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Alaa al-Aswani
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Alaa al-Aswani (Foto: Javier Oliaga)

Entrevista a Alaa al-Aswany, autor de “El automóvil Club de Egipto”

“Intento reproducir el mundo real que veo en mis textos”

lunes 28 de septiembre de 2015, 14:54h

Leí por primera vez a Alaa al-Aswany hace ya bastantes años. Su primera novela que cayó en mis manos fue “El edificio Yacobián” y la verdad es que me causó una gratísima impresión, su friso que hace de Egipto y, sobre todo, de El Cairo era espectacular. Ahora publica, tras cuatro años de silencio literario que no periodístico, una nueva novela titulada “El Automóvil Club de Egipto” que tiene mucho que ver con aquélla en su estructura y en la imagen que nos da de su país, una buena manera de conocer los movimientos sociales que allí se están dando.


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Alaa al-Aswani
Alaa al-Aswani (Foto: Javier Oliaga)

Durante ese tiempo de silencio narrativo hemos podido leer sus artículos de opinión sobre su país en el diario “El País”, su acerada y certera crítica sobre Hosni Mubarak y su inicial liviano apoyo a los Hermanos Musulmanes de Mohammed Morsi pronto se convirtió en una decepción sin límites y sus artículos fueron un constante látigo sobre él y sobre la ideología que representaban. Se puede afirmar que Alaa al-Aswany es la conciencia democrática de su país y para entenderlo basta leer no sólo sus artículos, sino también sus libros.

En España son ya cuatro los libros que ha publicado y se le conoce relativamente bien, tanto es así que el pasado fin de semana participó en El Hay Festival Segovia con un gran éxito. “Me encanta España, sus gentes son muy amigables y el público muy comprometido”, dice nada más empezar a hablar en la terraza de la Casa Árabe de Madrid. Todo vestido de negro y de gran corpulencia, sus explicaciones son concisas y rotundas. Por lo que cuenta y cómo lo dice le gusta venir a España; ya lo ha hecho unas cuantas veces y espera volver otra vez a Granada, ciudad que ha visitado una única vez y que le causó una gran impresión.

Alaa al-Aswany es una persona infatigable, de gran vitalidad. Se levanta seis días a la semana a las seis de la mañana para escribir de siete a una de la tarde. Después de comer, atiende su céntrica clínica dental donde realiza implantes dentales, limpiezas, extracciones de dientes, etc. Y en el fin de semana, le gusta reunirse con sus amigos en un café, esos que tan bien describe en sus novelas, o salir con su familia.

El Automóvil Club de Egipto” es una novela coral sobre los años cuarenta, justo antes del derrocamiento de la monarquía egipcia. La novela se desarrolla en una gran parte en ese club de gente rica y de negociantes extranjeros donde la vida tiene poco que ver con lo que sucede en las calles de El Cairo y del resto del país. “Me gusta escribir sobre muchos personajes, quizá eso tenga que ver con mi experiencia vital. Intento reproducir el mundo real que yo veo en mis textos”, expresa en un más que correcto inglés.

“Para mí es un placer extremo escribir, difícil de expresar. Cuando lo hago empiezo escribiendo sobre los personajes, pero luego adquieren vida propia, tomando sus propias decisiones y yo les sigo a ellos dejándoles crecer”, explica con voz ronca y gutural y añade “los veo como en una pantalla”. Quizá por ello, sus novelas se caracterizan por ser muy visuales y muchas de ellas han sido llevadas al cine en su país.

Su técnica narrativa es original, suele jugar con varios narradores, uno de ellos omnisciente que lo ve todo, y como contrapunto le gusta introducir narradores en primera persona que le dan contrapunto al narrador. “Un único narrador omnisciente no es 100% imaginativo. El lector tiene que creer que los personajes son reales, de ahí que los quiera hacer visibles para convencerle de su existencia haciendo que la línea divisoria entre imaginación y realidad desaparezca”, detalla con precisión de cirujano dental.

“Una novela es mucho más que una serie de acontecimientos. La atmósfera y los sentimientos son más importantes”, continua contando. Y la novela los tiene, quizá porque él de niño tuvo bastante relación con el Automóvil Club de Egipto, ya que le llevaba su padre. Gracias a ello y a conocer personalmente a personas y trabajadores que estuvieron en los años cuarenta allí, ha podido hacer una novela tan documentada y llena de sensaciones.

Cuando se le pregunta sobre las opiniones que vierten sus personajes, sonríe misteriosamente y responde que “mis personajes hablan, dicen lo que ellos piensan, no lo que yo opino. Como autor, no puedo controlar a los personajes, éstos se hacen independientes y crecen por su cuenta”. Pone como ejemplo a James Wright, director del club, un fascista inglés que le cae especialmente simpático pero que no tiene nada que ver con lo que piensa.

Al hablar sobre la situación que está viviendo Egipto, se muestra en extremo crítico. “La distancia entre lo que está sucediendo y debería suceder se está haciendo cada vez más grande. No estoy contento con lo que está pasando en mi país, no es democrático para nada”, sentencia. Pese a eso se siente optimista. “El cambio que se está produciendo es humano más que político y el 60% de los egipcios tiene menos de 40 años, luego el cambio es cuestión de tiempo, ya que a estas personas tampoco les gusta lo que está sucediendo y los que están a favor son las personas mayores”, describe con un toque de humor negro dando a entender que cuando fallezcan se irán solucionando los problemas.

En la novela hay un cierto enfrentamiento entre las maneras de entender la vida en Oriente y Occidente. “Aunque el contexto es muy diferente, el sistema sigue siendo injusto en ambos. En el mundo árabe tenemos las dictaduras, pero en Occidente están los monopolios que favorecen a la clase privilegiada”, disecciona con lucidez.

Si se le pregunta cómo puede realizar trabajos en apariencia tan distintos como la medicina y la literatura, se revuelve y expone que “la medicina y la literatura tratan sobre el mismo tema: el ser humano. En ambas situaciones, tanto el escritor como el médico tratan de conocerlo”. Algunos de sus pacientes se acercan a él y le comentan que les gustan sus libros pero él prefiere no hacerles caso y diferenciar entre ambos campos.

En “El Automóvil Club de Egipto” los protagonistas más fuertes son las mujeres. “Confío mucho en ellas, son mucho más sensibles que los hombres. La verdad es que prefiero a las mujeres en la vida y en la literatura”, sentencia. Quizá por eso sus personajes favoritos de la novela sean Saliha y Odette Fattal, dos mujeres fuertes y decididas. Quizá el cambio que tanto le gustaría para su país parta de las mujeres. A Alaa al-Aswany, estoy seguro de que le encantaría.

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