Cuando en este momento histórico en el que, en la laica Europa, el catolicismo solo lo defendemos unos pocos, aun reconociendo los errores que se hayan podido cometer, y ya que no se aceptan consejos , ni guías morales, por parte de la clerecía cristiano católica, existen agrupaciones de laicos quienes de forma voluntaria han decidido reunirse para la celebración de la Muerte y la Resurrección del Hijo de Dios, Jesucristo, en la Semana Santa, la cual procesiona con sus Pasos representativos por toda España e Hispano-América, con cientos de cofrades, que en la capital imperial leonesa son denominados como ‘papones’. Estas conmemoraciones se están incrementando en las Españas, a pesar de los esfuerzos espurios del laicismo militante. «El libro aborda el estudio de las cofradías, asociaciones laico-religiosas que, durante siglos, han gozado de un gran arraigo en nuestras tierras. Su recorrido nos traslada por esos espacios de construcciones culturales a caballo entre el sincretismo y la asimetría entre lo religioso y lo pagano, que caracterizaron a la sociedad de entonces. Revelan, a la vez que ocultan una religiosidad dinámica, influida por lo deseado y lo temido, por costumbres con sistemas de valores y símbolos que servían a las exigencias mentales, psicológicas, emotivas, recreativas, festivas, económicas y de poder. Todo eso, pese al control social que se intentó en la España católica a partir de la contrarreforma protestante, el regalismo ilustrado y a una modernidad que acabará con ellas». El carácter de permanencia de estas tradiciones, existente, prácticamente solo en las Españas, que conserva con rigor étnico hondas tradiciones primordiales, que representan el sentir cultural y tradicional de todo un pueblo. Esas asociaciones de base religiosa o cofradías, presentaban ya desde el Medioevo, un fenómeno de amplia extensión, en todo Occidente, ya que se buscaba la ayuda de la Divinidad para poder superar todas las calamidades existentes en esa época, y, como indica el autor, lo mismo ocurría en el occidente del Bierzo, que estaba aislado dentro, ¡cómo ha estado en toda su historia y así seguirá!, del REINO de LEÓN o REGNUM IMPERIUM LEGIONENSIS. “En esta zona montañosa, aquellas, asociaciones o agrupaciones vecinales, al igual que las unidades básicas, psicológicas y morales que interactuaban de manera constante en la vida cotidiana y ofrecían protección (el núcleo familiar y la comunidad de vecinos), se regían por normas de funcionamiento basadas en la coexistencia. Esa coexistencia imponía unas relaciones forzosas y un compromiso social determinado que amparaba a los individuos ante la inseguridad de la vida. El soporte de esa fuerza asociativa formaba parte de los mecanismos de cooperación que se establecían por la proximidad, pero también esta misma estaba vinculada a la cotidianidad de la enfermedad y de la muerte omnipresente e íntima con la que convivía la población”. Las cofradías trascienden a los individuos, ya que el grupo es necesario y esencial, porque todo el meollo de estos grupos religiosos se relativa en los ritos grupales o actividades colectivas, entre otras de mayor o menor enjundia se producen las rogativas, y existen cuestiones laborales, denominadas como hacenderas o veceras, etc. Sea como sea, estamos hablando de la Pasión y Muerte de Jesucristo, por lo que la existencia del cofrade convierte, sensu stricto, a la muerte en un rito social. “De esta forma, las asociaciones religiosas de laicos cobraban un gran protagonismo y sus espacios eran el escenario de la muerte pública, exteriorizada, que ponía en marcha una serie de obligaciones y ritos con objetivos y características muy concretas garantizadoras de unas exequias decentes y concurridas, y del tránsito a la otra vida conjurando así ese ‘más allá’ inexplicable, pues los espíritus de los muertos seguían formando parte de la comunidad. Esas creencias, que contribuían a reforzar esa presencia de los muertos en el mundo terrenal daban lugar a conductas externamente intensas y variadas extendidas más allá del ámbito oficial cristiano”. El autor, leonés de la Comarca leonesa del Bierzo, se doctoró con una tesis, del año 2001, en la Universidad de Toulouse-II, con, traducida al idioma español como: “VIDA Y MUERTE DESDE LAS ASOCIACIONES LAICO-RELIGIOSOS EN LA REGIÓN DE LOS ANCARES, SEGÚN LOS ARCHIVOS DE LOS SIGLOS XVII-XVIII-XIX”. Por consiguiente, el profesor Soto Abella es un excelente analista de este tema histórico. Es, asimismo, un investigador excelente sobre la vida y las costumbres de la población de esa zona ¡SIEMPRE LEONESA DEL BIERZO! Los poderes religiosos siempre pretendieron apropiarse de todos esos mecanismos psicológicos de defensa, que se expresaban y se subrayaban por medio de la religión cristiana-católica. En este universo psicológico, que se encontraba fuertemente imbuido del catolicismo, expresión universal y religión verdadera del cristianismo, se estructuraban y se enriquecían aquellas asociaciones de cofrades laicos, en todo ello se encontraba el influjo muy importante del concepto de la existencia del Purgatorio. La tierra donde se desarrolla esta obra, se encuentra con Asturias por el norte, Lugo por el oeste y Orense por el sur; su clima es húmedo y frío. Las precipitaciones caen, sobre todo, entre los meses de octubre a abril, y muy copiosas en invierno, donde se producen grandes y largas nevadas. El paisaje social tradicional es el colectivismo, ganadería tradicional, policultivo de subsistencia, y fragmentación de la tierra en minifundios, en la que escasea la tierra de buena calidad. Por consiguiente, el núcleo familiar ofrece una enorme protección a sus miembros. Estamos, por lo tanto, ante una obra interesante y complicada, de gran nivel cultural, que realiza un análisis perfecto sobre la religiosidad del Bierzo oeste, siempre dentro del inigualable Reino de León. «Humanum fuit errare, diabolicum est per animositatem in errore manere». Puedes comprar el libro en:
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