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Pepe Cervera
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Entrevista a Pepe Cervera, autor de “Alguien debería escribir un libro sobre Alejandro Sawa”

“Los sueños de alcanzar la inmortalidad escasean hoy en día”

Por Javier Velasco Oliaga
martes 09 de agosto de 2016, 11:25h

La figura de Alejandro Sawa, periodista y escritor de la bohemia española de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, es el hilo conductor del nuevo libro del escritor valenciano Pepe Cervera que acaba de ver la luz gracias a la editorial Menoscuarto. La obra se mueve entre la frontera de la ficción y la realidad, mezclando con suma originalidad diversos géneros literarios.


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Pepe Cervera
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Si alguien podía llevar a término un proyecto tan interesante, ese era Pepe Cervera. La novela destila ironía y buena escritura. Ha sabido reflejar de manera acertada la idiosincrasia del que podríamos definir como unos de los últimos bohemios. El resultado es “Alguien debería escribir un libro sobre Alejandro Sawa”. Ya se ha hecho y ese ha sido Pepe Cervera. En la entrevista nos desvela todas sus motivaciones para escribir sobre tan estrafalario personaje.

¿Qué tiene de especial Alejandro Sawa para que se fijase en él?
Alejandro Sawa no fue una persona distinta a muchas. Debió de ser un hombre normal, al menos, eso es lo me gusta creer. Alguien que en un momento dado toma la decisión de convertirse en escritor y decide consagrar toda su voluntad y dedicar todo su empuje para conseguirlo. En ese sentido, esa fue una coincidencia no únicamente conmigo, sino con muchos escritores que me son próximos. El hecho de poseer un sueño, vislumbrarlo de una forma clara, saber la dirección en la que se encuentra y, a partir de ese momento, dedicarse a perseguirlo. Desde que lo descubrí me cautivó su idealismo y su osadía.

¿Cómo surgió la idea de escribir este libro?
La idea inicial era novelar la vida del escritor sevillano, pero leí la estupenda biografía Alejandro Sawa. Luces de bohemia que publicó en 2008 Amelina Correa y pensé que más y mejor no podía decirse. Recuerdo que le escribí un correo electrónico a Amelina y le vine a decir algo así como que su libro me había encantado, pero a la vez había destrozado el mío. Después de varios meses reflexionando sobre qué hacer con las notas que poseía sobre Alejandro Sawa, decidí probar a mezclarlas con los apuntes que había ido tomando durante el proceso de documentación.

¿Cómo definiría el estilo del libro?
El estilo que predomina creo que podríamos definirlo como digresivo. Esa era una de mis intenciones. Una vez tuve claro lo que iba a contar, me apliqué en romper el curso del relato, entreverar la historia con cambios temporales, intervenir yo mismo en la narración, llevarme al lector a dar vueltas con un discurso que, en principio, carece de lógica y concordancia con lo que cree estar leyendo, alejarlo de la trama para a la postre regresar al punto de partida.

En ocasiones ha escrito como si fuese una crónica de la vida de Alejandro Sawa, en otras como si fuese un estudio de su obra. ¿Por qué esas dos maneras de acercarse al autor?
Para Sawa, vida y obra eran inseparables, formaban un mismo cuerpo; vivía en literatura. Si quería utilizarlo como personaje estaba obligado a hablar de él como persona y como escritor. Es más, mi propósito último con este libro ha sido plantearme una reflexión sobre el proceso creativo.

¿Cuál cree que fue la época más fecunda de Alejandro Sawa?
Si nos referimos al periodo de creación literaria, desde el año 1885 al año 1888 publicó seis novelas, en poco más de tres años casi toda su obra. Si nos fijamos en el aspecto personal, la etapa que residió en Paris fue bastante fructífera, allí se relacionó con la primera división de la bohemia europea y conoció a la que acabó siendo su esposa, Jeanne Poirier. En cuanto a calidad literaria, la época que yo recomendaría es póstuma, ya que su mejor obra (a mi entender y en eso coincido con Valle-Inclán) Iluminaciones en la sombra, se publicó un año después de que falleciera, en 1910.

¿Fue su periodo en Paris el que más le marcaría?
Quiero creer que sí. Quiero creer que ese fue el periodo que más le influyó como escritor, ya que nada más llegar fue aceptado en los círculos literarios que surgían alrededor de la revista La Plume, dirigida por León Deschamps, comenzó a tratarse con Charles Morice, Verlaine, Henry de Régnier, Pierre Louis o Jean Moréas, pero paradójicamente fue el periodo durante el que menos recompensas literarias obtuvo; algo lógico, por otra parte, porque fue la época que más tiempo dedicó al bon vivant y menos tiempo y esfuerzo a la escritura.

Además del retrato a Sawa hace un retrato de la época en que vivió. ¿Fue una víctima de esa época?
Antes que una víctima yo diría que fue un hombre de su época, ya que trabajó en sus libros temáticas muy trilladas a finales del siglo XIX y personajes estereotipados. Como he dicho antes, el libro que más sensación de riesgo transmite fue Iluminaciones en la sombra. En esa obra se atrevió a enfrentar la escritura con un descaro poco común para entonces.

¿Fue el último bohemio de nuestro país?
Desde luego que no, puede que hoy se le considere el más paradigmático, debido al personaje creado por Valle-Inclán, pero no creo que fuera el único ni el último.

¿Qué tenía que le hacía ser más un personaje que una persona?
Supongo que un carisma particular y arrollador. Debió poseer una personalidad muy fuerte, un atractivo que despertaba el interés tanto en hombres como en mujeres. A él no le pasaba desapercibida esa circunstancia, aunque es posible que no supiera aprovecharla, o que su talento no le acompañara.

¿Por qué cree que se le ha olvidado?
¿Y qué escritor no corre el riesgo de pasar al olvido? Las obras literarias decimonónicas que más presencia tienen en la actualidad son las que representaron un avance, una novedad para generaciones futuras. Esa es la ley que rige no únicamente la literatura, sino cualquier territorio artístico. De todos modos, puede que se le considere uno de los grandes olvidados, pero es curioso que 150 años después de su muerte se continúe hablando de él, teniéndolo presente.

¿Su forma de ver el mundo le condujo al ostracismo?
Su visión del mundo no creo. Lo que provocó la falta de interés por su obra podría hallarse en la fama de maltrabaja que se extendió y el hecho de que él hiciera tan poco por desmentirla. Se le valoraba más como vividor que como escritor y, a la postre, eso hizo que no se le considerara con la seriedad que merecía.

¿Por qué escribía Alejandro Sawa, si todo le salía mal?
Enlazando con la respuesta a la primera de tus preguntas, Sawa tomó la decisión de convertirse en escritor y creo que lo hizo por convicción, no por apariencia. No sería justo reconocer en él ningún tipo de postureo. A partir de esa necesidad, como la de cualquiera que se disponga a escribir un libro, se trata de caerse y levantarse, caerse y levantarse. Nadie puede permitirse recular tras el primer tropezón.

¿Pudo modificar su destino?
Dudo que Sawa poseyera tal poder sobrenatural, que se creyera capaz de regir la vida humana. Era un hombre propenso al libre albedrio y la libertad. No sé si murió resignado, pero quiero creer que en su fuero interno anidaba el convencimiento de que no hizo más que recoger lo sembrado. Tal vez lo que él persiguió con tanto ahínco no fuera la gloria, sino la fatalidad.

¿Le ha costado documentarse sobre su personaje?
Una vez tomada la decisión de que Sawa era el personaje principal de mi libro, una vez iniciado el trabajo de ordenar todas las notas y apuntes y pautar las lecturas, se convirtió en un trabajo que en algunos momentos llegaba a desbordarme. Pero he de reconocer que fue divertido.

¿En qué momento se apasionó por Alejandro Sawa?
De todos los libros que he escrito, este es el que ha tenido una gestación más lenta y accidentada. Germinó de una manera absolutamente fortuita y fue creciendo desde la inconsciencia. Vengo leyendo sobre Alejandro Sawa desde hace más de tres lustros: Artículos, semblanzas, trabajos sobre la bohemia española en el que de forma invariable siempre se le nombra, biografías… Mientras tanto iba escribiendo otras cosas. Llegó un momento en que el tema “Sawa” me rebosaba la cabeza. Necesitaba hacer algo con todo lo que había ido guardando en el desván antes de que el polvo acabara por deteriorarlo.

¿Quedan escritores como él en la actualidad?
No se me ocurre ninguno, la verdad. Escritores con el ímpetu que Sawa desplegaba, con esas ganas de pelear y de vivir, con esa seguridad de acabar influyendo en la literatura que seguiría a la suya, no se me ocurre ninguno. Pese a que un escritor está obligado a perseguir la excelencia con lo que escribe, tengo la percepción de que esos sueños de alcanzar la inmortalidad escasean hoy en día.

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