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"Relación del discurso de las Comunidades", edición de Ana Díaz Medina. Transcripción de Jacinto de Vega

Editorial Junta de Castilla y León
miércoles 23 de diciembre de 2020, 07:35h
Este libro, de una indudable calidad y necesarísimo, vio la luz en el año 2003, y proviene de un manuscrito, anónimo, que relata, pormenorizadamente, todo lo relativo al movimiento, ciertamente revolucionario, de las llamadas Comunidades de los Reinos de Castilla y de León, que pudo alumbrar un nuevo futuro para las Españas y se quedó en nada.
Relación del discurso de las comunidades
Relación del discurso de las comunidades

El próximo año, 2021 se celebrará el 500 aniversario de la derrota, en Villalar, de las tropas comuneras frente a los imperiales de Carlos V. La venganza de los realistas sería de gran calado y rodarían muchas cabezas, de nuevo las Españas perdían el tren de la modernidad. A la cabeza de los juicios estaría Francisco de los Cobos, Comendador Mayor de León. Aunque disiento de Comunidades o Comuneros de Castilla, entre otras razones de mayor o menor enjundia porque Burgos, caput Castellae, estuvo en el bando del emperador Carlos V. Además, en el: “Perdón general en lo de las Comunidades y la memoria de los culpados exceptados (Valladolid, 28 de octubre de 1522), se citan textualmente los títulos del soberano: Don Carlos, por la Divina Clemencia Emperador semper augusto, Rey de Romanos, doña Juana, su madre, y el mesmo don Carlos, su hijo, por la Gracia de Dios reyes de Castilla, de León, etcétera”.

La obra, magnífica, no presenta constancia del nombre del autor. Se deja bien claro que esta revolución comunera fue causada porque el Emperador Carlos V estuvo ausente de las Españas, y por el número de extranjeros que trajo consigo. La obra perteneció a la Librería del Real convento del Abrojo, que era un monasterio donde se alojaban en el siglo XVI los miembros de la familia real. El manuscrito narra todas las vicisitudes ocurridas en los reinos de León y de Castilla, desde la muerte de la reina Isabel I la Católica hasta el año 1524. El autor manifiesta: “Mi principal intento es escribir de aquello que yo vi y supe, y de las otras cosas que oí dexarlas y solamente contar de ellas lo que no se pudiera escusar para inteligencia y sucesión de las que vi y en las que me hallé”. En ocasiones este anónimo no se atreve a relatar lo que no conoce de forma primigenia, como ocurre con el hecho de la invasión francesa del Viejo Reino de Navarra: “…e porque esto otros autores de vista, que especial cuidado tuvieron de escribir esta guerra de Navarra, lo notaron e escribieron más largamente e más puntual, basta para mi propósito lo que está dicho”. Para ese aserto siempre refiere: “yo me hallé presente O quien a la sazón viera lo que yo vi”.

Coincide con otros historiadores coetáneos, como por ejemplo Pedro Alcocer, que también consideran que nada se va a resolver hasta que el Emperador Carlos V regrese a las Españas; sobre todo en los Reynos de Castilla y de León, que serán los que carguen con todos los problemas, relativos a la imbricación de este nuevo régimen en estos territorios.

Tras la muerte de la reina Católica, su regio esposo se verá obligado a intentar seguir manteniendo el necesario encorsetamiento de aquella nobleza tan levantisca. Esta nobleza tratará de crear cuña entre el rey Católico y aquel personaje tan atrabiliario llamado Felipe el Hermoso; el anónimo cronista indica que: “en las quales vistas yo me hallé presente y besé las manos al rey don Fernando”. Cuando llegue Carlos V al trono de Castilla y de León, el cronista indicará que: “el gobierno de su persona y de todo el Estado era Xeves”, se refiere al ministro plenipotenciario Chièvres; curioso personaje que consigue convencer al Emperador para que no reprima los primeros brotes de rebeldía producidos en la urbe de Toledo. No obstante, Carlos V solo tiene una tendencia política, y que no es otra que aquella que se refiere, como habría hecho en el pasado Alfonso X el Sabio de León y de Castilla, a dedicarse en cuerpo y alma al fecho del Imperio, o: “Su Magestad no entendía en otra cosa sino en aparejar su armada para irse a lo del Imperio”. Al acercarse al movimiento comunero relata lo que tuvo lugar en Toledo: “Resultan de particular interés las noticias que facilita el texto sobre las reuniones que mantuvieron durante los primeros meses del conflicto comunero los miembros del ayuntamiento toledano, así como el teatral intento de Padilla y Ávalos de salir de Toledo para cumplir lo ordenado por el Rey; o el discurso de Pedro Laso ante el cabildo de la ciudad, del que nos ocuparemos más adelante”. Desde aquí hasta el final terrible de aquellos geniales revolucionarios, que serían ajusticiados tras la derrota de Villalar, donde presenta importante error cronológico: “Esta victoria que se hubo en la batalla de Villalar fue en el mes de mayo, año 1521”; en la realidad un 23 de abril.

No obstante, todos los cronistas de la época se colocarán en el bando imperial, y rechazarán frontalmente aquel movimiento que pudo mutar el habitual atraso de las Españas. Son calificados de alborotadores, desleales y movedores del escándalo. Opinión sobre qué fue lo que ocurrió está clara para este autor (“…no lo aviendo visto desde que la Reina mi señora murió, cuyo criado yo fui”), que la prof. Díaz Medina estima, sin visos de verosimilitud, pudiera ser Fernando Guevara. “No fue la intención de los que dieron principio a este negocio que la cosa pasase tan adelante como después pasó, ni que el escándalo fuese general. Solamente deseaban que se ofreciese alguna oportunidad por la cual pudiesen poner al Rey en tanta necesidad que o les hiciese algunas mercedes o les satisficiese en algunas cosas que decían estar agraviados”. Poco más puedo decir de una obra sobresaliente y que merece todos los parabienes habidos y por haber. Duos habet et bene pendentes. Deo gratias!

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