“El asesino del acantilado” de Antonio Manzanera

Cada novela que da a la imprenta Antonio Manzanera es un paso importante en su carrera. No es el típico escritor que narra de manera similar en cada una de sus obras. El autor siempre busca la sorpresa y lo consigue. Quizá ésta sea su novela más redonda, ambiciosa y original. Originales lo son todas las que ha escrito hasta el momento, tanto por lo que cuenta, como por cómo lo cuenta. Además, el cambio de editorial creo que le ha sentado de maravilla para dar mayor proyección a su obra, aunque echo de menos algo más de promoción, ya que la novela se merece una mayor difusión.

La trama es mejor no desvelarla, aunque, la verdad, es difícil de contar. La novela está dividida en tres capítulos. El primero se desarrolla en 1984 en la ciudad de Los Ángeles, la segunda en 1989 y la tercera, y última, en 1977. Siempre en la misma ciudad, aunque es distintas localizaciones, en los tres casos se desarrolla durante el mes de febrero. Al finalizar el primer capítulo sabemos el final de la historia pero quedan sin aclarar mucho de lo ocurrido, por lo que hay muchos flecos de la historia sin cerrar, que el autor irá desvelando en los capítulos siguientes.

Su técnica narrativa, cómo se habrán dado cuenta, es profundamente original. Al terminar, no pude resistir la tentación de volver a leer la novela empezando por el tercer capítulo y descubrí algunas cuestiones que había pasado por alto. Con Antonio Manzanera, el lector tiene que estar muy atento en cada línea que lee, ya que el despliegue de datos y acontecimientos hace que la historia de Ralph Sanders, cerebro del atraco a un banco, hace de la narración un auténtico puzle.

Al comenzar a leer la novela, suponemos que el detective privado Cheney Moore será el protagonista de “El asesino del acantilado”. Moore es el típico detective perdedor, que recibe más palos que una estera por parte de los mafiosos y de la policía. La novela comienza narrada en tercera persona y va presentando a todos los personajes que nos encontraremos posteriormente y años antes.

Al final de de ese capítulo aparece el supuesto mafioso Frank Madison, se ha cambiado el apellido italiano para pasar desapercibido, es cuando la novela pasa a ser narrada en primera persona por este original mafioso que pasó unos años en la cárcel, como vigilante de prisiones para purgar una pena cometida años antes. Madison nos va contando la historia de una forma muy particular que hace que vayamos atando cabos poco a poco y sorprendiéndonos cada vez más con lo que nos va contando.

Antonio Manzanera consigue narrar la historia con una fluidez asombrosa. Como dije antes, parecida a los clásicos americanos, Chandler, Hammett o Thompson. ¡Ahí es nada! Sus metáforas de estilo californiano, sus descripciones de un tiempo pasado se ajustan al patrón clásico de la novela negra tipo hard-boiled. Crudeza y lucidez hay en cada página del libro. Su lectura raspa y rasga para dejarnos sin aliento. Nos sumerge en un pasado con visión de futuro. Ningún amante del género debería dejar de leer este libro. Me agradecerán la recomendación.