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Umberto Eco publica sus confesiones de novelista

Por Javier Velasco Oliaga
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h
Confesiones de un joven novelista
Confesiones de un joven novelista

Umberto Eco ha publicado recientemente unas memorias literarias tituladas Confesiones de un joven novelista en la editorial Lumen. El titulo puede llamar a engaño porque no son una confesiones personales sino literarias y el aunque se considera joven ya no lo es tanto. Si como él considera su vida de novelista comenzó rebasados los cincuenta años de edad, entonces no es que sea joven sino que es un chaval.

El libro es un compendio de confesiones literarias, pero sobre todo cómo se enfrenta un escritor a su obra y cómo la analiza. Eco como semiólogo ha analizado muchas obras clásicas y contemporáneas pero en este libro analiza su propia obra a la luz de su experiencia y del feed-back de muchos lectores que le han hecho llegar sus impresiones. Incluso algunos traductores han aportado su granito de arena y él, en ocasiones, se ríe de ellos, preguntándose si de verdad se han enterado de lo que han traducido.

El libro surgió a raíz de una serie de conferencias que le encargaron y la primera parte del libro versa sobre las mismas. ¿Cómo se enfrenta un novelista ante la creación de sus obras? Umberto Eco lo tiene muy claro, “mi punto de partida es una idea fecunda o una imagen”, escribe en el libro. Él busca esa idea fecunda, original, que quiere desarrollar y la da forma por eso busca temas que a él le puedan interesar para desarrollar sus ideas porque como señala también en el libro “un novelista puede decir cosas que no puede decir un filósofo”.

Ahí está el quid de la cuestión, se aprovecha de sus personajes para que digan lo que él no puede decir como filósofo. Para él, sus personajes tienen vida propia, desarrollan un universo paralelo a la vida real que moldea a su antojo para tratar acontecimientos bajo un prisma diferente y para que sus protagonistas se expresen libremente sin ataduras, desarrollando cuestiones que el lector consiente a un personaje literario y no a un personaje real.

Para Eco los personajes de ficción están en las antípodas de los personajes reales, denominados por él OFE (Objeto Físicamente Existente). Pero esos personajes de ficción aunque nunca han existido en la realidad, sí en la mente de millones de lectores, pueden llegar a ser tan reales como alguien que haya existido en la realidad. Tomemos por ejemplo a Don Quijote o al Conde de Montecristo, personajes que han influido poderosamente en escritores o lectores. O tomemos a Ana Karenina, personaje que salió de la mágica pluma de Tolstoi y ha emocionado a tantos y tantos lectores que la han convertido en un ícono. Su suicidio ha emocionado más que cualquier otro suicidio que haya podido ocurrir en la vida real.

Y aunque señale que “un mundo de ficción es un estado de cosas incompleto”, ese mundo de ficción a veces tiene más vida que la vida real. Eco se ha valido de muchos mundos de ficción para crear unos universos obsesivos y mágicos donde la ficción tiene unas pautas tan reales como irreales pero que sirven para conformar un universo atrayente.

En el libro desmenuza sus cuatro primeras novelas. Sus estudios medievales y su gusto por la novela negra y policiaca le condujeron a escribir su primera novela, y más celebrada, El nombre de la rosa. Después se embarcó en un proyecto contemporáneo con El péndulo de Foucault. Narró aventuras del Oriente más paradisíaco en La isla del día de antes donde definió con una soltura estremecedora espacios cerrados y volvió a su querida Edad Media con héroes tan originales como Baudolino.

Este es su mundo, un mundo profundamente original donde utiliza miles recursos con una soltura apabullante, recursos que sólo un estudioso puede utilizar, la meta narrativa quizá sea su punto fuerte, donde el escritor habla directamente con el lector haciéndole partícipe de la narración y modelando a su gusto tanto al protagonista como al lector porque al lector se le puede modelar según lo que el escritor le vaya contando, influyéndole con cuestiones que podría ocultar o no.

En el libro no ha querido tratar sus dos últimas novelas, El cementerio de Praga, ya tratada en este portal, vuelve un Eco vibrante que recupera la mayoría de las sensaciones a las que nos tenía acostumbrados. En el libro desvela muchas claves de su proceso de creación pero hay otras que no cuenta. Es normal. No puede contar todos sus secretos y se guarda algunos para seguir sorprendiéndonos en el futuro.

Capítulo aparte merece su gusto por las listas, a las que dedica en último capítulo. Para el escritor italiano “raramente definimos las cosas por su esencia”, de ahí su gusto por las listas, algunas de ellas casi interminables que analiza para regocijo del lector y también incluye sus propias listas. Quien esté interesado en la obra de Eco se hace indispensable este libro que nos revela algunas de sus claves y sus pensamientos. Eco sabe como interesar al lector y este libro, aunque menor, es una pequeña obra maestra del artista que se analiza a si mismo, con la frialdad de un investigador.

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