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Entrevista a Eduardo Jáuregui, autor de "Conversaciones con mi gata"

"El desempleo, sobre todo a largo plazo, es muy difícil de sobrellevar psicológicamente"

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Conversaciones con mi gata (Ediciones B) es la última obra de Eduardo Jáuregui, autor también de otros libros como Juicio a los humanos. Con motivo de esta publicación hemos hablado con el autor acerca de su novela y los diversos temas acerca de los cuales reflexiona como la felicidad, la crisis o la mente humana (desde un punto de vista un poco gatuno, claro está).

Conversaciones con mi gata es una novela muy actual que trata acerca de temas que están en el centro de atención de la gran mayoría de nosotros, a la vez que nos transmite cómo podemos enfrentarnos a ellos y cómo podemos cambiar para adaptarnos mejor al mundo que nos rodea.

¿Qué le llevó a escribir Conversaciones con mi gata?

Hace algunos años asumí la responsabilidad de editar y ampliar el manuscrito incompleto de mi padre Juicio a los Humanos, una fábula en la que los animales del planeta tierra llevan a juicio al ser humano por crímenes contra el reino animal. Desde entonces he escrito sólo libros de no-ficción, pero este año Ediciones B me propuso escribir mi propia fábula, y decidí que fuera una especie de "spinoff" de Juicio a los Humanos, desde una perspectiva más psicológica, y basándome en mis conocimientos de psicología positiva.

¿Por qué escogió un gato como protagonista de la novela?

Me interesaba explorar la sabiduría natural de los animales. Y sin duda la de los perros no es menor que la de los gatos. Pero los perros están en general "demasiado" de nuestro lado: domesticados, amaestrados, obedientes, sumisos. Los gatos tienen mayor contacto con el lado salvaje de la naturaleza. Son más independientes, impredecibles, e incluso ariscos. Por ese motivo una gata resulta más creíble en el papel de maestra que trata de guiar por buen camino a un miembro de nuestra especie de "monos descarriados". Los gatos no se cortan a la hora de decirnos las verdades a la cara.

 ¿Cómo reaccionaría si alguna vez le hablara un gato?

Pues supongo que como la protagonista de la novela, Sara. Pensaría que estaba sufriendo alucinaciones.

¿Cómo pueden los gatos ayudarnos en nuestra búsqueda de la felicidad?

Los gatos, como los perros, nos dan un ejemplo maravilloso de cómo vivir. Se contentan con muy poco. Disfrutan a tope de lo bueno, y son muy pacientes con lo que no les gusta. Exploran su mundo con una curiosidad admirable, y cuando encuentran algo que les gusta lo persiguen con todas sus fuerzas. Pero luego también saben descansar tras el esfuerzo, y se toman el juego muy en serio, por no hablar de las caricias. En definitiva, viven plenamente en el presente. Todo lo que hacen, ya sea estirarse, comer, o simplemente mirar por una ventana durante horas, lo hacen con absoluta presencia. Ningún humano que siga este ejemplo puede ser infeliz.

¿Por qué se creen los gatos superiores a nosotros?

Porque nos ven muy confundidos, siempre dándole vueltas al pasado o preocupados por el futuro, siguiendo nuestras rutinas sin pensar en lo que hacemos, permanentemente despistados, atrapados por nuestros relojes, calendarios, normas y límites auto impuestos, siempre luchando por el dinero, el poder y el estatus, y nunca contentos con lo que tenemos.

¿Cómo influye la crisis económica en la felicidad de la gente?

De distintas maneras. Por un lado tiene efectos reales sobre las vidas y las economías familiares, sobre todo para ese 25% de personas desempleadas. El desempleo, sobre todo a largo plazo, es muy difícil de sobrellevar psicológicamente, y no sólo por la cuestión económica. El trabajo nos proporciona autoestima, la posibilidad de realizarnos, y el contacto social con nuestros compañeros, clientes, etc... También hay otras consecuencias reales que afectan a todos, como el aumento de criminalidad o la violencia callejera. Por otro lado, incluso aquellos que salimos relativamente "inmunes" de la crisis, podemos caer presos de preocupaciones y el malestar, por la incertidumbre, la empatía hacia los más afectados, la pérdida de sueños y esperanzas, la limitación de posibilidades laborales... Nos podemos volver pesimistas, ansiosos, deprimidos, y a la espera de que "pase la tormenta" para poder "recuperar" una supuesta felicidad anterior. Pero la realidad es que la vida en el Siglo XXI en España, crisis y todo, parecería un sueño para los reyes medievales. La felicidad no depende tanto de la realidad externa como de la forma que tenemos de enfrentarnos a la vida.

¿El dinero da la felicidad?

Según los estudios, el dinero da bastante felicidad a las personas que no tienen lo básico para vivir: alimento, agua, un techo para cubrirse, ropa de abrigo y un entorno más o menos seguro (de la violencia física). A partir de este nivel, hace falta mucho dinero para influir incluso mínimamente en la felicidad. En el último medio siglo, la riqueza material se ha disparado en los países desarrollados, pero el nivel medio de felicidad no se ha alterado.

¿Por qué somos cada vez más materialistas?

En mi opinión, es una consecuencia natural de nuestro modelo económico, que es un modelo competitivo en el que unos ganan y otros pierden, y en el que el estatus social se mide en buena parte por el poder adquisitivo. Los que tienen menos sueñan con alcanzar el nivel de los que están por encima, y así casi todos se sienten insatisfechos, incluso los que ganan cientos de miles de euros al año (no me lo invento, los estudios así lo demuestran). Buena parte de los mejores artistas de la humanidad --escritores, diseñadores, cineastas-- está al servicio de la publicidad, un esfuerzo titánico por persuadirnos a que compremos tal o cual producto o servicio. Y la publicidad lo que promete es la felicidad: "Una Coca-cola y una sonrisa".

¿Por qué cree que en estos últimos años se ha acusado tanto una crisis de valores?

Es lógico. A lo largo de los últimos siglos las "verdades" de cada tradición cultural se han visto superadas por una ciencia y una filosofía que han demostrado que no somos el centro del universo, y que han cuestionado todos los dioses y los valores sacrosantos. Ahora cada persona debe encontrar un sentido a su existencia, y no hay muchas certidumbres a las que agarrarse. El placer inmediato es una de ellas. Y el dinero es un medio para ese fin, un constante universal que nos proporciona lo que los economistas llaman "utilidad". Pero a pesar de todo, los valores humanos nunca se pierden del todo, e incluso pueden verse algunas señales muy alentadoras de que no vamos por tan mal camino como especie. La conciencia ecológica, el concepto de los derechos humanos, el progreso de la democracia y las libertades individuales, la mayor igualdad entre hombres y mujeres, el fin de la esclavitud y el apartheid por motivos raciales. Somos una civilización aún muy joven. Mandela, Gandhi y Jane Goodall siguen inspirando admiración en todo el mundo. Hay esperanza.

¿Por qué nos cuesta tanto aceptar y adaptarnos a los cambios?

No es que nos cueste aceptar el cambio. Nos cuesta aceptar el cambio que no buscamos --el que no hemos elegido o incluso se nos impone. Todo cambio implica mayor esfuerzo, mayor incertidumbre y mayor riesgo. Pero si lo escogemos libremente, no cuesta tanto. El problema es cuando nos viene desde fuera. Porque en general, queremos sentirnos en control de nuestras propias vidas. Pero como demuestra cualquier volcán o terremoto, no es así. Por lo tanto, hay que aprender a dar la bienvenida también al cambio que no nos gusta, cuando ya no podemos cambiarlo. Y recordar que sólo podemos evitar los problemas futuros, no los presentes. Con esos hay que convivir.

¿Hay alguna manera sencilla de encontrar el amor?

Como dice Sibila, el amor ni se pierde ni se encuentra: se practica. Es, como decía Erich Fromm, un arte. Es el arte de dar, de dar lo que uno lleva dentro, lo mejor de sí. Y eso que damos, ese potencial, es algo que debemos dedicar toda la vida a desarrollar, justamente para poder ofrecerla. Es la raíz de la verdadera felicidad.

¿Cómo afecta el mundo laboral actual a las familias, en su opinión?

Creo que aún no hemos aprendido a encontrar un equilibrio entre la vida laboral y la vida sin más. Hace veinte mil años, antes de la agricultura, vivíamos en grupos con un gran sentido de familia y de comunidad, y el "trabajo" (o sea, cazar o recoger alimentos) ocupaba no más de cuatro horas al día. Yo crecí con el mito de que un día los robots harían casi todo el trabajo y viviríamos en una sociedad de ocio. Pero eso no es posible cuando el tiempo ahorrado por cualquier mejora en la eficiencia, o cualquier tecnología, se emplea para conseguir una ventaja competitiva en el mercado. En algún momento tendremos que replantearnos la forma de producir de tal forma que las personas tengan el tiempo para cuidar de sus familias, dedicarse al desarrollo personal, a la política...

¿Por qué decidió ambientar la novela en Londres?

En parte porque la conozco bien --nací en Inglaterra, hice ahí mis estudios universitarios y trabajé varios años en Londres. Pero también me interesaba porque es uno de los centros económicos y políticos del mundo. Y finalmente, porque los gatos tienen fácil acceso a las viviendas, ya que son casi todas casas de dos o tres pisos. Eso me venía bastante bien para contar ciertas partes de la historia.

¿Tiene algún nuevo libro en el tintero?

Tengo uno de no ficción ya escrito, y en busca de editorial, que también tiene que ver con la psicología positiva. Y me gustaría escribir algún libro de ficción pero más cómico, una sátira de la sociedad contemporánea. De momento tengo ideas sueltas, pero nada más...

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