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Entrevista a Carlos Castán, autor de "La mala luz"

"El libro que escribo si no lo hago yo, puede quedarse sin escribir"

Por Javier Velasco Oliaga
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Carlos Castán acaba de publicar en ediciones Destino su primera novela titulada La mala luz. Son justo las últimas palabras con las que acaba la narración. Hasta ahora el autor barcelonés se había dedicado con cierto éxito al cuento, a la narración breve. Pero la historia del narrador se merecía una extensión distinta al cuento, "cada historia tiene su extensión y ésta requería la de una novela", explica en la entrevista que mantuvimos en un céntrico hotel madrileño.

La mala luz está escrita en primera persona, era la voz que pedía la novela. "Todas las historias requieren una voz, un tono y una extensión adecuada. Ésta está escrita con una determinada intención, con la intencionalidad que requiere mostrar algo, en este caso el cansancio, el miedo y las experiencias de los protagonistas", desvela el novelista. Esas experiencias tienen que ver mucho con el autor, tanto el narrador como el escritor han llevado una vida casi paralela. Nacidos en Barcelona, pasaron la adolescencia en el Madrid de los ochenta, tóxico y veloz y recalaron en su madurez en Zaragoza. El autor, para dar clases de Filosofía en un instituto de la capital maña, el protagonista para encontrarse con sus recuerdos.

Esa son las similitudes, el resto es ficción, aunque algunas cosas sí han sido sacadas de la propia vida y experiencia del autor. "La autoficción es inevitable", opina. Los recuerdos del servicio militar impregnan la obra enfrentados a los acontecimientos de los campos de concentración nazi. Salvando las distancias, había ciertas similitudes: campos rodeados de cables de espino, garitas de vigilancia, etc.

"La voz del narrador es disgresiva. Son unos continuos monólogos interiores que duran toda la obra, los cuales son muy eficaces para contar el tipo de historia que tenía que contar", reflexiona. Esa voz dispersa y subjetiva no busca otra cosa que la objetividad, la cual persigue una mayor identificación con el lector. "Me ha interesado más la voz que la propia historia, aunque el hilo narrativo lo he hecho lo más potente que he podido para que el lector no pierda interés por la narración", reconoce sutilmente Carlos Castán.

La mala luz es la búsqueda del sentido de la vida, tanto de Jacobo, el amigo del narrador, como él mismo. Hasta tal punto que el narrador investiga la vida del primero y hasta de si mismo como si fuese él otra persona. "Todos tenemos necesidad de mirar hacia atrás para saber quiénes somos y dónde se torció nuestra vida. Nuestras certezas suelen ser muy débiles y un análisis retrospectivo de nuestra vida suele ayudar para encontrar esas certezas", desgrana.

Ese análisis hace que maduremos, "la madurez es un aprendizaje de la decepción, el darse cuenta del engaño que hay en muchas cosas", opina el escritor. Al análisis se llega sobre todo de la mano del recuerdo. "Un mismo recuerdo es distinto cada vez que se evoca, depende del momento en que estemos. Un mismo episodio se puede reconstruir tantas veces como venga a la memoria", desentraña el escritor. Y ese momento es fruto del azar.

Los protagonistas son claramente unos perdedores, unos solitarios a los que les cuesta enfrentarse a esa soledad y requieren, sobre todo Jacobo, la presencia de sus amigos. Esa sensación de fracaso sobrevuela la narración. "yo no lo he hecho todo mal en la vida, pero sí reconozco que he tenido esa sensación en algún momento dado de mi vida", reconoce con sinceridad el autor Sólo de lo perdido. Esa sensación de fracaso para él viene dada en función de las expectativas. "No creo mucho en el fracaso vital, más bien en el de las empresas", puntualiza.

"Mi intención al escribir es agradar al lector pero, también, es hacer el libro que necesito hacer porque el libro que escribo si no lo hago yo, puede quedarse sin escribir", dice. Para el escritor, todos tenemos algo que contar, sólo tenemos que dar con ello, encontrar la singularidad de cada cual para interesar al posible lector. Reconoce, sin embargo, que él es un escritor que se prodiga poco, pero que lo que escribe es por pura necesidad vital. Todo muy medido y meditado, todo muy literario. Porque La mala luz es pura literatura, un libro muy literario con constantes referencias a otros escritores como Paul Celan, Margarite Duras, etc. Donde abundan escritores que han decidido poner fin a su vida de forma voluntaria.

Su literatura se desarrolla en capas, tiene distintos niveles de lectura, pero ante todo no es una novela para salir de uno mismo y meterse en problemas ajenos, es una novela reflexiva que hace plantearse al lector muchas cosas, "que le remuevan cosas por dentro", enfatiza Carlos Castán. Es una novela llena de pensamientos para luchar contra los tiempos mediocres y tristes que estamos viviendo. Es una novela para repensar la soledad y el futuro gris que se nos avecina. "La mujer está más preparada que el hombre para la soledad", en la novela se ve claramente, Jacobo no está preparado para la soledad y la compañía de Nadia, desencadenante de una trama que nos sorprenderá en su final, nos lo demuestra.

Con La mala luz, Carlos Castán nos demuestra el valor que tiene hoy la literatura, porque su novela es eso, pura literatura que huye de la evasión y se centra en la reflexión, que el lector se enfrente a un espejo y vea lo que refleja. Reflexionando sobre el pasado se podrá entender el futuro, aunque al final no sea más que puro azar.

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