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"Nemo" de Gonzalo Hidalgo Bayal

miércoles 17 de febrero de 2016, 19:43h
Nemo
Nemo

El silencio: ese eterno desconocido, esa voz dormida, ese perpetuo latir que habla sin hablar. Y, sin embargo, como decía el gran Antonin Artaud, “no ha quedado demostrado, ni mucho menos, que el lenguaje de las palabras sea el mejor posible”.

Gonzalo Hidalgo Bayal, autor de Paradoja del interventor, Campo de amapolas blancas o El espíritu áspero, nos adentra, en su última novela, en una especie de odisea sumida en la quietud. El propio título de la novela, Nemo, que en latín se traduce como “nadie”, no hace más que subrayar la continua presencia de la ausencia. Y es, precisamente, la ausencia de palabras por parte de Nemo - pues con ese nombre será bautizado por los habitantes del pueblo en el que busca retiro - la que mueve a los lugareños a hacerse un sinfín de preguntas a cerca de ese eterno silencio que guarda el huésped. Será, pues, el silencio el que lleve a la acción.

Gonzalo Hidalgo Bayal, con una prosa exquisita y una continua reflexión a cerca del silencio, obliga al lector de bien a mantenerse despierto durante toda la lectura, a saborear cada una de las sentencias y a disfrutar con los juegos de palabras que nos brinda la agudeza del autor. Nemo nos sume en una incesante paradoja, en un hecho que, por desgracia, está más presente que nunca en la sociedad actual: la vacuidad de las palabras, que suelen amontonarse unas sobre otras para acabar diciendo nada, superpuestas a un silencio que olvidamos, un silencio que puede resultar sanador y lleno de vida.

Por tanto, veremos durante toda la obra una crítica a ese hablar sin atender, sin escuchar; a esa necesidad de vaciarnos por dentro sin estar diciendo realmente nada. Y es que a veces, simplemente, no decimos las palabras, si no que las escupimos, como las escupen los tertulianos de tantos y tantos programas de radio o televisión (sálvame de nombrar a alguno por su nombre).

Y es que, como dice el autor por boca de uno de los personajes de la novela, “el silencio dignifica la lengua”.

Así que, desde libres de lectura os invitamos a degustar, a buscar entre las palabras del narrador un silencio que, paradójicamente, está colmado de significado.

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