"Amada Carlota" es la obra más impactante de Marta Robles hasta el momento. Se caracteriza por el suspense propio de un thriller, la sofisticación de una gran literatura y una verdad que conmueve profundamente. En su narrativa, la autora teje una historia que transita entre el pasado y el presente, donde el carismático detective Tony Roures, con experiencia en guerras y desengaños, se ve obligado a confrontar el misterio más personal: aquel que involucra el corazón de la mujer a quien ama. En su última novela se atreve a afrontar el tema de los robos de bebes en la época franquista y hasta bien entrada la democracia en España. ¿Qué le impulsó a tratar este episodio tan doloroso y oscuro de nuestra Historia en el que, además, no se ha podido hacer justicia y condenar a los culpables? Bueno el robo de bebes es solo una parte de la novela, la trama más destacada, sí, pero al servicio de una intención literaria que la recorre, como también a la subtrama y que no es otra más que la de dar voz a las mujeres, abrirles la puerta para que alcen la voz y desvelen los secretos que han guardado durante décadas en nuestro país. Si la violación es un arma de guerra contra las mujeres, el robo de bebes es otro tipo de arma que se utiliza cuando se alcanza el poder a través de las armas, en la posguerra con el objetivo no solo de causar dolor, sino de adoctrinar a los niños. La historia más cercana siempre es la que más duele y a mí me dejó en shock descubrir que un hombre de apellido laureado había sido el artífice de la teoría del gen rojo, que para mí no era más que una burda manera de justificar ese injustificable robo de bebes. Este hombre, Antonio Vallejo-Nájera, pasó a la historia como un gran psiquiatra, pese a sus libros de eugenesia y esa descabellada hipótesis según la cual los portadores de un gen rojo eran inferiores, degenerados moral, social e intelectualmente…Se empeñó en hacer numerosos experimentos para demostrarlo, que obviamente no concluyeron tal disparate, pero si le sirvieron para argumentarlo y para que el régimen arrebatara a muchos niños a sus madres republicanas. Junto a ese sentimiento de supremacía ideológica que se lo permitía, estaba también del de supremacía moral por parte de una iglesia que iba en concordancia con el régimen y a cuyas monjas pusieron al frente de los establecimientos sanitarios. Naturalmente desde su punto de vista, tampoco las “chicas descarriadas” y sin posibles, debían criar a sus hijos… Insisto en que esta es el alma de la posguerra y se ha dado en Argentina, El Salvador (como recuerda el detective Roures en la novela) o en tantos otros lugares. Y resulta aterrador porque no hay mayor dolor que el que se le inflige a un padre y sobre todo una madre cuando se le roba un hijo; pero casi es más aterrador pensar que, en nuestro propio país esta práctica delictiva continuó durante muchos años de democracia, ya no sustentada por la ideología o la moral sino convertida en puro negocio. Un negocio bastante fácil, por otra parte, hasta 1987, porque los políticos no se preocuparon de cambiar la ley de adopciones. Un delito, por cierto, muy difícil de perseguir, porque cuando se llega a probar suele ser tarde y ya ha prescrito. De los españoles que nacimos en ese tiempo ¿qué porcentaje cree que es consciente de que se produjo ese robo de bebes y cuántos desconocen su verdadera identidad? La mayor parte de los españoles sabe que existió robo de bebes en España, pero hay quien lo duda incluso o quien lo justifica… Lo que era muy desconocido era todo lo relativo al gen rojo y a Vallejo Nájera. El psiquiatra “limpió” su nombre gracias a que su hijo fue un reconocidísimo y estupendo psiquiatra, y el resto de sus descendientes personas todas, de méritos destacados. Como siempre digo, probablemente todos tenemos en nuestro árbol genealógico alguna mancha, la conozcamos o no; y probablemente pertenezca a una persona que para nosotros fue un familiar querido y que se portó maravillosamente con nosotros. Y luego, ¿qué porcentaje de españoles vivos desconoce su identidad ahora mismo? Es difícil saberlo. Las cifras que han dado diversos investigadores varían entre los 30.000 bebes robados ¡y los 300.000! Yo no me atrevo a decir quién está más cerca de la verdad, aunque en las fuentes que he consultado parece que se decantan más por la primera (que igualmente, es escandalosa). Entre los propios bebes robados y sus descendientes… ¡imposible dilucidar cuántos españoles desconocen su verdadera identidad! Otro de los asuntos que se tratan en "Amada Carlota" es el de los abusos y el sometimiento en las familias. Un asunto espinoso que callaron muchas mujeres durante mucho tiempo. Algunas ni siquiera en nuestros días se atreven a hablar, de lo que sufren en su círculo más íntimo, porque se avergüenzan ¿por qué la vergüenza sigue sin estar en el lado correcto? Uno de los comportamientos más habituales en las mujeres maltratadas y abusadas es el de asumir la culpa de esos maltratos y abusos. Habría que preguntar a psicólogos y psiquiatras expertos en la materia, pero yo lo he comprobado cuando he trabajado con ellas. Yo creo que todo tiene que ver con que las mujeres seguimos llevando incorporada esa ridícula creencia de que una mujer buena ha de tener la honra a salvo. No es una cosa del pasado. Ahora, por ejemplo, cuando se hace público un video de contenido sexual protagonizado por chicos (salvo excepciones) sigue habiendo casi la misma broma y hasta el orgullo de algunos… Si es un video sexual protagonizado por chicas, inmediatamente se las señala. Y ellas se avergüenzan tanto, que en alguna ocasión se han llegado a quitar la vida. Si hay dos insultos que se nos han arrojado a la cara a las mujeres a lo largo de la historia de la humanidad son los de puta e histérica. Y los dos apuntan a cuestiones sexuales, porque el segundo comenzó a proferirse referido a los “nervios” de las mujeres cuando no podían permitirse alcanzar el orgasmo. De hecho, ni se nombraba el orgasmo de las mujeres. Cuando se les provocaba un orgasmo para “curarles” los nervios se hablaba de “paroxismo”. En fin, que aunque parezca increíble, hasta en el siglo XXI y después del Meetoo, las mujeres seguimos asumiendo culpas que no nos corresponden y callando sobre abusos, sometimientos y maltratos porque nos avergüenza exhibir una “honra mancillada”. En esta novela, precisamente yo quería dar voz a las mujeres, para que quedara muy claro que cuando las mujeres se deciden a hablar pueden cambiar las cosas. Sus propias situaciones y las de los demás. Porque muchas veces callan por esa vergüenza de la que hablábamos y porque las han hecho creer que no son nada, que nadie las creerá y que no servirá de nada lo que cuenten, por sus hijos, porque no tienen dónde ir ni a quién acudir… Yo quería dejar claro en esa novela que eso es un engaño más. Que cuando las mujeres hablan pueden conseguirlo todo. Otro de los asuntos espinosos es el que se refiere a los ciber crímenes, al abuso de poder de un profesor universitario sobre sus alumnas y a la grabaciones que coloca en la dark web. ¿Considera usted que los gobiernos están preparados para luchar con los criminales que operan en la dark web? Pues hasta donde sé, de momento lo tienen muy complicado. La dark web tiene muchas herramientas para la protección de identidad quien la utiliza, así que es muy difícil pillarlos. De momento, es un universo tan oscuro somo su nombre, al que no es nada sencillo controlar y donde ocurren toda suerte de aberraciones, pornografía infantil, tráfico de armas, de drogas, trata de mujeres, sicarios… Por eso hay que recomendar siempre que si alguien por curiosidad o lo que sea se decide acceder a la Dark Web sepa que tiene que ser muy cuidadoso porque puede acabar estafado o incluso algo peor… Pero el hecho de llegar hasta Dark Web en esta novela es para dejar claro que los abusos sobre las mujeres se producían en el pasado, en nuestro presente más reciente y en ese otro de las nuevas tecnologías que parece incluso del futuro.
AMADA CARLOTA es la cuarta novela protagonizada por el deterctive Tony Roures, precedida por A menos de cinco centímetros, La mala suerte y La chica a la que no supiste amar. Es un personaje entrañable que nos ha proporcionado muchas horas de placer al que, al menos yo, le confieso que me he “enganchado”, ya que todas estas novelas son realmente adictivas. Pero desde el punto de vista de usted, la creadora del personaje, ¿se ha encontrado en algún momento pensando en Tony casi como si fuera una persona de carne y hueso, le ha puesto en alguna ocasión un sitio en su mesa para cenar o sabe distinguir perfectamente realidad y ficción? Tony Roures forma parte de mi propia vida de tal manera, que hablo de él como si fuera uno más de la familia. Sé cómo piensa, lo que le gusta, lo que no, como siente, cuanto sufre, el daño que le hace el tabaco, cómo suena su viejo coche, como se comporta en la mesa, en la cama, como odia, como sueña, como ama… Creo que lo que le hace tan de verdad es que para mí es de carne y hueso. Y que él y yo nos queremos profundamente (como amigos, que él si cree en la amistad entre hombres y mujeres, aunque su amigo Prieto tenga una opinión distinta), como diría Wilde, “ pese a sus defectos y mis reproches”. Mis amigas me dicen que les busque un Roures y yo les digo que al único que conozco es al de mis novelas. Que tiene un poco de mi marido, un poco de algunos amigos y un mucho de mí aunque desde la distancia, porque él es hombre y yo mujer. ¿Cree que es muy importante para sus novelas lo que ocurre alrededor de las tramas? La relación amorosa entre Roures y la jueza, las de camaradería con su colaborador, El manos o con el policía Paco Prieto, sus conversaciones con la portera… Para mí es muy importante la intrahistoria de las historias. Creo que al lector le gusta saber cuáles son las manías y rarezas de los personajes, si son de fiar, cómo piensan, si son simpáticos, huraños, mezquinos o bondadosos. Yo me esmero mucho en que las investigaciones de Roures queden tan descritas, como sus relaciones con el resto de los personajes. Quiero que quede claro cómo es cada uno. El arquitecto Mies Van der Röhe decía “Dios está en los pequeños detalles”. Y yo coincido tanto con él, que creo que las grandes historias se construyen a través de las pequeñas cosas que ocurren en las vidas cotidianas de los personajes. No todo puede ser acción trepidante, también tiene que haber confusión, reflexión, humor… Tiene que caber de todo como en la propia vida, donde hay momentos buenos, malos, trágicos, divertidos y, dentro de ellos, algunos importantes y otros intrascendentes. ¿Y cómo ha hecho para conseguir que una historia tan oscura, sea también luminosa o, al menos, tenga tantos puntos de luz? Pues haciendo que, en esta novela negra, negrísima como usted dice, quepa también la esperanza. Y cabe porque las mujeres se deciden a hablar y son capaces de salir de pozos oscuros como el de la depresión o el de las drogas, al que en esta novela y tantas veces en la vida real, llegan a través, precisamente, de la depresión. En esta novela, además de maldad y destrucción hay capacidad para la reconstrucción. Y mucho amor y mucha lealtad. Y todo eso sumado a la buena música y a la literatura, que siempre están presentes en las novelas de Roures, como elementos que forman parte del propio desarrollo de la historia, aportan mucha luz. Creo que Amada Carlota es una novela tan oscura en algunas partes como luminosa en otra, sí. Y resulta conmovedora en el lado de las luces y en el de las sombras. ¿Y cuando volveremos a disfrutar de la jueza Aguado y de Roures? ¿Está ya escribiendo sus próximos casos? Solo espero que no le haga cumplir años muy rápido, para que sus lectores podamos seguir disfrutando también de su tercera edad. ¿Se ha planteado que podría dejar el tabaco en su próximo libro? Creo que Roures no va a cumplir más años. Se va a quedar en esa edad, que para eso es un personaje de ficción y me lo puedo permitir (lo hacía Agatha Christie con Miss Marple). Y no sé si dejará el tabaco. Ya veremos. Todo puede ocurrir. Lo cierto es que el tabaco no sirve en mis novelas para envolver un universo inquietante y sugerente como en las novelas y el cine negro de antaño, sino para recordar lo malo que es, lo mal que le sienta al detective, que no consigue dejarlo por el puro vicio y porque hay veces que la realidad sin difuminar por el humo se le vuelve muy hasta arriba. De todos modos, ahora no estoy pensando en la siguiente novela de Roures, porque antes llegará otra diferente; pero Roures, fumando o no, seguirá dando guerra porque los lectores lo quieren y porque yo no puedo vivir sin él. Puedes comprar el libro en:
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