiva que hay para niños. Los niños a veces no quieren tanto fantasma ni tanto caza brujas ni tanto caza vampiro. Quieren historias que puedan entender, normales y ésta tiene la fantasía que pueda tener un crío de ocho años, no más. Le regalan un tren y con la caja del tren se hace un barco, ese tipo de fantasías.

Entonces, según su opinión, ¿los niños están un poco saturados de tanto mago, de Harry Potter?

No, solo digo que cuando escribes para niños, no es obligatorio hacer algo así de brujas, magos o vampiros. Los críos también saben escribir cosas normales. En los libros de Nur, hay literatura, letras, hay dibujos, hay juego, porque tiene una lupa para encontrar al bicho. Luego, la niña existe, es mi nieta y sus padres, son mi hija y mi yerno. Los abuelos de la niña somos mi marido y yo. Todas son vivencias de una niña real, todo lo que ocurre son fantasías posibles. En el quinto libro se van de camping y lo hacen a la parte de atrás de su casa, que era un huerto y ahora parece una selva. No se van al Aconcagua, ¿Para qué tan lejos? No hace falta.

¿Tiene algún proyecto pensado para adultos?

Sí, algo centrado entre los siglos X y XII.

¿Qué tiene esa época que le atrae tanto?

El siglo X es una época muy oscura, hay poco sobre ello. Pero a mí la época que más me gusta es el XV y XVI. Es la época de la Inquisición. No me interesa tanto el cuerpo inquisitorial del Santo Tribunal, sino hasta dónde se puede llegar acusando a personas de hacer cosas absolutamente imposibles de ser hechas y mandarles a la hoguera por esa razón. También hay una teoría que quiero desarrollar, muy interesante, que es el tema del machismo, que no viene por un tema de géneros masculino - femenino, hombre y mujer, sino que es un tema de poder. Cuando la mujer tiene poder, puede ser tan mala o tan buena como el hombre, lo que pasa es que hoy por hoy hay más hombres en el poder que mujeres, tanto a nivel familiar como laboral y a nivel político y a nivel social. Pero yo creo que no es un tema de sexos, es un tema de poder.

¿De qué novela de adultos se siente más satisfecha?

Me gustan todas. La primera, porque fue la primera que me publicaron y se me puso una sonrisa de oreja a oreja. Ésta, porque es la última que he publicado y siempre es un reto superarse, o ser diferente o intentar que no te digan: pues a mí me gustó la primera y todas las demás no. Luego, La herbolera, porque es una historia de brujas. Es un tema que me toca de cerca, vivo al lado de donde ocurre. Cada historia me ha llevado tiempo, me ha llevado intensidad, trabajo. He vivido con los personajes, los he creado, los he hecho vivir, los he matado cuando ha hecho falta. Los he hecho buenos, malos, guapos, feos, altos, bajos, simpáticos, antipáticos. La verdad es que disfruto enormemente cada una de las novelas. Va pasando el tiempo y, como a los hijos, a todos los quiero por igual, pero unos dan más alegrías que otros. ¿Cuáles dan más alegrías? Pues los que más se leen.

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