(Una reflexión ética)
26/05/2025@16:16:00
Unamuno publica la Vida de Don Quijote y Sancho en 1905 [1], “coincidiendo por acaso, que no de propósito, con la celebración del tercer centenario de haberse publicado por primera vez el Quijote. No fue, pues, una obra de centenario.” -según afirma el autor en el Prólogo a la segunda edición, en enero de 1913-.
Como todo caballero andante, Don Quijote debe estar enamorado de una hermosa mujer, que tiene siempre en el pensamiento cuando inicia cualquiera de sus aventuras (y a ella alude, por ejemplo, en estos términos: “¡Oh Dulcinea del Toboso, día de mi noche, gloria de mi pena, norte de mis caminos, estrella de mi ventura” (primera parte, capítulo XXV). Pero en verdad, la dama de sus sueños -Dulcinea del Toboso- no pasa de ser una sencilla campesina -Aldonza Lorenzo-, de la que Sancho Panza, desde su visión rústica de la realidad, elogia sus virtudes como mujer que pertenece a su misma condición social; una mujer que contrasta con la visión idealizada de Don Quijote. Merece la pena recordar este fragmento (primera parte, capítulo XXV), en el que Cervantes, echando mano de fina ironía, descubre quién es Dulcinea del Toboso: la hija de Lorenzo Corchuelo y Aldonza Nogales:
"Juan Ramón Jiménez y las drogas" es un ensayo publicado por El Desvelo que revela una faceta a menudo ignorada del famoso poeta de Moguer. En este trabajo, Jonás Sánchez Pedrero sugiere que la adicción al opio y los años de tratamientos médicos que experimentó Juan Ramón Jiménez tuvieron un impacto directo en su sensibilidad artística y en ciertos rasgos distintivos de su obra.
Miguel de Cervantes
Quisiera yo, si fuera posible, lector amantísimo, escusarme de escribir este prólogo, porque no me fue tan bien con el que puse en mi Don Quijote, que quedase con gana de segundar con éste. Desto tiene la culpa algún amigo, de los muchos que en el discurso de mi vida he granjeado, antes con mi condición que con mi ingenio; el cual amigo bien pudiera, como es uso y costumbre, grabarme y esculpirme en la primera hoja deste libro, pues le diera mi retrato el famoso don Juan de Jáurigui, y con esto quedara mi ambición satisfecha, y el deseo de algunos que querrían saber qué rostro y talle tiene quien se atreve a salir con tantas invenciones en la plaza del mundo, a los ojos de las gentes, poniendo debajo del retrato:
Una propuesta de lectura de un largo episodio del "Libro de Buen Amor" en tiempos de Carnaval y Cuaresma: la batalla de don Carnal y doña Cuaresma
Los "ejércitos" del Arcipreste de Hita -con don Carnal y doña Cuaresma al frente- cabalgan de nuevo.
"Lorca esencial" ha corrido a cargo del filólogo y profesor Fernando Carratalá, esta edición recoge muchos de sus maravillosos poemas, alguno de ellos comentados, y está pensada para entrar en el mundo lorquiano, disfrutar de él... y no querer salir nunca jamás.
Cuando un lector se asoma al sector independiente de la literatura, en ocasiones se encuentra con pequeñas joyas que le llevan de principio a fin a sumergirse en la historia sin distracciones, con un ritmo trepidante que apenas deja espacio al sosiego y que le atrapa de tal forma que necesita saber con urgencia qué sucede en la siguiente página. Esto mismo nos pasó en Bookólicos cuando conocimos la ópera prima de Víctor Morata, Siervos de la Guadaña. Hablamos de un thriller con tintes de horror sobrenatural, una historia de detectives que poco o nada tiene que ver con la clásica investigación de un asesinato a las que estamos acostumbrados y que denota una imaginación excitada que busca salir de la realidad, pero teniendo su base en esta. Destripemos el entuerto.
«Oh dulce España, patria querida», Miguel de Cervantes Saavedra
El magnífico investigador Emilio Maganto Pavón, Jefe de Sección de Urología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, exprofesor asociado de la Universidad de Alcalá de Henares, y autor de los espléndidos libros, entre ellos: El poeta Pedro Laínez (1538-1584), apoyado en los 63 nuevos documentos, 9 poemas redescubiertos, y 4 firmas autógrafas de Pedro Laínez (1538-1584); La familia Villafranca y Miguel de Cervantes (Alcalá de Henares, 2014); e Isabel de Saavedra. Los enigmas en la vida de la hija de Cervantes (Madrid, 2013), descubrió en colaboración con la doctora Ana Isabel Linares Quevedo, profesora del Hospital Universitario Infanta Sofía en la Universidad Europea de Madrid, nuevos documentos sobre la edición príncipe del Tratado de todas las enfermedades de los riñones, vejiga y carnosidades de la verga y urina (1588), del alcalaíno Francisco Díaz (1527-1590), hito en la historia de la Urología española y europea, divulgados en «Datos documentales y bibliográficos sobre la edición príncipe del Tratado de Urología, del Dr. Francisco Díaz», Historia Urológica Hispánica 3 (2024), pp. 4-44.
:Rata_ publica el segundo volumen de los diarios de Sanmao, donde narra su estancia en Canarias junto a su esposo José Quero. Son historias en las que la autora profundiza en su relación de pareja y relata la vida que lleva en las islas: el paisaje, los amigos, los viajes de descubrimiento y su trabajo como articulista ya conocida en Taiwán. También la tragedia que marcará su vida para siempre, la muerte de José, tras la cual viajará a Segovia, Oviedo y Madrid.
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Es necesario llegar a Benito Pérez Galdós (1842-1920) para que se restaure nuestra tradición novelística. Cuando Pérez Galdós publica su primera novela, La fontana de oro [1] -que parece preludiar los Episodios Nacionales-, no se habían escrito aún ni Pepita Jiménez [Juan Valera, 1874], ni Las ilusiones del doctor Faustino [Juan Valera, 1875], ni El escándalo [Pedro Antonio de Alarcón, 1875], ni Sotileza [José María Pereda, 1885], ni Peñas arribas [José María Pereda, 1885]”. Porque, en efecto, Pérez Galdós es nuestro mayor novelista después de Cervantes, y puede emparejarse con cualquiera de su siglo (Dickens, Balzac, Zola, Flaubert, Doistoievski o Tolstoi); y pocos novelistas europeos -más bien ninguno- pueden competir con él en capacidad creadora: así lo atestiguan los cerca de ocho mil personajes producto de su rica inventiva; unos personajes que sorprenden por su variedad y por su caracterización psicológica, que permite comprobar el interés que el autor siente por su condición humana.
[“Monipodio”]
Llegóse en esto la sazón y punto en que bajó el señor Monipodio, tan esperado como bien visto de toda aquella virtuosa compañía. Parecía de edad de cuarenta y cinco a cuarenta y seis años, alto de cuerpo, moreno de rostro, cejijunto, barbinegro y muy espeso; los ojos, hundidos. Venía en camisa, y por la abertura de delante descubría un bosque: tanto era el vello que tenía en el pecho. Traía cubierta una capa de bayeta casi hasta los pies, en los cuales traía unos zapatos enchancletados; cubríanle las piernas unos zaragüelles de lienzo, anchos y largos hasta los tobillos; el sombrero era de los de la hampa, campanudo de copa y tendido de falda; atravesábale un tahalí por espalda y pecho, a do colgaba una espada ancha y corta, a modo de las del perrillo: las manos eran cortas, pelosas, y los dedos, gordos, y las uñas, hembras y remachadas; las piernas no se le parecían; pero los pies eran descomunales, de anchos y juanetudos. En efecto, él representaba el más rústico y disforme bárbaro del mundo. [1]
Don Quijote de la Mancha
En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto de ella concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mismo, y los días de entre semana se honraba con su vellorí de lo más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años. Era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de «Quijada», o «Quesada», que en esto hay alguna diferencia en los autores que de este caso escriben, aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llamaba «Quijana». Pero esto importa poco a nuestro cuento: basta que en la narración de él no se salga un punto de la verdad.
La novela La última canción de Alice Wren del escritor vallisoletano Jesús Salviejo ha resultado ganadora del XIV Premio Wilkie Collins de Novela Negra de M.A.R. Editor. La última canción de Alice Wren se ha impuesto entre un total de 458 obras procedentes de 31 países. Se trata de una historia ambientada en el Valladolid del confinamiento y en sus peores tramas delictivas.
Ed. Ático de Libros. 2024
Estamos ante un magnífico libro sobre la Primera Guerra Mundial, que siempre ha quedado un poco eclipsada por la barbarie de la Segunda, entre 1939 y 1945. Además, el autor, un historiador importante tuvo la delicadeza de aceptar mi colaboración cualificativa para la contraportada de su obra. Su trabajo como historiador se ha centrado en la Historia Contemporánea, y sobre todo en la historia militar de los siglos XIX y XX.
Nemesio Fernández-Cuesta (Madrid, 1957) tiene experiencia en el sector público y el privado, esto le sitúa como una de las voces más autorizadas para hablar de energía en España. Ha sido secretario de Estado de Energía y Recursos Minerales. En la empresa privada ha ocupado diversos puestos de responsabilidad en Repsol, entre ellos director general de Upstream y director general de negocios. Ha sido miembro del comité de dirección de Repsol entre 2005 y 2015. En estos días publica, con el sello Deusto: No se trata de si es verde o no, si no de si elimina o reduce las emisiones. Un libro en donde el autor plantea el cambio climático.
BASES
La Fundación José García Nieto, en colaboración con la Fundación Pública Gallega Camilo José Cela, convoca el XI Concurso de Micropoemas José García Nieto con el fin de fomentar la creación poética y contribuir a la difusión de la obra de José García Nieto. Este Concurso tiene también la finalidad de mantener vivo el recuerdo de la gran amistad que mantuvieron durante más de cincuenta años los dos grandes escritores y premios Cervantes Camilo José Cela y José García Nieto.
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