El Gran Wyoming leyó un divertido texto titulado El hombre que odiaba a Sergio Sarria: «Estamos en la presentación de una novela de un escritor novel. Y por tanto, en la fase anterior a la repercusión social de la obra, es decir, que aún no ha entrado en la esfera de los libros que lleva a la fama, parnaso, opulencia y reconocimiento social, panacea que solo hemos alcanzado unos pocos autores, como Paulo Coelho, por cierto.»
Definiendo el libro como una «obra menor», el showman bromeó sobre los motivos del autor, coordinador de guiones de El Intermedio: «Cansado Sergio de desperdiciar su talento con cómicos de poco más o menos y señoritas remilgadas que relatan impávidas estos acontecimientos que nos asolan y humillan a diario, decide dar rienda suelta a su inteligencia sin servir a terceros, con libertad, a su bola, y se adentra en el mundo de la literatura con este libro.»
El presentador concluyó sobre Sarria que «detrás de este aspecto de vilipendiante, se esconde un gran talento». Señaló que, al ser guionista el autor, el libro se percibe como «una historia muy cinematográfica. Así como los escritores siempre presumen de que crean sugerencias para que tú imagines, aquí tu visualizas la novela todo el rato. Es una novela que de alguna manera está escrita en imágenes.»
Sergio Sarria comienza su andadura en la literatura con un libro que surgió tras la pérdida de una amiga, a quien está dedicada la novela publicada por La Esfera de los Libros. El hombre que odiaba a Paulo Coelho pretende responder a una pregunta fundamental: ¿puede alguien dejar de ser gilipollas?
«No me conoces, pero me has visto miles de veces. Soy ese tipo de persona que se sienta solo en la barra de un bar de moda simplemente porque está de moda. Ese tío con una edad que te cuesta descifrar porque viste con ropa actual y pretendidamente casual. Ese que le dice a la camarera mientras suena We Used to Wait de Arcade Fire que después de Funeral todo lo que han hecho es una soberana mierda. Sí, me rindo, me has descubierto, también soy ese paliza con pinta de capullo que sostiene en su mano una copa de gin fizz y suspira profundamente para controlar su cólera cuando te acercas a la barra y pides un mojito. Soy todos los cretinos sabelotodo y presuntuosos que se han cruzado en tu vida. Un monumento a la suficiencia y a estar de vuelta de todo. Un canto heroico al cinismo. Soy Julián, llevo nueve meses separado y estoy celebrando en un bar mis recién cumplidos cuarenta años rodeado de gente que no conozco. Y te equivocas si crees que esta última frase es una cura de humildad. Es solo un tuit que escribo desde mi iPhone». Así comienza la historia del protagonista de El hombre que odiaba a Paulo Coelho, un abogado de Madrid que, en plena crisis de identidad y tras su reciente divorcio con Edurne, abre un restaurante especializado en comida rusa.
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