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Nuestro poema de cada día

Dámaso Alonso: Un maestro en la interpretación de los Clásicos Hispanos

12/10/2025@07:07:00
Dámaso Alonso nos enseñó a interpretar no sólo a Góngora, sino a otros muchos de nuestros grandes clásicos, abriendo además el camino para su abordaje estilístico.

Nuestro poema de cada día

Dámaso Alonso: Un legado poético y académico en la literatura española

Dámaso Alonso fue catedrático de la Universidad de Valencia y de la de Madrid, en la que desempeñó, desde la jubilación de Menéndez Pidal -de quien fue discípulo y colaborador- y hasta 1968, la cátedra de Filología Románica. Ese mismo año fue elegido Presidente de la Real Academia Española.

Literatura, filosofía contra el falso mundo nuevo

La lengua, dicen los académicos, que son contempladores del léxico, es un “maravilloso artificio” (Nueva gramática, XLI). Es labor artística porque crea “mundos nuevos”, según un poema de Huidobro, y es maravilla porque muestra a los sentidos y al entendimiento lo que por sí mismos no pueden captar, pues son constantemente embotados por las “preocupaciones de la vida” (Lucas 21: 34), como nos advierte Jesús.

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Nuestro poema de cada día

¿Qué papel puede desempeñar la lectura de poesía en nuestra vida diaria?

Ya nos lo dijo Dámaso Alonso en su día, con estas palabras:

Leemos un pensamiento profundo en una obra científica, y lo admiramos, pero no nos conmovemos. Nuestra intuición es puramente intelectual, no afectiva, no imaginativa. Flecha veloz, flecha que quizá atraviese distancias estelares, se mueve por un cielo desvaído, un cielo sin color, y sin más dimensión que la del volador avance. He aquí que un pensamiento semejante penetra en la esfera artística. Un poeta de genio lo ha atenazado un instante, se lo ha asimilado y lo ha expresado. La flecha silba veloz, pero ahora ilumina y puebla mundos en su avance, atraviesa un cielo que es suprarreal (porque está hecho de infinitas dimensiones) y, a la par, realísimo; y -el milagro más importante- por nuestro corazón pasan efluvios de un dulce dolor o de un gozo amargo; sí, impelido por la ternura, también nuestro prisionero corazón se siente pájaro. El pensamiento del filósofo puede abrir una sima a nuestros pies; el del poeta no nos abre los ojos al abismo, sino a la belleza del abismo y su atracción: estamos movidos, conmovidos. (cf. Poesía española. Ensayo de métodos y límites estilísticos. Madrid, editorial Gredos, 1966. BRH, Estudios y ensayos, núm. 1, p. 113).