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En homenaje a Manuel Ortuño, por su fallecimiento, reeditamos la entrevista que le hizo José Belló Aliaga hace tres años

Manuel Ortuño
Manuel Ortuño

Entrevista con Manuel Ortuño Martínez, eminente profesor universitario, escritor y brillante intelectual

Pasó la niñez y primera juventud en Ciudad Real

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Manuel Ortuño Martínez es de Ayora (Valencia), donde nació el 4 de febrero de 1927, es decir tiene 87 años; es viudo, con tres hijos, un hijo y dos hijas. Reside en Madrid. Ortuño es una persona culta, amable, inquieta, con continuos proyectos, escritor de libros y artículos, editor y director de publicaciones, imparte conferencias, siempre exquisito en el trato y amigo personal.

Entrevista con Manuel Ortuño Martínez, eminente profesor universitario, escritor y brillante intelectual

Conozco a Manuel Ortuño, eminente profesor universitario y brillante intelectual, desde hace ya varios años y he asistido en varias ocasiones a las presentaciones de varios de sus libros, de los que hemos dado, en su momento cumplida información en este periódico.

Está muy vinculado con Ciudad Real, donde residió ocho años durante su infancia -su padre fue destinado allí- y estudió en el instituto de la localidad.

Niñez y primera juventud en Ciudad Real
Nos dice Manuel : “residíamos en Alicante y desde allí mi padre consiguió el traslado, como funcionario, al Instituto Provincial Antituberculoso de Ciudad Real, a finales de 1934, y recuerdo que nuestra primera vivienda en Ciudad Real fue un piso bajo, en una callejuela transversal a la calle de la Mata, no muy lejos del Instituto Antituberculoso. Carecía de agua corriente y teníamos que ir hasta la fuente, en una plazuela cercana, donde llenábamos los cántaros y demás vasijas”.

“Ciudad Real debió significar para mí un cambio brusco, acostumbrado a Alicante, y en la capital manchega viví una larga época de niñez y adolescencia. Había llegado después de cumplir los siete años y la abandoné definitivamente en 1943, cuando tenía dieciséis. En el recuento de este tiempo hay que descontar, sin embargo, los meses que pasamos en Albacete, entre las primaveras de 1938 y 1939, precisamente el periodo en que mi padre, llamado a filas con la última quinta movilizada por la República, tuvo que incorporarse al ejército para asistir a los estertores finales de la guerra civil.”

Colegio Nuestra Señora del Prado (Marianistas)
“Hasta el comienzo de la guerra, continué los estudios primarios en un colegio religioso, creo que era el de los Marianistas, Nuestra señora del Prado, del que tengo recuerdos muy confusos y nada gratos. Debía estar acogido a algún régimen especial, por carecer de recursos económicos y recuerdo carreras y vueltas al patio, castigado con frecuencia”.

“Otras sensaciones y recuerdos corresponden a la estrechez y la ausencia de comodidad en la casa en que vivíamos. Mi impresión dominante entre las brumas del recuerdo es la de una evidente estrechez y penuria, mejor o peor comprendidas por entonces”.

Recuerdos
“Otro recuerdo muy vivo, se refiere a las fiestas de año nuevo de 1936. Tiene que ver con la cabalgata organizada por las autoridades para repartir juguetes a la chiquillería, al parecer el gobierno republicano de derechas había vuelto a celebrar "los Reyes Magos", aunque no sé de qué manera. Mi padre conducía un camión. Recuerdo que me tocaron muchas cosas y que mis juegos de niño, generalmente con mis dos hermanos, se llenaron de juguetes y muñecos. Entre sombras, reaparecen algunas calles (Alarcos, Alfonso X) y plazas (del Pilar), los soportales de la plaza del Ayuntamiento y algunas estatuas (Cervantes entre otras) pero especialmente el parque Gasset, al que nos llevaban mis padres con frecuencia. No conocíamos a casi nadie y en esta época debí tener pocos amigos, porque mi retraimiento natural, mi timidez permanente, hicieron que viviera alejado de pandillas o grupos. Seguramente el ambiente escolar, en el colegio marista, debía operar como un revulsivo bastante eficaz”.

Ciudad Libre, en guerra
“Conservo numerosos recuerdos de Ciudad Real en guerra. Para empezar, lo primero que ocurrió fue el cambio de nombre. Desde el primer momento se la llamó Ciudad Libre, nombre que se mantuvo a lo largo del conflicto. Corría yo por sus calles y plazas, la parte más antigua y las avenidas modernas que llegaban hasta el parque Gasset, con cierta soltura y una mezcla de espíritu descubridor y aventurero, consecuencia sin duda de lecturas y sueños infantiles”.

“Se palpaba un ambiente de frialdad y desconfianza que invitaba a encerrarse en sí mismo y a meterse en las casas. En medio de la estrechez y las carencias, recuerdo que en un momento dado compramos una cabra y a mí me tocó sacarla al campo, por los olivares cercanos a la carretera de Carrión, pastoreándola como podía, acompañado de un libro, casi siempre una novela, que leía con fruición mientras con la otra mano sostenía el cordel que sujetaba al animal. Así debieron pasar algunos meses, entre los que incluyo las pocas acciones militares que tuvieron como objetivo la ciudad: a lo largo de la guerra sólo llegaron a Ciudad Real algunos aviones dispuestos a bombardear la estación de ferrocarril. Producían gran pavor, pese a su tamaño, pero constituían una novedad en medio de tan escasas emociones. Cierta tarde cayó una avioneta a pocos kilómetros de la ciudad y recuerdo que nos fuimos decenas de personas, en camiones y carros, a conocer el lugar y a contemplar los restos todavía humeantes del aparato. Del piloto, no recuerdo qué pudo pasar”.

Instituto de Segunda Enseñanza

“Cumplidos diez años, asistí a las clases del Instituto de segunda Enseñanza, porque había alcanzado la edad reglamentaria y tenía que iniciar los estudios. El Instituto se encontraba en un viejo caserón, adosado al palacio de la Diputación Provincial, junto a una pequeña iglesia que seguramente permaneció cerrada o se utilizó para otros menesteres. Para llegar al centro, desde la calle de la Mata en la que vivíamos, tenía que andar bastante o al menos por entonces el camino se me hacía muy largo, por callejuelas estrechas o bajando hasta la plaza Mayor, donde estaba y sigue estando el Ayuntamiento, para enfilar hacia la calle de Toledo”.

“De aquel curso escolar, que se inició en septiembre de 1937, no recuerdo casi nada. Pero había un profesor, al que volví a encontrar años más tarde, cuya actitud se me quedó grabada profundamente. Era bajito y pequeño, con un bigote ralo por encima de los labios, aires de chuletilla y quizás también gay, como se acostumbra a decir ahora, que me acompañaba en algunas ocasiones y no sé por qué, desarrolló conmigo una cierta complicidad con aires de paternalismo y confidencia. En los últimos meses de aquel curso solía transmitirme mensajes optimistas, como un eco apenas disimulado de los sucesos de la guerra”.

Historia y Literatura
“El primer curso de Bachillerato consagró mis primeros contactos con la historia y la literatura, tal y como se enseñaban entonces. Pero sobre todo, me entretenía devorando con emoción las aventuras de los héroes de Julio Verne y de Salgari, las novelas del oeste americano y otras tierras lejanas, -desde entonces, no sé por qué, mantuve una extraña fijación africana-, todas ellas en las colecciones de la Editorial Molino. En Ciudad Real permanecí durante más de cuatro años coincidentes casi por completo con mis estudios de bachillerato”.

Regreso a Ciudad Real en 1978
“Mi familia se trasladó a Valencia en noviembre de 1943, y yo les seguí, para terminar el 7º curso de Bachillerato, en el Colegio Luis Vives de Valencia e ingresar posteriormente en la Universidad, tras el Examen de estado. No volví a Ciudad Real hasta 1978, después de regresar de México. Quería que mi familia conociese la ciudad donde había pasado mi niñez y primera juventud. Y así lo hicimos, en una excursión desde Madrid”.

17 años en México
“Por cierto que Ciudad Real no había estado ausente en mi memoria durante los 17 años que viví en México, porque allí me rodeé de un grupo de exiliados manchegos, algunos naturales del propio Ciudad Real, con quienes conviví y conversé con frecuencia”.

Manuel Ortuño Martínez es licenciado en Ciencia Política y Sociología y doctor en Historia de América Contemporánea, y enseñó en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en la Universidad Iberoamericana, en las décadas de 1960 y 1970.

Fundador y primer director de FITUR

En Madrid fundó y fue el primer director de la Feria Internacional de Turismo (FITUR), así como Secretario General de la Unión de Ciudades Capitales de Iberoamérica (UCCI), durante una década, desde su fundación en 1982, integrada por todas las capitales de Iberoamérica, más Sao Paulo, Sucre, Barcelona y últimamente Andorra la Vella. El Presidente era, a la sazón, el Alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván.

Ortuño fue también concejal de Relaciones Institucionales del Ayuntamiento de Madrid.

Es autor, entre otras obras, de Antología de las ideas políticas; Introducción al estudio del turismo; Teoría y práctica de la lingüística moderna y de Prim y la intervención tripartita en México.

Ultima visita a Ciudad Real en 2011
“Mi última visita tuvo lugar en 2011, al celebrarse en la Universidad unas jornadas dedicadas a México y el exilio manchego en México. Participé en las jornadas y por una atención muy especial, los tres días que estuve en la ciudad, los miembros de la Fundación de la Universidad me llevaron a recorrer sus calles, a visitar sus lugares más interesantes y a empaparme de la nueva ciudad, tan semejante y a la vez tan distinta, de aquella en la que yo había vivido. Siempre recordaré esos días y a los amigos (y sobre todo amigas) de la Fundación, que se portaron de manera tan grata y amistosa conmigo”.

Investigador de las guerras de Independencia, en España y América Manuel Ortuño ha dedicado su interés de investigador de las guerras de Independencia, en España y América, a lo largo de los últimos veinte años.

“Estoy jubilado desde hace algunos años y he decidido dedicar mi tiempo a trabajar en el tema de la independencia de los territorios españoles de América en los inicios del s. XIX, y muy en especial el papel de los liberales españoles en la insurgencia de México. He tratado de reivindicar a un personaje navarro, Xavier Mina, guerrillero contra Napoleón, exiliado en Londres por rebelarse contra Fernando VII y finalmente héroe de la Independencia en México”.

Estatua de Xavier Mina, en la capital de México
“En 1823, el Gobierno provisional mexicano lo proclamó Héroe de la Independencia y su estatua en mármol blanco se encuentra en la base de la Columna de la Independencia de la capital de México, rodeando a la de Hidalgo, con Morelos, Guerrero y Bravo, y se ofrece como el lazo de unión más prestigioso en las relaciones de Navarra y México”.

Precisamente estuve presente en las presentaciones de sus dos últimos libros sobre el héroe navarro: “Proclamas y otros escritos de Xavier Mina” y”Muerte en el cerro del Bellaco”, en las que, entre otras ilustres personalidades, asistió el Presidente del Parlamento de Navarra, Alberto Catalán Higueras tanto en Pamplona, en la sede del Parlamento, como en Madrid, que tuvo, como los demás intervinientes, palabras muy elogiosas para Manuel Ortuño, destacando su ingente y extraordinaria labor.

Reconocimientos obtenidos
Sobre los reconocimientos obtenidos, hasta la fecha, nuestro entrevistado comenta: “recuerdo con especial cariño que cuando tenía 12 años, viviendo en Ciudad Real, me concedieron la Medalla de la Constancia, por participar en un evento deportivo juvenil en Madrid”.

“En 1954 el Ministro de Educación (Ruiz Giménez) me concedió la Cruz de Alfonso X el Sabio, por mis actividades internacionales en el ámbito estudiantil europeo. En los años 1980 recibí una medalla de honor del Turismo Austríaco, por mi dedicación a los temas de turismo y el gobierno mexicano me ha concedido en 2010 la medalla de la Orden del Águila Azteca”.

Actividad principal
“Actualmente, con más de una docena de libros publicados en México y en España, decenas de ensayos y numerosos artículos de periódico, llevo una vida de cierta tranquilidad, aunque sigo preparando algún libro y escribiendo artículos y ensayos sobre el tema que me interesa”.
“Me he ido quedando cada vez más solo y en mi tiempo libre me dedico a leer, escribir, oír música, ir al cine y seguir la actualidad por televisión e internet”.

Manuel Ortuño Martínez, gran persona y muy interesante personaje.

Puede comprar el libro en:

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