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“La estrategia del pequinés”, de Alexis Ravelo

Por Javier Velasco Oliaga
sábado 15 de agosto de 2015, 19:34h
La estrategia del pekinés
La estrategia del pekinés
El verano es tiempo de descanso y de lecturas. Algunos lo hacen en las playas, otros en la montaña, pero en cualquier entorno suele gustar a casi todos los lectores la novela negra para pasar ese tiempo de asueto. He aprovechado este verano para releer una novela que en su momento me impresionó y quería saber cómo se mantenía dos años después de realizar la lectura por primera vez y la experiencia no ha podido ser más gratificante.
La lectura sosegada de “La estrategia del pequinés” del escritor canario Alexis Ravelo, sin las prisas de querer publicar el primero una crítica, me ha valido para darme cuenta de muchas más cualidades que en la primera lectura. Ya en estas páginas hemos escrito que el escritor isleño es una de las tres mejores plumas del género negro español y el tiempo está demostrando que es un escritor que va a más y que oculta entre sus tramas y descripciones mucha literatura que trasciende cualquier género.
Con el libro consiguió el año pasado el prestigioso Premio de novela Dashiell Hammett 2014 de la cada día más chabacana Semana Negra de Gijón. La pésima organización de este certamen no tiene nada que ver con el prestigio de sus premios y de los miembros del jurado, claro está. Otros premios que conceden no me parece que tengan la rigurosidad de este buque insignia de la semana gijonense. La obra también se hizo con el Premio de novela Novelpol 2014, en esta ocasión ex aequo y con el Premio LeeMisterio 2013 al Mejor personaje Femenino.
El personaje de Cora lo merece; es un personaje que crece según se desarrolla la novela, pero siempre quedando en un segundo plano. Otro de los personajes que crece es el de Tito Marichal, por mal nombre el Palmera, actor secundario donde los haya que según se va desarrollando la acción va asumiendo un papel cada vez más importante hasta convertirse en la piedra angular de la historia. Algo que el canarión nos oculta durante casi media novela.
Normalmente los protagonistas de una novela suelen quedar perfilados desde las primeras páginas. En el caso de las novelas corales como ésta suelen tardar un poquito más. Hay que describir y poner en antecedentes sobre muchos protagonistas. De el Palmera no parece, en primera instancia, que su rol iba a ser más destacado. Pero los sucesos hacen que tome ese papel protagonista, sorprendiendo al lector, que no se lo esperaba.
Y esa es una de las cualidades más destacadas de Alexis Ravelo, las capacidades de sorpresa que sus decisiones narrativas nos producen. En cierto modo, él también adopta la estrategia del pekinés, nos va dejando algún cebo, para distraer nuestra atención y clavarnos la pluma en el momento menos pensado y eso que en alguna ocasión nos adelante que no todo va a salir bien. Nos quita esa miel de los labios porque queremos que todo le salga bien a ese perdedor que todos tenemos en nuestro interior.
El lenguaje que emplea el escritor canario es duro, conciso y sin concesiones. Plagado de numerosas expresiones en argot de chirleros, traficantes, policías y prostitutas. Demuestra que las calles de su ciudad se las ha pateado de arriba abajo y al revés. Cuando ha necesitado refuerzo, en el caso de Barcelona, ha encontrado a quien le podía ayudar. Sus descripciones son coloridas y mordaces. Nada queda lejano a su vista. Y su humor no puede estar más acorde con el género.
Estamos pues ante una novela original, sorprendente y moderna. Una novela que hay que releer porque como dice Cora, esa prostituta con nombre de artista, “a veces uno se imagina que el futuro es posible”. Con Alexis Ravelo sabemos que ese futuro es posible aunque nos duela.

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