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Vulgata

20/01/2019@17:41:39
La “Epístola a los romanos” (8: 26) contiene la frase siguiente: “gemitibus inenarrabilibus”, o “gemidos inenarrables”, que nos mueve a meditar que hay ideas, conceptos, sentimientos o visiones incomunicables, ajenos, que no podemos entender, ni comprender ni interpretar, luego, menos traducir, y menos si en lejana (1) lengua han sido expresados. Para entender, dígase, ideas, tales como la de “justicia” (¿quién se jacta de claramente comprender eso de la “Vulgata” que dice: “iustus autem ex fide vivet”, de la “Epístola a los Romanos”, cap. I, vers. XVII?) (2), “eternidad” o “infinito”, es imperioso poseer facultades filosóficas.

Tan necesario es pensar en las palabras que leemos en la Biblia como razonar las áridas y profundas proposiciones que los filósofos antiguos grabaron en el mármol de la verdad, que gracias a ellos puede ser comprendida por los que no hemos sido convocados por la Revelación. La voz que oímos cuando leemos con fervor el libro del Génesis es una voz de aventurero, la de alguien que se atreve a crear algo libre, algo que sabrá qué es elegir, errar. Dios, y parecerá herejía lo que diré, fue al mismo tiempo sensato e insensato. Fue bueno, lo es, por confiar en nuestro laxo juicio, mas no podemos decir que es malo por dejar que andemos cometiendo disparates y desamparando a baldíos.

GONZALO TORRENTE BALLESTER
Tal como el propio Torrente Ballester asume en Los cuadernos de un vate vago (Plaza & Janes, Barcelona, 1984; se cita por esa edición), la idea general de La saga/fuga de J.B. (1972; Destino, Barcelona, sexta edición, 1991; se cita por esta edición) se arraiga, en principio, en su “deseo de escaparme del realismo mostrenco en que he caído” (p. 79), en clara referencia a la trilogía Los gozos y las sombras (El señor llega, 1959; Donde da la vuelta el aire, 1960; La Pascua triste, 1962).

Editorial Planeta, 2020
Estamos ante un denso volumen de 551 páginas, que merece una lectura pormenorizada, y un conocimiento ciertamente amplio sobre La Biblia, aunque en este caso se refiere al Antiguo Testamento, y unas pequeñas pincelas del Nuevo Testamento. El estilo del autor es claramente desenfadado y muy próximo a cualquier tipo de lector, incluyendo algún chascarrillo.

Saben mis amigos que joven, padeciendo extravagancias, gasté horas y roí años traduciendo la \"Vulgata\", con lo que aprendí un poco de latín, que he olvidado. Saben también que la lengua inglesa me parece deleznable, aunque necesaria merced a las piraterías imperiales de los Estados Unidos de Norteamérica, que a todos los sumisos obliga a aprender la lengua de Shakespeare. Saben, además, que la filosofía de Kant, mi dilecto filósofo, me ha hecho aprender rudimentos de alemán, idioma que ha urdido muchos y ciertos discursos filosóficos. 

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"Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social" de Simone Weil es una síntesis del pensamiento de Simone Weil a finales de 1934 que recapitula las enseñanzas de su militancia en el seno del sindicalismo revolucionario antes de su decisiva experiencia como obrera en la gran industria. Edita Trotta Editorial.

El Quijote, adelantándose por varios siglos a Kant, demostró ilustrando sanchescamente que el juicio no puede enseñarse y que sólo la experiencia lo alcanza. Hay experiencia donde hay sensación y concepto y donde ambos entes andan en coyunda hay conocimiento. Conocer, que es diferente de pensar, es allegar saberes o conceptuales “o” intuitivos, y pensar es embutir lo uno en lo otro. Es, luego, el lenguaje humano inferior al divino, al de los ángeles, porque poco embute y mucho analiza.
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Muchas veces me preguntan por la función, por la utilidad de la sociología, y respondo positivistamente aseverando que sirve para explicar abigarramientos políticos, injusticias económicas, etc., y para prever el devenir, que antaño se llamaba "inferencia".

Cuando en 1514, el cardenal Cisneros concede a Elio Antonio de Nebrija la cátedra de Retórica de la universidad de Alcalá, añade una cláusula sorprendente: «leyese lo que él quisiese, y si no quisiese leer, que no leyese; y que esto no lo mandaba dar porque trabajase, sino por pagarle lo que le debía España». Ante lo que cualquiera se pregunta: ¿qué graves obligaciones había contraído la nación con el eminente gramático para que el gran inquisidor del reino le otorgase un empleo que le amparaba la holganza; además, en su querido colegio complutense? Pues no olvidemos que entonces impartir clases en un «estudio general», consistía en leer a los alumnos un texto magistral, interpolando, de tanto en tanto, las explicaciones docentes oportunas.

2020 / CENTENARIO ISAAC ASIMOV

Nació en una aldea rusa cerca de Smolensk, en 1920, pero a los tres años ya vivía en Brooklyn. Debemos a su prodigiosa mecánica ficcional quinientos títulos que desafían la Teoría del Todo. Más allá de sus tres series canónicas –Robots, Fundación e Imperio-, su cerebro se expandió desde la divulgación científica a la histórica, y desde Shakespeare a la Biblia. Cien años después, por obra y gracia de Isaac Asimov, la metafísica escolástica ha mutado en un paradigma cuántico.

NUEVA TRIBUNA

El pasado 6 de abril se presentó en la Librería Cervantes y Compañia de Madrid el atrevido y tierno libro de uno de los escritores más entrañables y buena persona que se pueda conocer, Daniel Sánchez Martínez.


Anda el alma fisgoneando, cuando se siente distraída, las cosas de allá y los recuerdos de acá, y no encuentra sosiego; y atrevida, olvidándose de sus deberes, adopta ideas y nociones que cree la conducirán a buen puerto, a iglesia segura o a negocios que por fin la saquen de los rigores de la árida serenidad. La angustia es pasilarga y silenciosa, y no avisa de sus movimientos. Caemos en la cuenta de su poderosa presencia cautivos ya de sus apretamientos, que todo lo barren, desde las palabras selectas que para la plegaria usamos hasta las imágenes santas en que estibamos los groseros sentidos.

La exposición estará abierta hasta el 15 de septiembre

La Biblioteca de la Fundación Lázaro Galdiano conserva entre sus fondos casi medio centenar de Biblias que José Lázaro, editor, coleccionista y bibliófilo, atesoró a lo largo de su vida. En esta exposición, el visitante podrá contemplar buena parte de estas joyas bibliográficas de la colección en un recorrido que abarca desde el siglo XIII al siglo XVIII repleto de extraordinarios volúmenes, donde ha primado su singularidad.