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Nuestro poema de cada día

¿Qué papel puede desempeñar la lectura de poesía en nuestra vida diaria?

Ya nos lo dijo Dámaso Alonso en su día, con estas palabras:
Nuevas canciones y de un cancionero apócrifo
Nuevas canciones y de un cancionero apócrifo

Leemos un pensamiento profundo en una obra científica, y lo admiramos, pero no nos conmovemos. Nuestra intuición es puramente intelectual, no afectiva, no imaginativa. Flecha veloz, flecha que quizá atraviese distancias estelares, se mueve por un cielo desvaído, un cielo sin color, y sin más dimensión que la del volador avance. He aquí que un pensamiento semejante penetra en la esfera artística. Un poeta de genio lo ha atenazado un instante, se lo ha asimilado y lo ha expresado. La flecha silba veloz, pero ahora ilumina y puebla mundos en su avance, atraviesa un cielo que es suprarreal (porque está hecho de infinitas dimensiones) y, a la par, realísimo; y -el milagro más importante- por nuestro corazón pasan efluvios de un dulce dolor o de un gozo amargo; sí, impelido por la ternura, también nuestro prisionero corazón se siente pájaro. El pensamiento del filósofo puede abrir una sima a nuestros pies; el del poeta no nos abre los ojos al abismo, sino a la belleza del abismo y su atracción: estamos movidos, conmovidos. (cf. Poesía española. Ensayo de métodos y límites estilísticos. Madrid, editorial Gredos, 1966. BRH, Estudios y ensayos, núm. 1, p. 113).

Nos ha parecido oportuno recoger estas palabras de Dámaso Alonso para justificar una nueva sección de nuestra revista digital: “El rincón de la poesía”. En ella irá apareciendo un poema diario de un escritor que forma ya parte de nuestra historia literaria, pasada y presente, así como la referencia al libro al que pertenece, con objeto de facilitar su localización y estimular su lectura completa. Y también una sinopsis editorial.

Esta sección arranca, pues, el 1 de septiembre de 2025, con un poema de Antonio Machado, del que celebramos el 150 aniversario de su nacimiento, y en el que exhibe su credo poético. Pertenece a la obra Nuevas canciones (Madrid, editorial Castalia, 1980. Colección Clásicos Castalia, núm. 32).

De mi cartera.

I

Ni mármol duro y eterno,

ni música ni pintura,

sino palabra en el tiempo.

II

Canto y cuento es la poesía.

Se canta una viva historia,

contando su melodía.

III

Crea el alma sus riberas;

montes de ceniza y plomo,

sotillos de primavera.

IV

Toda la imaginería

que no ha brotado del río,

barata bisutería.

V

Prefiere la rima pobre,

la asonancia indefinida.

Cuando nada cuenta el canto,

acaso huelga la rima.

VI

Verso libre, verso libre...

Líbrate, mejor, del verso

cuando te esclavice.

VII

La rima verbal y pobre,

y temporal, es la rica.

El adjetivo y el nombre,

remansos del agua limpia,

son accidentes del verbo

en la gramática lírica,

del Hoy que será Mañana,

del Ayer que es Todavía.

(Sinopsis de Nuevas canciones; De un cancionero apócrifo. En la primavera de 1924 salió Nuevas Canciones, el tercer libro de poesías de Antonio Machado y en cierto modo el último, en cuanto que los versos posteriores, los del "cancionero apócrifo", acompañados de prosas, no se publicaron como libro separado, sino como parte final de las Poesías completas, desde 1928, con algunas composiciones más en las ediciones posteriores. Heterogéneo y vario, Nuevas Canciones es un libro que, a primera vista, parece hecho de ecos y prolongaciones de los dos primeros libros -en el caso de Proverbios y cantares, el título, y a menudo la forma, repiten la sección del mismo nombre en Campos de Castilla (…).

Pero hay innovación de la voluntariosa, y a veces casi jeroglífica, solidez de los sonetos. [De la Introducción de José María Valverde)].

Está dividido en siete partes (soleás, una copla y un breve romance); y recogen algunos de los principios de su poética: la poesía es "palabra en el tiempo" (I) y "canto y cuento" (II), que busca la sencillez expresiva (IV) con la rima asonante (V) y el verso libre de ataduras (VI), con la imágenes que apunten a lo esencial, expresado con adjetivos y nombre VII). El empleo de los adverbios temporales -que conforman su “gramática lírica”- se identifican expresivamente entre sí en los versos últimos del poema (VII): “del Hoy que será Mañana, / del Ayer que es Todavía”. (Ya en el Proverbio VIII había escrito Machado: “Hoy es siempre todavía”; y en el XXXVIII: “Mas el doctor no sabía / que hoy es siempre todavía”). [Fernando Carratalá].

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