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“Resurrecta”, de Vic Echegoyen

Por Javier Velasco Oliaga
lunes 30 de agosto de 2021, 13:00h
Resurrecta
Resurrecta

Resurrecta” es la tercera novela histórica que publica la autora hispano-húngara Vic Echegoyen, y vuelve a demostrar la solidez de su escritura y la originalidad que imprime a todos sus textos. El acontecimiento que da pie a esta pequeña joya novelística es el terremoto de Lisboa que se produjo el 1 de noviembre de 1755 y que se dejó sentir en gran parte de la península Ibérica y Marruecos y que según distintas fuentes pudo llegar a producir cerca de 100.000 muertos.

Ha dado la casualidad de que mientras leía “Resurrecta” se produjo un nuevo terremoto en Haití, una tierra especialmente castigada por los seísmos, al igual que Lisboa. Estas catástrofes siguen sucediéndose sin que el hombre pueda hacer nada para evitarlo y sin tomar medidas que amortigüen dichas catástrofes. ¡Qué poco ha avanzado la humanidad en estos siglos! Y más en esos países pobres que viven entre la dictadura más férrea y la ignorancia.

Vic Echegoyen para escribir su novela se fija en las seis horas y cuarto decisivas del terremoto acaecido el día de Todos los Santos. Desde las 9:15 horas hasta las 15:30. Digo terremoto en general aunque realmente se produjeron cinco, y muchas réplicas durante las horas siguientes, además de tres tsunamis o marejadas que llegaron a dejar al río Tajo como el mar Rojo de Moisés.

La novela cuenta todos los acontecimientos que se produjeron minuto a minuto, son por tanto 275 pequeñas crónicas, casi periodísticas, de cómo se desarrollaron los sucesos, todo ello distribuido en 16 capítulos con títulos de composiciones de música sacra. De ahí la estructura musical de la novela. Echo en falta un índice de capítulos que creo sería bien recibido por el lector para ubicar en su punto exacto los hechos.

Los primeros capítulos de “Resurrecta” nos muestran la vida cotidiana de los distintos protagonistas de la novela justo antes del primer terremoto que ocurriría sobre las 9:31, aproximadamente. Unos estaban levantándose de la cama, otros desayunando, algunos iban hacia la primera misa del día… Son los capítulos más íntimos y que nos dan la visión de la vida de la ciudad, sin saber lo que minutos después pasaría y cómo afectaría a la vida de todos ellos.

Estamos, pues, ante una novela histórica muy bien documentada. Más un cuaderno de bitácora que una novela al uso. Manejar tantos personajes y tantos acontecimientos es complicadísimo y la autora lo sabe solventar de manera brillante. De tal forma que el lector sigue con angustia los acontecimientos y no sabe cuándo se va a reencontrar con sus protagonistas preferidos porque yo, evidentemente, tengo los míos y estoy seguro que pocos lectores coincidiremos en esos gustos.

Si no he contado mal, que seguramente será así, la novela tiene unos 114 personajes, que tienen diferentes roles; unos, desde luego, más que otros. Unos no dejan de ser secundarios, pero gran parte de ellos tienen una importancia fundamental en el desarrollo de la trama. Hay que señalar que la autora se ha basado en muchos libros de historia, varios de ellos contados de primera mano por los protagonistas que vivieron los sucesos y que son personajes centrales de la novela. Esos más de cien personajes se imbrican en diferentes tramas, pero al contarlas me he perdido. Estoy seguro que Vic Echegoyen nos lo dirá en alguna de sus entrevistas. Estamos pues ante una novela coral de una complejidad extrema que sólo una pluma ágil como la autora puede llevar a buen término.

Una de las características de esta novela es que no se fija sólo en los personajes históricos. Echegoyen salta en este dietario de los palacios a las humildes moradas de los habitantes lisboetas. Una trama que puede desarrollarse en el palacio del rey en Belem o en la Ópera del Tajo como en las calles de la Baixa, el Rossio o la Alfama. De ahí que la visión que nos da es muy panorámica, lo que abre el objetivo hacia un gran angular. Estamos viendo, casi a la vez, los sucesos que se están produciendo en lugares distantes entre sí como si una de una multipantalla se tratase, aunque en muchas ocasiones nos dice el tiempo que se tarda de un sitio a otro para que veamos que todo está más cercano de lo que pueda parecer.

Otra de las características de la literatura de Vic Echegoyen es que no utiliza adjetivos en sus descripciones. Nos presenta los hechos tal cual la puede ver el ojo humano. Eso puede parecer en algún momento frío y realmente es así porque no da mucho pie a las emociones. De hecho, Carvalho –uno de los protagonistas del libro- sólo muestra un momento de intimidad con su mujer, ya que antepone la obligación a la devoción.

En la novela, la autora diferencia los distintos tipos de sentimiento de su múltiples personajes. Unos, como el rey, el general Da Maia, Carlos Mardel o el propio Carvalho –que años después será conocido como el marqués de Pombal y principal reconstructor de Lisboa- anteponen su sentimientos a la obligación de organizar la ayuda o cómo salvar los archivos e, incluso, el Tesoro. Aquí el personaje Bartolomeu de Sousa, joven teniente de apenas 17 años, juega un papel fundamental. Otros, como la monja brigidina Kitty, anteponen el elemento humano de servicio a cualquier sentimiento egoísta. Como muestran muchos personajes de la alta burguesía o del clero que prefieren salvarse antes que ayudar a los más necesitados.

Es tal en plantel de personajes que cada lector tendrá sus favoritos, como he apuntado más arriba. Todo nos podremos identificar con alguno de ellos ya que trata diferentes estratos sociales. Desde el rey hasta el más miserable de sus súbditos. Aunque algún forzado nos pueda parecer más humano que otros.

Otro tema que sobrevuela la novela es la tensión que hay entre la corona y Roma o los jesuitas. Éstos querían llevarse la capital al otro lado del océano Atlántico, a lo que tanto José I como Carvalho se oponen. La lucha entre los librepensadores y lo más arcaico del catolicismo está presenta durante toda la trama. Algo realmente curioso porque a la hora de salvaguardar Lisboa se llegan a tomas decisiones férreas, propias de un ministro ilustrado, aunque despótico. Aún así necesario para el renacimiento de la capital portuguesa.

Para terminar, señalar a vuela pluma los personajes que más me han atraído. Ni que decir tiene que Carvalho es uno de ellos, pero el rey también está en su papel, así como el general Da Maia o el arquitecto de la Ópera Bibiena. Los castrati tienen uno de los pasajes más emocionantes del libro, así como el forzado Joao Durao y la ex monja Madriña. Podría seguir, pero prefiero que los descubran por ustedes mismos. Lo que sí estoy seguro es que no se van a aburrir con tantos y tan diferentes personajes. Una aventura arriesgada la emprendida por Vic Echegoyen y que ha sabido llegar a buen término en un tiempo récord. Deslumbrante la portada del libro, la más brillante y personal que he visto en los últimos 10 años.

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