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"Santiago en el fin del mundo. El primer camino del apóstol", de Jesús Bastante Liébana

Ed. La Esfera de los Libros. 2021
martes 29 de marzo de 2022, 17:00h
Santiago en el fin del mundo
Santiago en el fin del mundo

Una, de nuevo, magnífica obra de La Esfera de los Libros; en este caso, además, por mis varios trabajos religiosos, un hecho que me interesa sobremanera, con relación al Cristo-Dios. Por supuesto, no estoy para nada y en nada de acuerdo con Nieves Concostrina, ya que, como historiador que soy, lo poliédrico de los primeros apóstoles de Jesucristo es maravilloso; creo que los hechos de ficción están muy por debajo, siempre, de los reales históricos o historiográficos.

No obstante cito el texto de esa escritora, que no acepto en ninguna de sus letras o tildes: “El mejor Santiago es el Santiago inventado, por eso se agradece que Jesús Bastante nos regale esta entretenida novela y deje claro que el camino es producto de su imaginación y que los hechos no son hechos; son ficción”. Además, la sociología de los evangelios es fabulosa, su estudio nos permite seguir los comportamientos vivenciales de los seres humanos que habitaban en el Israel del siglo I d. C. Precisamente, en el caso de Santiago “el Mayor” este complemento sociológico es muy claro. Como ‘Hijos del Trueno’ son denominados los dos hermanos, Santiago y Juan, e hijos del Zebedeo, cuyo padre tenía personas trabajando para él, lo que definía su nivel económico elevado, ya que ‘era conocido del Sumo Sacerdote’, con el que la casa del Zebedeo, mantenía plenas relaciones económicas. La madre y esposa era María Salomé.

Hispania, siglo I. Tres extranjeros caminan, sin rumbo conocido, por la península. Uno de ellos, quien les dirige, no es otro que Santiago, el hijo del Zebedeo, hermano de Juan y discípulo de Jesús. Jesús Bastante ha recreado la vida y milagros del Apóstol durante su estancia en Hispania; también la de quienes les guían y las de sus perseguidores. Brujas, magos, mercenarios, asesinos…hasta la Virgen María. Por primera vez se novela la vida del hombre cuya tumba, en Compostela, ha configurado la mayor peregrinación de la historia de la humanidad”. Me sorprende, de forma perpleja e irresoluta su ‘… Como miembro de ese clan, vayan mis disculpas’, ya que cada uno es responsable de sus propios e intransferibles actos, y no del pecado original de nuestros Primeros Padres; con toda sorna e ironía este tipo de culpas compartidas estaban en las legislaciones soviéticas y nacionalsocialistas. También está muy bien traída la cita del Hijo de Dios: “…pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría, y hasta los confines de la Tierra”. Uno de los narradores es un personaje inventado, pero con una importante riqueza de léxico.

Toda la novela narra el devenir vivencial del apóstol Santiago “el Mayor” por las tierras ibéricas. “En el camino de regreso, de nuevo en completo silencio, los bueyes se portan de maravilla. Alcanzan la población sin levantar sospechas, antes de que el sol comience a despuntar por el este. Al otro lado, les espera el fin de la tierra. Ojalá pudierais quedaron un poco más. Ojalá, pero debemos partir de inmediato, antes de ser descubiertos. Además nos espera una última etapa antes de regresar a Caesaraugusta. Lo entiendo. ¿Por aquí todo bien? Creo que la Palabra está calando, poco a poco, estas gentes necesitan tiempo para entender, pero lo harán. Hemos hecho lo correcto. Hemos hecho lo que había que hacer. Otra despedida furtiva y ya, el amor no siempre necesita el contacto, y más entre hombres recios y curtidos en mil batallas. O tal vez sí, pero aquel no era el tiempo de los abrazos”.

La realización de una novela histórica, aunque sea tan trabajada como es la que tengo el placer de reseñar, tiene la dificultad añadida de conseguir incardinar el hecho novelado, a la posible presencia santiaguina en Hispania, antes de que fuese asesinado por la dinastía herodiana (Herodes I ‘Agripa’) en Jerusalén. Es muy compleja la historicidad y con pocos datos históricos en los que apoyarse, salvo la tradición mítica pura y dura, pero ‘las tradiciones orales son siempre muy importantes’. El autor se enorgullece, y con razón, de haber sido el que realizó la primera aproximación al devenir vivencial real, de Santiago, por el territorio de los hispanos. Esta clara y evangélicamente documentada la existencia del primogénito de Zebedeo, dentro del grupo dirigente o rector de los discípulos que seguían a Jesucristo en el territorio palestinense, en el primer tercio del siglo I d. C. Esto, es lo que resulta indubitable, ya que es uno de los tres discípulos más conspicuos del grupo, junto a Simón Pedro y el casi púber Juan, también hijo de Zebedeo y su benjamín. En el grandioso episodio de la Transfiguración del Cristo-Dios está presente y podría dar fe del hecho tan majestuoso que se produjo. En la resurrección de Lázaro en Betania asimismo y, como sería de esperar, está en la mayor proximidad de Jesús en el Monte de los Olivos o preámbulo terrible de la agonía de Cristo prepasional. Su madre María Salomé se acerca a Cristo y le pide un lugar preeminente para sus dos hijos en el Reino de los Cielos. Es otro pasaje muy ilustrativo sobre la importancia diferenciadora que poseían las mujeres para el Hijo de Dios, algo increíble e inconcebible, en cuanto a la reclamación se refiere, que pudiesen hacer por ejemplo las romanas o las atenienses. “En los Hechos de los Apóstoles, Santiago aparece como el primero de los Doce (Judas aparte, claro está) en ser pasado por la cruz del martirio; y en las cartas de San Pedro se hace referencia, siquiera de pasada, a la presencia cristiana en Hispania anterior al viaje del ‘apóstol de los gentiles’, lo que muchos han interpretado como una referencia a un anterior viaje del Zebedeo. Como la cita de los Hechos que apunta a ‘los confines de la Tierra’, como destino de alguno de los discípulos”.

El historiador hebreo Flavio Josefo también narra, sin ambages, el martirio de Santiago “el Mayor” en su obra ‘Las Antigüedades judías’, al igual que lo hace el prelado Eusebio de Cesarea, hacia el año 285 d.C. No se tiene la certeza absoluta sobre si uno de los dos ‘Hijos del Trueno’ viajó o no a las Españas; ya que las primeros datos escritos sobre este hecho aparecen en la obra ‘SOBRE LA TRINIDAD’ del escritor del siglo IV Dídimo “el Ciego”. A finales del siglo VIII, ya con el Reino de los Ástures en plena efervescencia, y con el Rey Mauregato en el trono de dicho reino, Beato de Liébana realiza la primera mención sobre el patronazgo histórico de Santiago ‘Matamoros o Boanerges’. Esto es todo, recomiendo vivamente esta obra-novelada histórica, que es original y muy interesante. Mis mejores deseos y bendiciones para esta novela-histórica. “¿Son los restos de Santiago los que se conservan en Compostela, o acaso los de Prisciliano?”. Su texto por antonomasia es el ‘Códice Calixtino’ o ‘Libro de San Jacobo’ del año-1140. ¡Estupendo texto! «Quam diu etiam iste furor tuus eludet nos?, ET, Labor omnia vincit».

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