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Dan Brown presenta en Madrid su última novela "Inferno"

"El poder en el mundo se concentra cada vez en menos manos"

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Aunque parezca mentira Dan Brown es un asiduo de España. Con esta son ya siete las veces que ha estado en nuestro país. En esta última ocasión para presentar su nuevo thriller Inferno, una obra que tiene sus raíces en La Divina Comedia de Dante Alighieriy en la ciudad de Florencia. Ha publicado el libro la Editorial Planeta que en su primera edición ha impreso un millón de ejemplares.

Dan Brown vino de jovencito a España dos veces a pasar sus vacaciones en la ciudad asturiana de Gijón. Después permaneció dos años en Sevilla estudiando historia del Arte. Y aunque sus conocimientos de castellano no son muy grandes, si se sabe defender y podría pedir tranquilamente en una tasca una ración de pescadito frito y una caña, como demostró chapurreando unas palabras ante una sala de la Biblioteca Nacional atestada de periodistas.

El imprimir una edición de un millón de ejemplares está a mano de muy pocos escritores. Las cifras de sus libros dan auténtico vértigo. El Código Da Vinci ha sido la novela de más éxito de las últimas décadas con 81 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo. En total ha vendido la cifra de 200 millones de ejemplares en 52 idiomas. Estas cifras producen envidia en escritores mediocres como el tertuliano Justino Sinova que sin leer su última novela le calificó anoche de escritor pésimo. Él que escribe libros aburridos y como periodista ha ido cerrando periódicos. Prejuzgar y denostar es una costumbre muy española. Con seguridad no es Dan Brown el mejor escritor del mundo pero sus obras tienen interés, misterio y enigmas que nos proporcionan momentos de evasión. Una de las funciones de la literatura es precisamente esa, mal que les pese a esos pseudo intelectuales.

Con Inferno el autor de New Hampshire nos proporciona momentos de tensión, códigos misteriosos, símbolos olvidados, pasadizos secretos y rutas novedosas por Florencia, una de las ciudades más bellas del mundo. Hay que reconocer que Dan Brown sabe escoger a la perfección sus escenarios y sus protagonistas, Robert Langdon, un reconocido profesor de simbología religiosa, es el principal sustento de unas tramas que, claro está, no dejan indiferentes a nadie.

Simpático y humilde el autor de El símbolo perdido se enfrenta a las más variopintas preguntas. "Los bestsellers no son la única forma de vivir de la literatura. Pero gracias a ellos las editoriales pueden publicar otras novelas interesantes que no se podrían publicar. Mi función es dar voz a los demás", explicó a preguntas sobre esa categoría de libros. Gracias a ello, reconoce, haber tenido "acceso a cosas que antes no podía". Su novelas, ante todo, están muy documentadas, visita bibliotecas y archivos buscando documentación para nuevos temas pero "nunca doy pistas sobre lo que voy a escribir. Siempre son secretos. Para ello haga preguntas y me intereso sobre otros temas", relata con ojillos de persona perspicaz.

Pese a los temas que trata en sus libros no se muestra excesivamente conspiranoico aunque cree que "el poder en el mundo se concentra cada vez en menos manos". Sigue siendo escéptico no cree en conspiraciones como las de Roswell y se muestra crítico con la Iglesia Católica, "los cambios que se producen en ella son muy lentos" y añade "mis padres me enseñaron a ser muy crítico. A hacer preguntas. "Cuanto más me adentraba en la ciencia más preguntas me hacía", señala.

Mi madre era organista de Iglesia y mi padre matemático. Quizá de ahí mi gusto por una estructura matemática de mis libros". Recuerda que su padre le educaba por códigos. Le dejaba notas o papelitos por diferentes lugares de su casa que él tenía que seguir. "Por eso, yo escribo sobre códigos y símbolos, ya que son muy poderosos porque todo el mundo en todos los idiomas los entienden. Son muy unificadores", evoca.

Los misterios sobre los que le gusta escribir vienen del pasado pero también van hacia el futuro. "Por cuestiones éticas, el futuro es el gran misterio del mundo. Muchos científicos están jugando a ser dios y eso es realmente fascinante", sugiere. De ahí que crea que en el futuro nos enfrentaremos a grandes retos. Uno de ellos es la superpoblación. "La población de la Tierra se ha duplicado en tan solo una generación. Es el gran problema del futuro. La deforestación, el agua y otros temas sólo son síntomas de un problema más profundo, la sobreexplotación producida por la población", arguye crítico, sobre todo con los políticos. Aunque él tuvo una pequeña experiencia en este campo que no le gustó mucho.

Pese a lo anterior, "el libro no es activista", aunque reconoce que "me preocupa el futuro del mundo. Por eso, cuando nos dan voz, tenemos el deber de expresar nuestras opiniones, pero siempre de una manera sincera", cuenta. "Los científicos tienen que dar argumentos a los políticos para que puedan solucionar los problemas", precisa concienzudo y militante.

Inferno, como sus anteriores libros, los únicos elementos ficticios son los personajes. Toda la historia del arte, las localizaciones, la documentación y la ciencia son reales. Al protagonista, Robert Langdon le suele rodear de mujeres poderosas y atractivas. "Me críe rodeado de ellas", apunta. Pero también sus malos son igual. En esta ocasión un poco más enigmático., "Cuando los lectores terminen de leer el libro me gustaría que pensasen si el malo es realmente tan malo. Ese es mi objetivo", apunta.

En la rueda de prensa explicó su manera de trabajar y todas las horas que está escribiendo, "estoy muchas horas al día escribiendo. Me levanto a las cuatro de la mañana y mi vida la paso, prácticamente, delante de un ordenador", dice y añade que "el 99% de su vida es oscuridad y sólo un 1% es un día como hoy". Para él el que es inteligente e interesante es Robert Langdon, "mucho más inteligente y atractivo que yo. Ya me gustaría ser como él".

Cuenta una anécdota que le sucedió con una persona que le decía que el verdaderamente inteligente era él que escribía la historia. "No el inteligente es Robert que se da cuenta de todo en un instante, yo para escribir eso tardo dos días en escribirlo", cuenta modesto y risueño. Y termina diciendo que "el que es realmente famoso es mi libro. Yo espero seguir mejorando con los años. Cuanto más escribes mejor te haces y espero tener tiempo para escribir todas las historias que tengo en la mente". Y que nosotros las leamos.

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