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Juan Luis Bedins
Juan Luis Bedins (Foto: Raúl Medina)

Entrevista a Juan Luis Bedins con motivo de su reelección como presidente de CLAVE

martes 21 de enero de 2020, 10:53h

El pasado 8 de enero de 2020 en El Museo de la Ciudad de Valencia Juan Luis Bedins fue reelegido por unanimidad presidente de CLAVE, en el que será su tercer mandato (2020-2024), de este tema y de otras relevantes cuestiones sobre su vida y sobre su obra nos hablará Bedins en esta interesante entrevista.

Migración del alma
Migración del alma

Cómo te sientes tras haber sido nuevamente reelegido presidente de CLAVE.

Muy feliz. Tuve un apoyo unánime y fui reelegido por aclamación a petición de Jaime Siles; es decir, sin una sola abstención ni voto en contra. Pienso que tenemos un gran equipo para hacer cosas muy buenas por CLAVE y por la literatura valenciana.

Cuántos son ya los años sumados hasta la fecha como presidente de CLAVE. Y… ¿cómo ha quedado la directiva en estos momentos?

Llevo ocho años como presidente de la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios (CLAVE), es decir, dos mandatos. Y ahora afronto un tercer mandato. Cuatro años por delante para desarrollar nuestros proyectos; con muchas ganas de trabajar y con la ilusión a tope. Y también con sentido de la responsabilidad.

En cuanto a la Junta Directiva para la actual legislatura (2020-2024), quedó de la siguiente manera:

PRESIDENTE: Juan Luis Bedins

VICEPRESIDENTE 1º: José Vicente Peiró

VICEPRESIDENTE 2º: Elia Saneleuterio Temporal

SECRETARIA: Angélica Lambru

VOCAL 1º: Mar Busquets Mataix

VOCAL 2º: Rafael Correcher

VOCAL 3º: Rosa Montolío Catalán

VOCAL 4º: Elga Reátegui

VOCAL 5º: José Antonio Olmedo

VOCAL 6º: Gregorio Muelas

VOCAL 7º Nieves Michavila

VOCAL 8º Mamen Monsoriu

VOCAL 9º (CS): Rosa María Vilarroig

VOCAL 10º (AL): Joaquín Juan Penalva

VOCAL 11º (MA): Rafael Soler

Qué cambios se piensan impulsar dentro de esta nueva etapa.

Fundamentalmente, queremos seguir trabajando en la línea de mejora y crecimiento de nuestra asociación. Y, sobre todo, pretendemos actualizar la página web y hacerla más dinámica; y recuperar la revista que siempre hemos tenido; en los últimos años era una revista virtual. Este último mandato ha estado parada y la tenemos que recuperar para que represente verdaderamente a CLAVE y al potente colectivo de escritores y escritoras valencianos. En principio, nuestra idea es sacar una revista al año, en otoño, y que recoja las actividades más destacadas de la asociación a lo largo del curso.

Y volviendo un poco la vista atrás: ¿cómo termina Juan Luis Bedins un día siendo presidiendo CLAVE y luego siendo varias veces reelegido?

Cuando Pedro J. de la Peña dimitió como presidente de CLAVE, creo recordar que en el 2010, aceptó entonces la presidencia una de las vicepresidentas, Gloria de Frutos; Gloria y José Vicente Peiró hicieron un enorme trabajo para sanear y reorganizar una asociación que había quedado bastante tocada. Estaban al frente de un grupo entusiasta en el que yo figuraba como vicepresidente. Gloria de Frutos estuvo dos años, al cabo de los cuales lo dejó por motivos personales y de salud en aquel momento. Entonces fue cuando la junta directiva me propuso que fuera yo ante mi sorpresa total. Aquello tuvo bastante de “encerrona”. Yo me lo pensé unos meses y al final acepté el reto y la responsabilidad. Esto fue a finales del año 2011. Y en enero de 2012 hubo elecciones y salí elegido como presidente de CLAVE. Y hasta la fecha.

Cuéntanos también brevemente la historia de CLAVE: cómo, cuándo y por qué nace.

Nuestra asociación ha cumplido en 2019 treinta y cinco años. Nació en 1984. Un grupo de escritores, sobre todo poetas, que escribía en castellano, decidió crear esta asociación para recuperar peso a nivel cultural en el panorama literario valenciano ante el auge que estaba tomando la literatura en lengua catalana, con un buen apoyo institucional en esos momentos. Por eso, el primer nombre que tuvo esta asociación fue el de Asociación de Escritores Valencianos en Lengua Castellana. A mí me parece horroroso etiquetar tanto las cosas, pero así estaba entonces. A ellos se les sumaron los críticos literarios. Después hubo vaivenes y rupturas entre escritores y críticos, las crisis que debe asumir cualquier organización para madurar. Finalmente, se impuso la cordura, ya que la fragmentación empobrece y la unión hace la fuerza. Y a la nueva reunificación se la llamó Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios, la actual CLAVE; todos unidos. Si bien predomina la escritura en castellano, hoy en día no hacemos distinciones. Y los escritores que la formamos no es preciso que hayan nacido en la Comunitat Valenciana sino que residan aquí y en ella desarrollen su quehacer literario, independientemente de su lugar de origen.

Y teniendo en cuenta todos los años que llevas al frente, qué es sobre todo lo que destacarías de CLAVE.

Yo destacaría la calidad de sus miembros y cómo el colectivo ha sabido madurar, crecer y adaptarse a los tiempos. Se han hecho cosas muy importantes, proyectos excelentes. Y actualmente debe ser un referente en el asociacionismo valenciano y español, en general. Tenemos una importante masa de socios y socias, y abarcamos todos los géneros literarios.

¿De qué manera crees que CLAVE ha marcado e influido en la vida literaria valenciana?

Sin lugar a dudas, ha influido mucho. Como he comentado, CLAVE ha llevado a cabo proyectos muy importantes, ha dado voz a mujeres escritoras, hasta los años noventa del pasado siglo bastante desconocidas, incluso ninguneadas. Ha sido una plataforma ideal para que muchos escritores y escritoras se hayan podido dar a conocer. Y, además, organiza desde hace varias décadas los Premios de la Crítica Literaria Valenciana, todo un referente en España, ya que recoge gran parte de la historia de la mejor literatura valenciana en los diferentes géneros. O sea, que CLAVE ha sido un colectivo fundamental, que junto a otras asociaciones hermanas ha trabajado mucho por elevar el nivel cultural valenciano.

Ahora háblanos un poco de ti y de tu última obra poética: MIGRACIÓN DEL ALMA.

Yo escribía poemas desde adolescente, pero fue en enero de 1984 cuando di el salto a la vida pública valenciana al incorporarme a la Agrupación Literaria Amigos de la Poesía de Valencia, que por entonces presidía el poeta Vicente Casp Verger. A los pocos años ya me asocié a la Asociación de Escritores, la que hoy es CLAVE. La mía es una historia de maduración, de crecimiento y de trabajo constante.

Respecto a “Migración del alma”, mi más reciente poemario, es un libro de transición, se trata de una etapa “migratoria”, como dice el título, es decir, de cambio. Abarca una serie de poemas, quince en total, en general más bien extensos, que vienen a enlazar dos épocas de mi vida, aproximadamente entre 1988 y 1993. Ese lustro es muy importante para mí; yo diría que incluso fundamental; por eso aparece poetizado en este libro.

¿Por qué es Tánger uno de tus poemas más emblemáticos de este poemario?

“Tánger” representa el viaje, el cambio, la apertura, el conocimiento de un nuevo mundo y de otras culturas… Este poema tiene una mezcla de experiencia real con otra parte más onírica. Yo he recorrido Marruecos en dos ocasiones: la primera, con mi primo Luis Fos Ortega, a quien dedico in memoriam el poema, ya que desgraciadamente falleció a los dos años de nuestro viaje, todavía muy joven; fue en verano, de vacaciones y en plan turista; la segunda fue en invierno, en vacaciones de Navidad, y fue en plan viajero con un grupo de amigos y amigas. Dos viajes al mismo lugar y completamente distintos, que me dieron una visión diferente del mismo país. Unas experiencias inolvidables. Y la puerta de entrada a ese otro mundo, tan distinto al nuestro, era y es Tánger, una bonita ciudad en la que disfruté mucho, como lo hice en todo el país. Llegué hasta el Sahara entrando por Erfoud. Una maravilla. Podría contar muchas experiencias de ambos viajes. A la gente le encanta este poema y en muchos recitales me lo han pedido. Además, hice una edición artística del mismo con la pintora Ana Vernia; una edición manual extremadamente cuidada a cargo de Esperanza Vives.

Cómo definirías tu poesía. Y cómo la han visto otros y qué cambios crees que ha ido experimentado con el paso del tiempo.

En general, no me gusta definir ni etiquetar las cosas. Pero te diría que la mía es una poesía muy personal, ajena a las modas o las tendencias imperantes en cada momento. Escribo lo que me apetece y como me apetece; y teniendo o tratando de conseguir una voz propia, pienso que toco registros diferentes. Mi poesía es más bien de carácter intimista, de reflexión, de recreación de emociones y experiencias. A través de ella trato de conocerme y comprenderme mejor, y también el mundo que me rodea. Mi poesía se fundamenta en el ser humano, en la persona, en su doble vertiente: en relación consigo mismo y con su entorno.

Para mí la poesía es comunicación, es emoción, es conocimiento, es experiencia, es memoria. Poesía es vida, suelo decir. Mucha gente sí que me ha comentado que mi poesía no le deja indiferente, incluso aunque no le guste del todo; en general, me han comentado que les produce emoción y a veces una sacudida interior, por el lenguaje lírico que empleo y por el uso que hago de las metáforas, con las que siempre he tratado de experimentar.

Pero mi poesía ha evolucionado, claro. De una poesía más simbólica y algo surrealista de mis dos primeros libros, a otra más reflexiva, más madura y más meditativa; más discursiva sobre los aconteceres de la vida.

El pasado año te jubilaste. Y es, por tanto, un buen momento para hacer balance, ¿qué te han aportado tus años como profesor y más tarde como director del colegio Ausiàs March de Paiporta?

Efectivamente, el pasado mes de octubre se cumplió un año de mi jubilación. La experiencia de mi vida laboral ha sido maravillosa, con lo positivo y con lo negativo que ha habido. Dedicarte a lo que te gusta, a lo que es tu vocación, es una suerte. He estado treinta y seis años en el mundo de la educación: treinta y cinco como docente y el último en la Conselleria de Educación, en la Secretaría Autonómica. Y puedo afirmar que he disfrutado mucho con mi trabajo, y que en muchas ocasiones mi trabajo ha sido mi hobby. Comencé a trabajar en 1982, año en que aprobé las oposiciones, y he dado clases en la antigua Educación General Básica, en la Educación Secundaria Obligatoria y en Primaria. Además, he sido director de un centro público veintidós años consecutivos. Es decir, no he tenido tiempo de aburrirme.

Este trabajo me ha aportado un conocimiento más amplio de la vida, y, sobre todo, de las personas. La experiencia te ayuda a manejar situaciones algunas veces bastante conflictivas; y también a tratar a la gente, a empatizar con ella y a comprenderla mejor.

De todos estos años de trabajo me quedo con las experiencias vividas, con el respeto y el cariño con el que, en general, he sido tratado; y, sobre todo, el buen trato, el respeto y el cariño que por lo general he recibido de mis alumnos y alumnas. Ellos han sido la principal fuente de combustible para que yo estuviera motivado a tope en mi quehacer cotidiano. Pienso que mis alumnos habrán aprendido de mí; pero, sin duda, yo también he aprendido de ellos.

¿Qué tres sabios consejos les darías p. e. a nuevos profesores o a cualquier persona interesada en una enseñanza de calidad?

Esto de dar consejos es muy complicado; y, además, muy peligroso; porque la experiencia de cada uno es muy personal. Y no creo que lo que yo aporte tenga nada de sabio. Pero me voy a arriesgar: en primer lugar, a los nuevos profesores o directores de centros educativos, o a quienes desean acceder a esta profesión, les diría que tengan un gran sentido del respeto por las personas, y especialmente por los alumnos. Los educadores no trabajamos con máquinas o con otros instrumentos, sino con personas; y hemos de respetar mucho a las personas y sabernos poner en el lugar del otro; es decir, tener empatía. El respeto no se impone ni lo aporta un cargo; el respeto se gana con la actitud de cada uno y siendo consecuente en su actuación diaria. Si respetas te respetarán.

En segundo lugar, les diría que no tengan miedo a trabajar. Que trabajen sin desmayo, porque es una profesión hermosa y siempre da sus frutos, aunque muchas veces estos no se vean de manera inmediata; llegan tardíamente, pero llegan; y, para ello, hemos de sembrar continuamente.

Y mi tercer consejo sería que no hagan distinción de personas, es decir que no sean sectarios ni actúen por amiguismos o favoritismos. Hay que tratar a todos por igual y con el mismo respeto, te gusten más o menos, te caigan mejor o peor. De esta manera se es justo y puedes gustar o no gustar, pero tendrás el respeto generalizado de los demás.

Para finalizar esta entrevista, me gustaría que eligieses un poema o al menos un par de estrofas de tu poemario “Migración del alma” (El Sueño del Búho, 2018) y que las compartieses con todos nosotros si eres tan amable.

Vale. Voy a compartir dos fragmentos que son muy significativos porque recogen de alguna manera el espíritu del libro. El primero de ellos corresponde a los cuatro primeros versos del poema “Vida”:

“Digo vida con cualquier pretexto,

digo vida entre los pliegues de la tierra

bajo las firmes columnas del océano

junto al límite de luz que nos separa”.

Y el segundo fragmento corresponde al final del poema que cierra el libro y que se titula como el mismo poemario, “Migración del alma”:

“Seres queridos,

os convoco en esta hora milagrosa,

en esta hora en punto de mi vida

en que la delicada música del recuerdo

invade todas mis estancias,

os convoco como testigos

de esta mutación necesaria y singular.

Migración de palabras,

migración de silencios.

De este cuerpo, del tiempo y de la historia.

Eterna migración del alma”.

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