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"La Corte del Crisantemo", de Carmen Hinojal

Por José Manuel López Marañón
miércoles 21 de diciembre de 2022, 07:00h
La Corte del Crisantemo
La Corte del Crisantemo

La Corte del Crisantemo, última novela de Carmen Hinojal, aúna una historia de aprendizaje espiritual, la evolución interior del hijo de un pescador –Hiroshi Tanaka–, con varias tramas protagonizadas por él mismo, rebosantes de peripecias y riesgos. Partiendo de la personalidad del padre, un dignísimo Utsuro Tanaka, y a través de sucesivos encuentros con variopintos personajes a lo largo de la narración, asistimos al desarrollo personal de este chico hasta la edad madura; mejor: lo acompañamos durante el largo camino que lleva hacia la pureza espiritual y la paz interior.

Ambientada en el Japón feudal, la vida de alguien que no quiere conformarse con su predestinada carrera de funcionario –escribiente en el palacio del Emperador del Sol– deriva hacia unos ambiciosos proyectos cuyo inopinado desenlace ni el propio Hiroshi imagina: llegar a lo más alto de la corte. Su inteligencia natural y valentía, el apoyo de sus maestros (primero el sensei Daichi, luego su tío abuelo, el aguerrido Akira Sato); el amor por Akane; los poderes de una gema, la Piedra Lunar que encuentra su padre en el primer capítulo; todo ello, junto con las enseñanzas finales de Ebisu, el maestro pescador (y los sortilegios de la gata Mara) se combinan con acierto en una travesía que, abarcando la entera existencia de Hiroshi Tanaka, abunda en seres mágicos, en guerreros de férrea disciplina para la formación de artes marciales, en el aprendizaje de la meditación y en la transmisión de valores que aparejan la necesaria humildad.

De cada experiencia, de cada persona conocida, hasta de la exuberante naturaleza, extrae Hiroshi memorables enseñanzas: La Corte del Crisantemo muestra que todos pueden ser nuestros maestros si poseemos la avidez de conocimiento y la sensibilidad necesaria para captar los mensajes. Las difíciles pruebas que supera un siempre despierto y vivo Hiroshi Tanaka tienen el premio añadido de acumular la sabiduría necesaria para guiarlo durante el último viaje: su tránsito hacia esa eternidad que en Japón denominan Tierra Pura.

Si algo caracteriza a esta deliciosa novela de Carmen Hinojal es la búsqueda, descifrar el misterio del invisible sendero al que llamamos vida y por el que transitamos… ¿Hacia dónde llevará? La lección recibida durante estos 38 capítulos no puede resultar más nítida. Nos orienta hacia nosotros mismos porque, al final, todas las respuestas están en nuestro tormentoso interior. Un hombre nunca es totalmente santo o totalmente pecador, su camino en este mundo, nos enseña la historia de Hiroshi, nunca es unidireccional: como la encrespada corriente de un río, la estructura fluvial de La Corte del Crisantemo muestra que el ser humano vive bajo la ilusión de que el tiempo es algo real cuando, en realidad, es solo un esquivo trasunto de su poliédrica conciencia.

Para profundizar en la épica y en la metafísica, que a partes iguales se reparten en la novela, la autora extremeña recurre a una perfecta ambientación. La filosofía y religión, las tradiciones y leyendas niponas (algunas brutales, otras delicadas), arropan las inquietudes de los personajes de forma más armónica que desde un tiempo más contemporáneo. El mundo feudal trasporta al entregado lector a un ignoto lugar; deja su realidad y disfruta / padece mejor con esta otra donde el tiempo pasa de tan diferente manera.

A medida que Hiroshi Tanaka avanza en su camino sufre desengaños y se da cuenta de lo errado que estuvo en muchas de sus creencias, pero tiene la capacidad de aprender y –partiendo de ese conocimiento de sí mismo– extraer progresivas reflexiones. Hiroshi viaja físicamente durante años de su aldea a la Corte Imperial y esos cambios se apuntan en una novela cuyos principales puntos de inflexión y giros argumentales se ofrecen acompañando al protagonista. Las revelaciones de cada edad ayudan al lector no solo a comprenderle, también a entenderse a sí mismo.

El camino preparado, la vida prefabricada para Hiroshi Tanaka, en el medievo que dibuja Carmen Hinojal, se resquebrajan: él no es un hombre cualquiera; con sus apoyos –naturales y sobrenaturales– acaba siendo el mejor en todo lo que hace. Encontrará la ruta hacia su verdadero Yo, en un itinerario donde hallará monjes empeñados en enseñarle sus conocimientos (guerreros y de vida) y se verá obligado a pasar por pruebas donde pone en juego su pellejo –las consecuencias de su elección– lo hacen pasar por experiencias trascendentales, yendo mucho más allá de lo que pudo haber desplegado convirtiéndose en funcionario real y asimilando doctrinas para ser único.

El mortal Hiroshi se transforma en eremita, en un hombre santo.

El final de La Corte del Crisantemo es inolvidable, no solo porque el camino de perfección de Hiroshi Tanaka termina, sino por el regalo con el que topa en los márgenes de la destrucción. Sostener la juventud es una irrealidad que va más allá del entendimiento, pero que refulge como las estrellas del firmamento… Y los lectores sentimos al Japón y a sus voces desde la más fraternal proximidad.

La ligereza y detalle de la prosa de La Corte del Crisantemo es la ideal para una parábola. Los conceptos propios de la filosofía y religión nipona vienen presentados con una sencillez que no entorpece el mensaje, llegando este claro y potente. Narrada en tercera persona, desde la perspectiva de un protagonista que cronológicamente va descubriendo lo sucedido con la gran verdad desvelada en las páginas finales, como impagable epílogo. Esta historia suscita infinitas reflexiones y emociones. La pluma de Carmen Hinojal resulta exquisita para escribir de forma poética.

La Corte del Crisantemo nos dejará pensativos durante días. Cada cual sacará sus propias conclusiones. Es una novela de esas que llenan totalmente, recomendada para cualquier edad.

ENTREVISTA CON CARMEN HINOJAL

En el Japón feudal lo normal era la gozosa sumisión de los súbditos hacia su Emperador. En La Corte del Crisantemo, presenta usted un personaje principal, Hiroshi Tanaka, que se niega a ir a palacio a servir como funcionario real para encontrar su propio camino, algo que en esa época suponía una enorme y, a la vez, singular rebeldía…

¿Será Hiroshi la importante excepción en aquellos tiempos de total y ciega servidumbre al Emperador del Sol?

Hiroshi Tanaka es el héroe por antonomasia. Un luchador ya desde su niñez. A principio no quiere salirse de la norma, pero la insistencia de su tío abuelo, Akira Sato, lo convencerá de que debe encontrarse a sí mismo para ser la persona que salvará el Imperio de las traiciones que lo acechan. Al final, su vida seguirá el camino trazado por los augures de su pueblo. Se convertirá en alguien mucho más que un hombre, un semidiós nacido del cuerpo de una mujer muerta.

Los personajes femeninos de su novela tienen mucha personalidad y vienen construidos con un muy logrado aliento vital. Akane, la emperatriz Nunasoko y la princesa Amato por citar a tres mujeres importantes del libro no son precisamente unas mosquitas muertas arrumbadas en lujosas dependencias palaciegas, sino que, cada una a su manera, lucha con inteligente tenacidad por hacerse su lugar en un mundo hecho a medida del varón guerrero.

¿Esta especie de protofeminismo se daba realmente en el Japón feudal o ha sido una feliz invención (o exageración) suya para dotar a su narración de unos personajes ciertamente inolvidables?

Las mujeres de la Corte Imperial eran grandes escritoras, con grandes nombres como Murasaki Shikibu, autora de la que es considerada la primera novela moderna, Genji Monogatari. Incluso desarrollaron un sistema de escritura todavía utilizado en Japón, el hiragana. Además, su influencia era evidente en muchas decisiones. En La Corte del Crisantemo, detrás de Hiroshi Tanaka está Akane, una joven culta y valiente que será su compañera de aventuras.

Al hilo de esta última pregunta, y como total ignorante que soy del pasado feudal nipón, me gustaría conocer qué hay de real en el mosaico de historias, leyendas y traiciones familiares que conforman La Corte del Crisantemo.

Por ejemplo, ¿existió realmente el emperador Akanni Tenno y su corte imperial?

El nombre como tal es invención mía, pero existieron varios emperadores que vivieron como se relata en la novela. Mi epopeya novelada se inspira en su historia. Varios de los personajes existieron, pero su verdadera historia es diferente. Por ejemplo, el personaje de Fujiwara, yerno del Emperador, es verdadero, y también existió un emperador llamado Itoku. La leyenda se funde con la realidad para convertir ese mosaico de tiempos pasados en una epopeya de fantasía. Muchas de las leyendas contadas se basan en el folklore japonés, además de los monstruos y criaturas sobrenaturales, adaptados en la novela a los giros de la trama y las aventuras de los protagonistas.

¿Ha resultado muy fatigoso documentarse para ambientar tan impecablemente esta novela?

Con los tiempos que corren tenemos a nuestra disposición mucha información sobre todos los temas del mundo. Aparte de eso, la imaginación es una fuente inagotable para subsanar las lagunas que el tiempo se ha encargado de olvidar. Dedico bastante a documentarme sobre la época, modo de vida, vestimenta y costumbres, para que la historia sea convincente.

La épica y los caminos de perfección individual reparten su espacio, modélicamente, en los capítulos que desarrollan La Corte del Crisantemo.

Como autora, ¿con qué ha disfrutado y/o padecido más: pergeñando episodios sangrientos, traiciones al trono, batallas y calamidades naturales, o desarrollando el iniciático itinerario de Hiroshi Tanaka, su principal personaje?

La verdad es que he disfrutado mucho escribiendo esta novela: sentir latir bajo mi mano la creación de sus personajes, tan vivos y humanos que bien podrían ser mis propios amigos. Los episodios más duros los he tratado con delicadeza. En toda novela épica debe de haber sufrimiento, heroísmo y la consecución final de su objetivo más puro: la elevación del héroe sobre su propia humanidad. En este camino de iniciación, he compartido los temores y superación de Hiroshi, he amado y sentido sus frustraciones y me he alegrado con sus triunfos. Es una novela llena de empatía, que te llena el corazón de esperanza.

Como autocrítica, ¿cuáles serían sus pasajes más conseguidos de esta última obra suya y con qué queda menos satisfecha?

Me ha encantado escribir el episodio del bosque, cuando el lobo gris aparece para dar a entender a Hiroshi que nada se acaba cuando llega la muerte. Es una bella metáfora del más allá. La presencia de los animales, como elementos mágicos, es lo que más me ha gustado de mi novela. Me hubiera gustado desarrollar algo más las personalidades de los personajes secundarios, pero me pareció que si lo hacía ralentizaría la trama y quería que fuera una historia trepidante, donde los héroes principales tuvieran el papel que les correspondía.

El amor, el impulso sexual, juega importante papel en La Corte del Crisantemo. La fuerza del sexo es innegable en la relación entre Hiroshi y Akane, pero irrumpe también con imparable furia en el joven cuerpo de la princesa Amato, o en el heredero al trono del Crisantemo, Itoku Tenno.

¿En qué medida cree que un erotismo radical, subversivo, ayuda realmente a la hora de sobrevivir activamente en épocas como la medieval japonesa, pero también en la actual, potenciadoras de comportamientos anodinos y gregarios?

La novela tiene un gancho ineludible en la relación amorosa de los personajes. ¿Qué sería de una novela sin una excitante historia de amor? Es cierto que el papel sumiso de la mujer ha estado presente en muchas novelas, pero el caso de esta es una forma diferente. Hay una pasión evidente entre el príncipe Itoku, la princesa Amato y su amante, la joven cortesana que se desvive por ella. Las convenciones sociales, los matrimonios concertados… son una marca corriente en novelas que relatan civilizaciones antiguas. Pero al final, el sexo es lo que prima.

Es usted una escritora con varias novelas publicadas, muy distintas entre sí.

¿Pueden saber los lectores de TODO LITERATURA qué lugar ocupa dentro de su producción La Corte del Crisantemo y, también, que le llevó a fijarse en Japón a la hora de concebirla y desarrollarla?

Hasta este momento he publicado diez libros. La mayoría de ellos son novelas de ficción, uno de los más conocidos es El Gabinete de Curiosidades del Señor Moreira. La Corte del Crisantemo es una novela de acción, una epopeya de fantasía que surgió de un viaje a Japón por parte de mis hijas. Las fotografías son un imán atrayente y una de ellas fue la chispa que disparó mi imaginación. Un bosque enorme de bambú, cuyas ramas tocaban casi el cielo. Una muchacha de cabello rojizo, corriendo a través de él al encuentro del amante que la encumbraría hasta convertirla en estrella.
¿Nombraría a algún autor japonés, antiguo o actual, que le guste especialmente y haya podido influirle?

Haruki Murakami, un escritor actual, eterno candidato al Nobel de Literatura. Sus novelas tienen ese poso mágico y atrayente que te invita a soñar en mundos oníricos. Natsume Sōseki. Un clásico de la literatura japonesa. Me encantan sus obras Soy un gato y Kokoro. Inspirándome en ellos, me ha gustado recrear ese mundo maravilloso e imaginario, lleno de fantasía, exótico y cercano a la vez.

Quiero dar las gracias al autor de esta maravillosa reseña y magnífica entrevista, José Manuel López Marañón. Es un placer participar en Todo Literatura.

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