Se opone al mecanicismo contemporáneo, que reduce todo a fórmulas y técnicas, así como a reglas y mecanismos. La inspiración, en su sentido más literal, implica respirar; en un contexto más amplio, se trata de establecer una conexión con la vida, el misterio y la imaginación que esta conlleva, así como con una naturaleza que, aunque acorralada, sigue siendo resistente y con nuestra propia infinitud.
Ir más allá de la miseria mecanicista que nos transforma en meros códigos y programas, previsibles y manipulables, es un objetivo fundamental. En este sentido, Bécquer se convierte en un símbolo de resistencia contra una sociedad deshumanizada, donde todo parece ser una cuestión técnica. Su intimismo y su constante búsqueda de inspiración nos liberan y rescatan, permitiéndonos escapar de un entorno que nos empobrece y masifica, despojándonos de nuestro espíritu y personalidad. Además, se nos obliga a adquirir interminables máquinas que enriquecen a otros a expensas de nuestra economía. Costa anhela recuperar el aliento, la inspiración y el misterio irreductible de cada individuo, así como la libertad que este misterio conlleva, en oposición a un presente que reduce todo a fórmulas y nos esclaviza mediante ellas.
La manifestación de la inspiración se observa en diversos autores, abarcando desde Emerson hasta el autor del antiguo tratado “De lo sublime”, así como desde Platón y Lao Tse, hasta Chopin y el pintor chino Li Cheng. Su estilo es libre, intimista y fragmentario, evitando procedimientos obligados y la impersonalidad académica.
Nacido en Barcelona en 1956, Antonio Costa Gómez es autor de miles de artículos y ha escrito treinta libros, destacando títulos como “La casa que se tragó el otoño”, “El cuarto de Dylan Thomas”, “La carne detrás de la niebla” y “Las campanas”. Además, disfruta del vino tinto.
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