Un conocido diputado nacionalista aparece asesinado en extrañas circunstancias en Montjuic. El crimen desata un esperpéntico torbellino de acontecimientos con el llamado proceso catalán de trasfondo. Policía, justicia y clase política se ven envueltos en un lío como la recientemente clausurada plaza de toros de Barcelona: monumental. De este modo, nos encontramos con la investigación que realizan en paralelo la policía nacional y los mossos d’esquadra para esclarecer los hechos y averiguar la identidad del asesino y sus motivaciones.
Si algo hubiera que destacar de
Banderillas negras por encima de todo es el tono de humor en el que está escrita la novela. Es un humor irreverente y corrosivo que arrasa sin piedad con todo lo que toca, envolviendo cada aspecto de la trama y sacándole punta a todo. Está centrado fundamentalmente en la situación política y logra parodiarla con unos niveles de ironía y humor negro inigualables.
Saquemos como ejemplo el nombre del presidente del gobierno, Alonso Quijano. ¿Manera de decir que los políticos están locos, que tienen el cerebro seco, que no se dan cuenta de la realidad aunque la tengan bajo sus narices…? Otro ejemplo, para mí el mejor con diferencia, es la forma en la que un banquero explica el tema de las preferentes: como una medida necesaria para que los ciudadanos puedan absorber las pérdidas de los bancos y así no poner en peligro la estabilidad financiera del país. Vamos, que explicado así, parece hasta un propósito altruista y todo. O la explicación a por qué no se eliminan las instituciones que están duplicadas en Cataluña. Y podría seguir, pero mejor lo dejo para cuando lean la novela.
Por otro lado, la trama combina la alta política, tanto del gobierno central como del gobierno catalán, con las investigaciones de las fuerzas policiales nacionales y catalanas y los episodios en los que el asesino entra en acción. La intriga consigue mantenerse en todo momento y el retrato de las fuerzas de seguridad y también del poder judicial es muy bueno, aunque hay que tener en cuenta que dicha representación se encuentra parodiada a saco.
En definitiva,
Banderillas negras es un divertido y corrosivo thriller en clave de humor con una trama en la que los rasgos grotescos y absurdos se asemejan cada vez más a la realidad del país.
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