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Rafael Balanzá
Rafael Balanzá (Foto: Javier Velasco Oliaga)

Entrevista a Rafael Balanzá, autor de "Recado de un muerto"

"La realidad es misteriosa"

Por Javier Velasco Oliaga
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Rafael Balanzá acaba de publicar su tercera novela "Recado de un muerto", una obra que se mueve entre la novela negra y el thriller.

Rafael Balanzá
Rafael Balanzá (Foto: Javier Velasco Oliaga)

Tras lograr con su primera novela, Los asesinos lentos, el premio Café Gijón en 2009 y su siguiente entrega La noche hambrienta, finaliza una trilogía donde los perdedores son los protagonistas. Todas publicadas por Ediciones Siruela.

Recado de un muerto podría haberla publicado en la colección de novela negra de su editorial, pero, señala decidido que "no me gustaría ser encasillado como autor de novela negra, creo que eso mermaría mi libertad" y añade que "ser encasillado como autor de thriller es lo menos malo que me podía pasar. La novela es un thriller apasionante y arriesgado, muy localizado en el sureste español, con vocación local que tiende a la universalidad.

La novela surgió mientras estaba escribiendo otra obra que dejó aparcada para una mejor ocasión. "De repente, me interesó escribir un thriller. Es un género que me gusta mucho", reconoce. La elaboración de las ideas para sus narraciones la hace por las noches. "Me quedé toda una noche pensado en la trama, al alborear ya tenía una idea precisa de lo que quería. Primero me pregunté qué es lo que tiene que haber en un thriller. Un cadáver. Como no quería tener un detective de por medio, pensé qué otra cosa más podría haber. Soy muy maniático y lo primero que hago cuando me levanto es mirar el correo, los mails. Por lo tanto, me dije que habría un mail", nos descubre.

Con un cadáver y un mail como origen consigue el escritor nacido en Alicante una trama trepidante. El resto lo fue rellenando con sus obsesiones consiguiendo una novela viva, actual, concreta, tensa y, sobre todo, muy eléctrica y sorpresiva. El desarrollo de la trama nos va sorprendiendo a cada paso de página llevándonos a un final que sospechamos porque todo parece predeterminado, pero el protagonista, Pablo no es capaz de romper. El fatalismo se destila en cada línea. El futuro parece casi imposible de romper, pero el lector hasta el final no sabrá cómo concluye la trama.

Rafael Balanzá lleva bastantes años viviendo en Murcia. "En Alicante, iba a un colegio de curas, allí todos los alumnos querían ser médicos, abogados, etc. Nadie quería ser escritor. Cuando me fui a vivir a Murcia, ocurrió justo lo contrario. Allí todos querían escribir", evoca el novelista. Quizá por ello, en Murcia han surgido un puñado de jóvenes escritores que están triunfando en España. Parece que en esas tierras se está dando una excelente cosecha de narradores que deja a un lado la agricultura y el desarrollismo inmobiliario que ha crecido durante muchos años, llenando la huerta murciana de océanos de plástico, bajo los cuales crecen hortalizas y frutas variadas.

La novela discurre en la población Las Zalbias, trasunto de un pueblo cualquiera de Murcia o Alicante. Podría ser Los Alcázares o Santa Pola, en cualquier caso una población pegada al mar, con una toponimia inventada, una distopía que el autor hace creíble a base de un buen trabajo hasta tal punto de parecer totalmente real.

Recado de un muerto es una novela muy visual y cinematográfica. La simbiosis entre la literatura y el cine es un fenómeno de nuestros días. Reconoce que películas como Barton Fink le han influido y agradece a Quentin Tarantino que haya preparado a los lectores para entender a personajes como Pablo, con inquietudes literarias, "Tarantino ha conseguido que un espectador esté preparado para que un protagonista haga citas de la Biblia, por ejemplo", especifica. De ahí que no nos resulte extraño que Pablo haga citas de libros de filosofía ya que estudió un par de años en la universidad sobre esa materia, aunque siente que el cine y la literatura son medios diferentes, totalmente distintos. "Para hacer una adaptación cinematográfica hay que tomar una cierta distancia del libro, porque el proceso y el lenguaje son distintos", opina. Aún así, le gustaría ver alguna de sus obras adaptadas al cine. De hecho, le gustaría que el cineasta Enrique Urbizu adaptase su última creación.

Pese a eso, sus influencias son claramente literarias. Si tuviese que escoger un escritor se quedaría sin dudar con Frank Kafka, "profundamente original, lo que se le ha ocurrido a él, no se le ha ocurrido a nadie. Por eso, yo busco la originalidad ante todo", nos confiesa. Hay otros escritores como Fedor Dostoievski, Marcel Camus, Samuel Beckett o Miguel de Unamuno que se interesan sobre manera. "De Unamuno como ensayista, su Del sentimiento trágico de la vida me perturba y, a la vez, me gusta muchísimo", reflexiona.

De ahí que sus personajes tengan acendrado el fatalismo, el sentido trágico de los griegos, donde el carácter y el destino parecen fijados de antemano. "Mis criaturas son trágicas", afirma sin rubor, porque aunque no sea depresivo, su carácter es pesimista, como él mismo reconoce. "Mis obras están invadidas por el fatalismo, como en la película El crepúsculo de los dioses, donde la trama la narra un cadáver. Aún así, soy muy realista e intento escapar de los que hemos vivido, del desarrollismo que hemos padecido en nuestra tierra", apunta.

Se define como un "escritor de ideas que no renuncia a sus reflexiones". Sus paranoias y obsesiones suelen estar presentes en sus escritos sin obviar sus preocupaciones, riéndose, en ocasiones con un sarcasmo violento, como lo hace el protagonista de un conocido divulgador científico. "Rechazo el mundo de la autoayuda. Me parece falso, ya que no nos van a ayudar a encontrar soluciones. Es mejor leer a Cicerón, Marco Aurelio o Platón, entre otros, ya que aunque no nos van a ayudar a encontrar soluciones, por lo menos nos va a ayudar a tener la mente más amueblada", discierne con sarcasmo ante esta ola de literatura psicológica que nos invade. "No confío en la ciencia, no es la panacea que nos quieren vender", asevera y conjetura que "la realidad es misteriosa". La vida es un problema, una ecuación que, resolverla, no conduce a nada.

Para escribir utiliza "más la libreta que el smartphone. Soy extremadamente maniático, no puedo escribir si no tengo la libreta y la búsqueda de la originalidad es mi objetivo. No puedo escribir algo que no sea original y, por supuesto, lo tengo que escribir por la mañana, cuando la luz del sol se posa en el teclado de mi ordenador", desvela. Y lo hace con una profusa descripción de ambientes y de personas diferentes que hacen de sus novelas un enigma lleno de fatalismo y de buena literatura.

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