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Iluminati

PLAZA DE GUIPÚZCOA

30/01/2024@06:36:00
Seguro que alguna vez te has preguntado quién será el iluminati que pone nombre a las tormentas. Vale cualquier pregunta por absurda que sea. Cualquiera, excepto ¿Qué es terrorismo? dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. Eso ni se toca. Pero sigamos con rayos y truenos.

Un chasco más que me llevo en la vida y no será el último. Ernesto Gasco confesaba hace unos días en la portada de “El Diario Vasco”: “Hay que romper silencios”. Joder, qué honesto y qué valiente, pensé, se referirá al despelote pactista de su jefe, el “iluminati” Pedro Sánchez. Pero una vez más estaba equivocada.

Hay infinidad de causas que merecerían una segunda lectura, pero no voy a ser yo la imbécil que se rompa los cuernos con disquisiciones prolijas y abstractas que no llevan a ningún sitio. Salvo que me sienta concernida, como en este caso. Hablábamos hace una semana de “Best sellers como churros” y tengo una interesante precisión qué aportar. No pienses que voy a matizar o suprimir ningún detalle de mi argumentario. Al contrario, añadiré un concepto sorprendente con una cierta carga de profundidad metafísica.

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Las recientes declaraciones del ex Ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, sobre la preocupación del Papa Benedicto XVI porque “el diablo quiere destruir España”; la afirmación del cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, de que “el demonio existe en plena pandemia intentando llevar a cabo investigaciones para vacunas”, y la acusación por parte de José Luis Mendoza, presidente de la Universidad Católica San Antonio de Murcia, de que Bill Gates y George Soros forman parte de una conspiración satánica, demuestran que en 2020 Satán y el satanismo están más de actualidad que nunca.

Procuraré no ser tan pedante y narcisista como un escritor al uso. No te escandalices, todos los escritores lo somos, además de competitivos, envidiosos y dispuestos a cualquier aberración con tal de mejorar las ventas de los bodrios que parimos. Y el que diga lo contrario miente. Es verdad que siempre ha habido clases. No es lo mismo Jane Austen, Nabokov o Graham Greene, que J. K. Rowling, Dan Brown, o E. L. James y sus infumables “cincuenta sombras”.