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Paradise Lost
Paradise Lost

El paraíso perdido del Gothic Doom

Por Javier Velasco Oliaga
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h
El pasado 16 de diciembre tuvo lugar en la sala Heineken de Madrid la esperada actuación del grupo gótico metalero Paradise Lost. Éstos británicos de Halifax son considerados unos auténticos rock stars en Alemania y Grecia, aunque son bastante desconocidos en su país. En España, así como en otros países europeos, son un auténtico grupo de culto, por todo ello, su actuación madrileña estuvo llena hasta la bandera e hicieron disfrutar a sus seguidores y a un público variopinto que se concitó en la sala al albur de su fama.

El grupo presentó su clásica formación, encabezada por el cantante Nick Holmes, con los guitarristas Milly Evans en sustitución de Greg Mackintosh que no está en la gira por la enfermedad grave que padece su padre y Aaron Aedy, el bajista Steve Edmonson y el batería Adrian Erlandsson. En el concierto, hicieron un repaso de las canciones de casi toda su discografía aunque se centraron en su último disco Faith Drives Us – Death United Us del que interpretaron cinco canciones, incluida la que da título al disco. El concierto empezó con la canción Rise of Denial, de su último disco. Al principio estuvieron un tanto fríos, ya que les costó dos o tres canciones engrasar la maquinaria y ponerla a un nivel óptimo; estuvieron apoyados por todo el público, que conocedor de su repertorio, acompañó en los coros al grupo.

El grupo fundado en 1988 en la población británica de Halifax, tiene en su haber una larga carrera discográfica con doce títulos. Destaca, sobre todo, el CD Gothic, editado en 1991, y del que interpretaron sólo la canción Eternal. Fueron, asimismo, bien recibidas por crítica y público en general, sus dos siguientes trabajos, Shades of God, del que interpretaron las composiciones Pity the Sanness, segunda en interpretar, y As I die, quinta, de 1992 e Icon de 1993 del cual no interpretaron ninguna canción y se echaron en falta. En la tercera canción del concierto, Erased, la maquinaria ya funcionaba al 100%, perfectamente ensamblados, con un sonido que al principio estaba bastante distorsionado, la voz se aclaró, los punteos empezaron a oírse nítidos y sólo la sección rítmica, incluida la segunda guitarra, daban el punto oscuro y distorsionado de su música, apoyándose, en ocasiones, en sonidos pregrabados, que no quitan frescura a su interpretación.

Las canciones se fueron sucediendo ante el placer de los asistentes, dando un repaso a casi toda su obra, canciones de los discos Symbol of life, In requiem, Draconian Times, One second, fueron interpretados con fuerza y originalidad, sustituyendo los arreglos orquestales y coros de los discos por la fuerza de las guitarras y el bajo, y por un Nick Holmes, espléndido y vibrante con su voz, ronca y , en ocasiones, rota; que supo encandilarse al público con su comentarios y su diálogo con ellos. El concierto pareció quedar breve y ante la insatisfacción del público que quería más, hicieron tres bises. Comenzaron con la canción que da título al último disco y siguieron con Last Time del Draconian Times y terminaron con Say just words del disco One Second, dando por terminada una espléndida jornada de Doomed death metal de la que no estamos muy acostumbrados por estos lares.

Paradise Lost tuvieron como teloneros al grupo suizo Samael, formación que se creó en 1987 en Sion, aunque no fue hasta 1991 cuando publicaron su primer disco Worship Him. Su discografía se compone de nueve obras, siendo las dos últimas, Solar Soul de 2007 y la recientemente publicada Above, discos en los que se basó su actuación. Con un sonido demasiado oscuro, la voz de Vorph estuvo muy distorsionada toda la actuación, al igual que las guitarras de Makro y el bajo de Mas. Sólo los teclados de Xy dieron un punto de evanescente musicalidad, dejando las percusiones a los sonidos pregrabados de la caja de ritmos. Pese a estos pequeños inconvenientes, realizaron una actuación más que digna. Cantaron en un inglés difícil de entender, por la distorsión y el acento francés, pero supieron encandilarse a los asistentes, al presentar una de sus canciones en castellano.

Conciertos de este tipo son los que se precisan realizar por estos pagos. La dictadura de las multinacionales nos está avocando a un mimetismo constante de lo comercial, donde la originalidad, la fuerza y la innovación están siendo aparcadas por una ñoñez compositiva. El traer a España bandas como éstas son un vendaval de aire fresco, que además son bien recibidas por un público ávido de nuevas experiencias y sonidos más innovadores y arriesgados. El resultado, una sala llena hasta la bandera y la sensación de salir de ella con el deber de haberlo pasado realmente bien.

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