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Dragones del rey
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Dragones del rey

Andanzas españolas en la Norteamérica de antes de la independencia

miércoles 05 de diciembre de 2018, 07:24h

Mi última novela "COMANCHE" (Ediciones B), me lleva a revivir la desconocida historia de la presencia española en Norteamérica, en las últimas décadas del siglo XVIII y la vida de aquellos bravos soldados de frontera que lucharon desde Nueva Orleans a San Francisco. Nos encontramos en los territorios que pertenecieron al Imperio Español durante tres siglos. En esas tierras salvajes, a través de tres inolvidables personajes: el capitán de dragones del rey, Martín de Arellano; la joven apache Wasakíe y la princesa de Alaska, Aolani, el lector se sumerge en un episodio fascinante y asombroso que se produjo entre españoles, comanches, yuma, navajos, aleutas de Alaska y apaches, hoy perdido en el olvido.

En "Comanche", se reviven las correrías de los dragones españoles tras los indios, y también se descubren las intrigas en la corte del Virrey de Méjico y en la palatina de Madrid, -donde luchan a muerte las dos camarillas de rey Carlos III, los partidarios de Aranda y los de Floridablanca-, las conspiraciones entre masones europeos y el Vaticano, el choque violento entre dos civilizaciones, la india y la española, y los grandes amores irredentos que jalonan esta novela a todas luces sorprendente y novedosa.

"Comanche" es una recreación de un tiempo en el s. XVIII, y de unos hechos perdidos en el polvo del olvido, como el asalto comanche al presidio de San Sabá, la batalla de Ojo Caliente, la muerte del cruel gran jefe Cuerno Verde, la esclavitud de indios en Nueva Orleans, o los viajes de los españoles a Alaska, desde donde amenazaban California, episodios rigurosamente ciertos. Los tenaces y desconocidos para nosotros dragones de cuera marcaron un hito en la historia de España y en los territorios hoy norteamericanos de Tejas, Nuevo Méjico, Arkansas, Luisiana y California.

La idea me asaltó al tomar posesión como académico correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, constaté el gran amor que en estados como Nuevo Méjico, Tejas y California se le tenía a su ascendencia española. Pero en cambio ignoraban las grandes gestas de los conquistadores y colonizadores, como Juan Bautista de Anza, fundador de San Francisco, donde posee una estatua ecuestre. Era hora de divulgar esa imprescindible huella hispana de los Dragones de Cuera y de sus proezas en aquella parte de los EE.UU, Nuevo Méjico, Arkansas Tejas y California y escenificar los sangrientos combates contra los comanche.

Siempre hemos tenido muy mala prensa en el mundo anglosajón, interesado en convertirse en el único adalid de Occidente. Craso error. Sin la ayuda de España, Carlos III, Bernardo de Gálvez o el almirante Córdoba por mar, las 13 colonias primigenias jamás hubieran con seguido la Independencia. Y desde el Missouri hasta las costas de California, y desde Arkansas hasta Tejas, -que no lo olviden- pertenecían a la corona de España. Esta novela viene a hacer justicia a esa presencia hispana secular en los EE. UU y de su mucha influencia en la historia norteamericana.

Era obligado pues somos unos pésimos contadores y divulgadores de nuestro pasado y más de nuestra presencia en Norteamérica, donde ingleses y franceses han tratado siempre de olvidarnos y desacreditarnos. Aquí la historia la utilizamos como arma arrojadiza contra nosotros mismos y hacemos presentismo histórico tachando, por ejemplo, a Isabel la Católica o a Felipe II como fascistas, auténtico disparate, pues ese concepto político no existía en sus siglos.

Si nosotros nos despezamos a nosotros mismos, ¿qué no harán nuestros enemigos?

Por eso las andanzas de los dragones de cuera en la frontera puede ser un ejemplo.

J.L.Borges aseguraba que la historia no tiene rostro y que éste solo lo puede describir la narrativa y la imaginación, y que ese papel le corresponde a la novela histórica de calidad. Estoy totalmente de acuerdo, y así, la nefasta “leyenda negra” que nos invade irá perdiendo terreno, y este fascinante episodio de los indómitos “Dragones de Cuera” sobre sus caballos y uniformados con sus uniformes azules y sombreros de ala ancha y fusiles Brown Bess, podrá ser conocido por propios y extrañas y evaluar las luces y las sombras de aquella formidable fuerza ecuestre en aquellos vastísimos territorios de los EE. UU.

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