“Canallas del siglo XX y pico” de Fernando de Orbaneja

Contaba Gila en uno de sus más celebrados chistes que estaba en un tour de una semana por Europa y visitaba muchos países en menos de una semana: “Si hoy es martes, esto es Bélgica...”. Con el libro de Fernando Orbaneja pasa un poco lo mismo. Reducir en 200 páginas todas las canalladas que nos han hecho nuestros políticos sin escrúpulos y encima intentar escribir una serie de propuestas para regenerar el país es una labor ingente, pero digna de encomio.

Con lenguaje sencillo y claro explica el autor en la primera mitad del libro la historia de nuestros canallas más reconocidos y las múltiples canalladas que han hecho. Labor ingente y desmedida que Fernando de Orbaneja trata de sintetizar en esas pocas páginas con un resultado sobresaliente, aunque, fruto de las urgencias comete algunos errores de bulto, más achacable, supongo, al editor que a él mismo porque afirmar que Indalecio Prieto fue presidente de gobierno en la República en tiempos de la Guerra Civil (pág. 60) es un error de bulto que no creo que pueda cometer a no ser por las urgencias de la edición; así como confundir al ex presidente venezolano Chávez con el ex presidente andaluz Chaves.

Estos errores no ensombrecen los muchos datos fidedignos que da en el libro y que ha recogido de múltiples publicaciones donde repasa las arbitrariedades de unos gobernantes que realizan su labor sin ningún tipo de contrapeso, baste recordar los 17.621 aforados que tenemos en nuestro país y que es una cifra digna de un país bananero, que supera con creces todos los que hay en la Unión Europea, algo que parece que no va a cambiar porque no hay voluntad de hacerlo.

La culpa de los males que asolan nuestro país es, para Fernando de Orbaneja, el capitalismo. Distingue tres tipos de capitalismo: el agrícola, el industrial y el financiero. Evidentemente, ahora estamos sufriendo el capitalismo financiero y es el neoliberalismo su dios. El neoliberalismo tiene como objetivo “debilitar a la clase trabajadora”, afirma tajantemente el ensayista. Pero no sólo la clase trabajadora, sino que también las clases medias están siendo debilitadas de forma sustancial, viviendo casi una época de semiesclavitud con salarios cada vez más bajos y puestos de trabajo más precarios. Algo que incomprensiblemente no se está volviendo contra los dirigentes que lo están provocando, quizá por un tema de educación.

Y es este otro punto principal que señala el autor. La educación es fundamental para la ciudadanía. Nuestro sistema educativo hace aguas por todos los frentes, aboga por una educación gratuita y laica, pero de momento estamos muy alejados de esas premisas ya que la iglesia católica controla un tanto por ciento muy elevado de la misma. Sobre el tema ya ha escrito lo suficiente para que sepamos cómo se debería proceder. Lástima que nadie le haya hecho caso.

Si Fernando Orbaneja se limitase a enumerar los síntomas de nuestros males se quedaría en un escritor vulgar, por lo tanto, no puede hacerlo sin proponer unas soluciones que son de lo más lógico salvo para nuestra clase dirigente. Los capítulos que dedica a ello son realmente antológicos. El capítulo IX, donde da un diagnóstico de nuestro país, es sencillamente un prodigio de sentido común. Trata, entre otros, el problema de la energía eléctrica, que probablemente se resolvería con la nacionalización de las empresas suministradoras que están abusando de sus clientes. El capítulo X, donde se centra en la Justicia, quizá el mayor problema que tiene nuestro país y que nadie parece dispuesto a acometer tan enjundioso problema.

En el capítulo XI propone unas serie de medidas, algunas ingenuas, otras profundamente pensadas, para aplicar en España y salir del pozo en donde nos encontramos, o mejor dicho, donde nos han metido esta ristra interminable de canallas que nos han gobernado este siglo y pico. Si hiciésemos caso al autor vallisoletano otro gallo nos cantaría y quizá seríamos un país con futuro, algo que de momento parece que se nos escamotea.