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"Bajo azul que envuelve", de José Chamorro

El ojo de Poe, 2019
miércoles 25 de marzo de 2020, 09:03h
Bajo azul que envuelve
Bajo azul que envuelve

José Chamorro García (Linares, 1981) publica su nuevo poemario, Bajo azul que envuelve / Sotto il coinvolgente blu, en una bella edición bilingüe español-italiano a cargo de El ojo de Poe, editorial que ha cuidado hasta el más mínimo detalle, como el delicado sumi-e de Hinagata Cho que ilustra la cubierta y adopta el color del título, y que junto a la calidad del papel ahuesado hacen del conjunto un hermoso volumen que el autor dedica a su hijo Samuel.

José Chamorro demuestra en sus páginas una serena madurez creativa que es fruto de una meditación profunda, que ha ido fraguando en sus anteriores libros: Las Estaciones del Silencio (2012), Perfilar lo Indecible (2015) y Claves para saborear la Vida (2017), sugerentes títulos que desvelan una búsqueda interior que en el exterior encuentra lumbre.

El libro, íntegramente traducido al italiano por Giuseppe Augusto Rotolo, lingua mater que el autor admira, se abre con una significativa cita del gran poeta checo en lengua alemana Rainer María Rilke que señala la voluntad espiritual del autor jienense, algo que reafirma el breve prólogo que lo acompaña, firmado por Javier Melloni donde éste señala algunos de los grandes temas que impelen al poeta a tratar de descifrar sus inquietudes en versos envueltos bajo el azul del cielo, “el azul que no tiñe, / siempre cubre”, “Cian en todo, / envolvente”, que despierta la esperanza.

El poemario se divide en dos partes, con un mayor peso de la primera, que albergan las casi cien composiciones breves que lo componen y que en algunos casos, más por su fondo que por su forma, recuerdan a la estrofa japonesa conocida como tanka. Sorprende la curiosa distribución de los poemas sobre las páginas pues estos figuran en el margen inferior derecho en las impares, que corresponden al original en castellano, e izquierdo en las pares.

El verso libre es la forma idónea para fijar las reflexiones del autor sobre una gran variedad de temas, como la memoria y el olvido, el agua y la sed, la ausencia y la presencia, dicotomías que reflejan un horizonte humanamente confiscado, un horizonte donde “nunca es el final” y es que José Chamorro emplea la palabra como medio para liberarse, la palabra salvadora que alumbra y que sosiega al caminante errante.

Los elementos de la naturaleza serán los protagonistas de los versos, una naturaleza sagrada donde el poeta halla el sentido de las cosas cotidianas, que gracias a su sensibilidad logran trascender su inmanencia con un lenguaje sencillo que se intuye como probo efecto de una compleja introspección, como “el despertarse de la espera”.

Un centenar de pequeñas composiciones pero de gran aliento y hondo calado donde destaca su vertiente metafísica, veamos un ejemplo palmario:

El territorio de la nada

no tiene linde,

recorrida por caminos

que no dejan huella,

sólo silencio.

Es desierto

la imagen borrada,

ausencia sin memoria,

la sed que no se pierde,

vacío colmado de nada.

Versos que sugieren vibrantes imágenes de gran plasticidad, a veces fruto de fuertes contrastes, “oscuridad que arde”, donde también se pueden apreciar ligeros apuntes de crítica social, como esas cuentas escritas por ricos que siempre empiezan por “h” de hambre...

En conclusión, José Chamorro es un espectador privilegiado cuya mirada omnisciente se posa sobre la belleza que “al darse entrega” y nos ofrece su desnudez poética tratando de inspirar algo nuevo, desvelando múltiples matices, donde el silencio y el deseo no se excluyen pues “No hay oscuridad / que no cobije la luz”, ni azul que no aguarde nubes grises.

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