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Mónica Rouanet
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Mónica Rouanet (Foto: Javier Oliaga)

Entrevista a Mónica Rouanet, autora de “Donde las calles no tienen nombre”

“Yo no creo historias, creo personajes que son los que dan vida a las historias”

jueves 26 de noviembre de 2015, 21:39h

Donde las calles no tienen nombre” es la segunda novela de la escritora alicantina, residente en Majadahonda, Mónica Rouanet que ahora se publica. Su primera novela “El camino de las luciérnagas” se la auto publicó la autora en Internet y el éxito fue tan fulgurante que pronto una editorial se interesó por ella. Ahora, ya publica directamente en papel y está encantada de cómo la están tratando en su nueva editorial.

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  • Blanca Rosa Roca, Mónica Rouanet y Fernando Marías

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Mónica Rouanet (Foto: Javier Oliaga)

La novela, en un principio, iba a tener el título de “La sombra del arco iris” pero “al ir a registrarla me encontré que había una telenovela sudamericana con ese nombre así que como en ese momento estaba haciendo la mudanza para irme a vivir a un barrio nuevo de Majadahonda, donde muchas calles aún no tenía nombre, recordé la canción de U2 Donde las calles no tienen nombre y le puse ese título”. Un acierto sin duda alguna.

Donde las calles no tienen nombre” es una “novela negra psicológica donde se realizan ciertas críticas sociales”, afirma la escritora en la entrevista que mantuvimos en la cafetería de un céntrico hotel en la misma calle donde trabaja en una fundación en la sección de Emprendimiento. “Yo no creo historias, creo personajes, que son los que dan vida a las historias”, explica. Y sus personajes suelen ser profundamente originales y, sobre todo, con mucha fuerza.

“Cuando empiezo a escribir una novela sé perfectamente cómo va a terminar su trama, lo que no sé es cómo van a llegar a ese desenlace los personajes; algunos tienen vida propia e, incluso, algunos demasiada y tengo que terminar con ellos antes de lo que tenía previsto”, expone con seguridad.

Para escribir su nueva novela ha utilizado dos narradores que se van alternando. Está escrita en primera persona por parte de la protagonista María del Pilar González de Ayala, cuyos sentimientos están muy medidos, que decide en un momento dado simplificar su nombre y convertirse en María González, una persona nueva que pretender huir de su pasado y, sobre todo, de su intrigante madre, persona controladora donde las haya y que pretende inmiscuirse en las vidas de las personas que están a su alrededor, sobre todo de la familia. Y el otro es un narrador omnisciente, “con el que pretendo observar las vidas de los protagonistas desde fuera”, advierte la escritora.

María González sospecha que su madre ha tenido una relación directa con las muertes de su padre y de un pretendiente que había tenido ella, justo antes de su boda. Así se convierte en una detective improvisada en un Madrid actual, que cogiendo “el toro por los cuernos” descubre un montón de cosas sobre su madre, una señora de alta alcurnia, residente en el barrio de Salamanca donde todo gira en torno al qué dirán, y sobre la vida.

Mónica Rouanet basa su novela en la terapia sistémica. “Tú no eres tú, eres lo que ha sido tu padre, tu madre, tus abuelos. La familia determina tu comportamiento, tu forma de ser y María González no quiere vivir con esos patrones”, expresa. No quiere ser lo que su madre tenía previsto para ella. El detonante se produce cuando su prometido Gonzalo decide abandonarla casi a las puertas del altar. “La madre le da la vuelta totalmente a la situación. De humillada pasa a ser la que deja al novio y todo gracias a esa madre dominante y machista”, aclara.

La crítica social en la novela se centra en la forma de ser de la madre, algo que ya trató en su primera novela. “La fea burguesía que se da en ciertos barrios adinerados de Madrid, y en otras ciudades”, manifiesta la autora. Una sociedad cuyo único objetivo es aparentar y criticar todo lo que se ve desde fuera, sobre todo su aspecto físico. También hace especial hincapié en el tema del maltrato, y no sólo del físico, sino también del psicológico. El tema de la Guerra Civil también aparece en la novela porque es algo que todavía es actual en algunos barrios de la alta burguesía.

La denuncia de esos temas le ha llevado a la novela negra, aunque no sea precisamente el género que más lee. El tiempo que dedica a la lectura lo utiliza en leer a autores como Tom Spanbauer, escritor minimalista y con una filosofía de la escritura que él define como peligrosa. De los españoles le gustan Fernando Marías, que presentó su libro en la Fundación Telefónica, José Carlos Somoza, Eduardo Mendoza y Pablo de Aguilar González. Se suele fijar en cómo escriben, en cómo utilizan las subordinadas y en su estilo.

Como escritora se define como “una persona muy imaginativa que siempre estoy pensando en varias cosas a la vez. Veo a una persona por la calle y empiezo a inventarme historias sobre ella”. Pero más que escritora se define “primero como madre, luego como trabajadora por cuenta ajena y en el tiempo que me dejan mis obligaciones, escribo”, concluye. Este parece ser el sino de la mayoría de los escritores: tienen que tener un empleo para poder vivir porque de la literatura sólo viven un puñado de privilegiados.

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