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"El caballero de Calatrava. La cruzada de Barbarroja", de Judá Barber

Ed. La Esfera de los Libros, 2021
Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
viernes 15 de octubre de 2021, 18:00h
El caballero de Calatrava
El caballero de Calatrava
El protagonista histórico de esta magnífica novela histórica es uno de los más grandes de la Historia Universal. Se trata del centro esencial de la denominada como Cruzada de los Tres Reyes, conformada por Felipe II Augusto de Francia, Ricardo I Corazón de León de Inglaterra y, el que referencia la obra literaria llamado Federico I Hohenstaufen Barbarroja del Sacro Romano Imperio y Germánico, quien si no hubiese muerto ahogado en el río Saleph, la Palestina musulmana y aledaños hubiese dejado de existir; hecho que reconocen los historiadores pasados y actuales, cristianos y musulmanes.

El mundo cristiano occidental se encuentro perplejo e irresoluto, con respecto a lo que les está ocurriendo a los cristianos en Oriente Próximo. Uno de los pocos musulmanes conspicuos y paradigmáticos, existentes a los largo de la Historia del Alto Medioevo, el sultán de los kurdos llamado Saladino ha conquistado, sin gran esfuerzo y motu proprio, las tierras santas que pisaron los pies del Hijo de Dios, Jesucristo. La depresión y la desazón son patologías colectivas en ese momento en la Europa cristiana, hasta tal punto que el propio Sumo Pontífice de los católicos pasará a mejor vida, sub altare Dei, ya que le será imposible soportar el dolor de esta pérdida. El complejo de culpa existente entre los europeos, laicos y religiosos, magnates y pueblo llano, es muy importante.

Todo ello conllevará que los príncipes europeos más importantes del momento histórico, que es narrado en este magnífico libro, se preparen ilusionados para tratar de recuperar los Santos Lugares de las manos de los infieles sarracenos o agarenos o musulmanes o mahometanos o ismaelitas; pero esta nacencia de la Tercera Cruzada denominada la de los Reyes terminará como agua de borrajas, ya que el orgullo y la soberbia, aderezadas con la envidia y la maledicencia, existentes en el espíritu de Felipe Augusto de Francia y Ricardo Corazón de León de Inglaterra, darán al traste con el hecho reconquistatorio. El primero en partir hacia Palestina es el valetudinario Emperador del Sacro Romano Imperio, que tiene las ideas claras, y la fortaleza militar bastante como para saber lo que hay que hacer, me estoy refiriendo a Federico I Barbarroja; el cual no tiene la más mínima reserva en como para llegar hasta Palestina a través de una ruta terrestre plagada de enemigos irredentos, sobre todo los que conforman el Imperio Romano de Oriente o Bizantino. El inteligente Saladino conoce la fuerza y la eficacia del emperador y de su milicia, está temeroso por ello, y ha conseguido infiltrar a traidores y espías en las filas cristianas.

El protagonista se llama Enric Vidal, que es un curtido caballero, el cual habría sido entregado de niño para que fuese educado por la Orden militar de Calatrava, quienes son unos monjes y soldados poseedores de un gran sentido de la disciplina; curtidos en decenas de batallas contra los musulmanes de la Península Ibérica, en la defensa de los reinos cristianos del Medioevo como LEÓN, PORTUGAL, NAVARRA, ARAGÓN y CASTILLA. El caballero calatravo, ya citado, posee un coraje y un carácter indomeñados, lo que ha conllevado que el Gran Maestre de su Orden lo escoja para que al mando de un pequeño número de seleccionados calatravos se una a la expedición imperial del Sacro Imperio, y de esta forma poder participar en la que se concibe como inevitable reconquista de la Ciudad de Yahvéh-Dios, Sión-Jerusalén. Todo quedará, como es sabido, en derrota y desilusión, y el Islam, por desgracia para el cristianismo, no será eliminado.

Un prólogo delicioso abre la novela histórica presente, y se trata de la gran hecatombe que tendrá lugar, en el año 1187, en los Cuernos de Hattin, donde los caballeros templarios serán masacrados por las tropas de Saladino. “Felipe apartó la mirada y se fijó en el gran pabellón de la victoria que se hallaba a tan solo unos veinte metros. Había numerosos estandartes y pendones a los pies de la tienda, donde reconoció el de los templarios y el de Jerusalén. Estaban sucios y polvorientos. Detrás del pabellón podía verse el campo de batalla; un valle de muerte, una tierra mancillada. Un siniestro mosaico de cuerpos, unos encima de otros, en posiciones imposibles, marcaba la última defensa cristiana. Allí habían perecido las última esperanzas de salvar Tierra Santa”. La obra tiene un ritmo trepidante, llena de extraordinarias descripciones sobre las batallas que se produjeron entre cristianos y mahometanos; también existen traiciones y situaciones de amores románticos; todo ello ocurriendo en uno de los momentos históricos más sangrientos de la historia de los seres humanos.

Deseo destacar el inteligente calificativo de la ficha biográfica del autor, cuando se indica, de forma palmaria, que su pasión por la historia le condujo, sin solución de continuidad a sumergirse en el obscuro y maravillosamente violento mundo del Medioevo; un servidor que soy historiador medievalista, no considera que exista más violencia en la Edad Media que en la Moderna o en la Contemporánea. “Una armadura de placas doradas le protegía el pecho mientras que un casco cónico, acabado en punta, también dorado, le cubría la cabeza. No podía ser otro que Saladino en persona. Llevaba una cimitarra en la mano y, sin mediar palabra, cortó la cabeza a Reinaldo de Chatillon. Luego se detuvo unos segundos para observar la decapitación que iba acercándose con un gran barullo. Al girarse, su mirada se encontró con la de Felipe, parecía que había lágrimas en sus ojos”. ¡Sobresaliente narración! “Libidines ad potiudum incitantur, ET, Dei providentia, hominum confusione”.

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