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"Sicilia. 1943. El primer asalto a la fortaleza Europa", de James Holland

Ed. Ático de los Libros. 2021
Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
viernes 09 de septiembre de 2022, 23:00h
Sicilia. 1943
Sicilia. 1943

Nuevo acierto editorial, que debería ser refrendado por la adquisición pública, de otro volumen de unas 800 páginas, de la editora Ático de los Libros; cuyos libros son auténticas joyas de la historiografía. Ahora nos acercamos a uno de los momentos cumbres de la 2ª Guerra Mundial; otro de los hitos para la necesaria reversión de aquella sangrienta conflagración mundial, que se llevó por delante a más o cerca de 70 millones de seres humanos. La sinopsis argumental es muy clara y necesaria.

La historia de la mayor operación anfibia de todos los tiempos. Bajo el nombre en clave de Husky, el asalto aliado de Sicilia a partir del 10 de julio de 1943 fue la mayor operación anfibia de la historia. Ese día, más de 160000 tropas británicas, estadounidenses y canadienses aterrizaron o desembarcaron en las costas de la isla italiana para comenzar el asalto a la Fortaleza Europa, más de las que desembarcarían el Día D en Normandía un año después. Tras una campaña aérea que consolidó una nueva forma de hacer la guerra y señaló el comienzo de la hegemonía aliada en los cielos europeos, la batalla por Sicilia fue una de las campañas más dramáticas y transcendentales de toda la Segunda Guerra Mundial. Bajo un sol abrasador y en una isla infestada por los mosquitos y las enfermedades y controlada por la mafia, los Aliados participaron en combates de una violencia inusitada en entornos hostiles, con recursos limitados y contra un enemigo que se negaba a rendirse. A partir de una exhaustiva investigación y de entrevistas con supervivientes, James Holland, el principal exponente de la nueva generación de historiadores que están reinterpretando la Segunda Guerra Mundial, nos ofrece el apasionante y vívido relato de uno de los grandes puntos de inflexión del conflicto: la operación sin la cual el Día D y la victoria aliada no habrían sido posibles”. ‘FINALISTA AL MEJOR LIBRO DE HISTORIA MILITAR DEL EJÉRCITO BRITÁNICO’.

Para mayor aclaración y magisterio de la obra, el autor presenta una lista exhaustiva de los principales militares citados en el volumen. Multitud de fotos ilustrativas de todos los hechos narrados enaltecen más, si cabe, este libro. Este volumen es tan bueno, sin ambages, que la narración sigue la sistemática de una de las mejores novelas históricas del momento actual. El hecho histórico narrado comienza un viernes, 25 de junio de 1943, por la mañana; está claro que la isla de Sicilia, en este mes de junio, presenta un clima muy caluroso, y con un grado de humedad muy elevado. Está conformada por dos zonas bien delimitadas, en el norte la herencia púnica es indubitable, siendo Palermo-Panormo la capital proveniente del Imperio de los púnicos; en el sur la ciudad es Catania y su volcán Etna, son fundación de los romanos; a Oriente y a Occidente se encontraban los territorios de los sículos, Trápani, Siracusa, Messina, etc. En este día, Trápani esta atestada de aviones, los cazas germanos se estaban preparando para cumplir la locura de Adolf Hitler de que los alemanes no se rinden nunca. Los mecánicos tratan de preparar el Messerschmitt-109 del oficial de la Luftwaffe Johannes Steinhoff, a pesar del desabastecimiento crónico al que les ha conducido la desastrosa política de Hermann Göring, y del ministro de armamento llamado Albert Speer.

Trápani estaba en una pequeña llanura costera, polvorienta y bañada por el sol, y para cuando Steinhoff se había planificado en una silla frente a su puesto de dispersión de madera, la luz del alba había sido barrida por el azul ardiente del cielo diurno. Más allá del borde del aeródromo estaba el inmenso mar oscuro. Cantaban los grillos y las cigarras. El calor aumentaba de forma palpable”. Sea como sea es muy sorprendente y paradójico, lo poco que se ha escrito sobre ese año crucial para la derrota alemana en Italia, ya que es el momento vital en el que se produce un punto de inflexión, del que los alemanes no se recuperarían nunca; si se hubiese evitado la evacuación de los soldados alemanes, todo llegaría antes al buen puerto de la victoria final, ya que las tropas alemanas rescatadas en Sicilia, tuvieron la posibilidad de seguir engrosando los efectivos de la Wehrmacht, concretamente en 39569 hombres, que tampoco son muchos.

Está claro que los Aliados tenían la convicción de que aquellos soldados escapados de sus manos, no eran tamaño número de efectivos, Además, aquellos soldados alemanes estaban más preparados para un descanso infinito, que para poderse enfrentar a las tropas enemigas. “Por su lado, la 15ª de Granaderos Panzer recibió bastantes refuerzos al final de la campaña, pero cuando cayó Troina se encontraba en una situación desesperada, como queda acreditado por las pérdidas en unidades como el batallón de ametralladoras de Pöppel o la compañía de tanques Tiger de Karl Goldschmidt. En otras palabras, los soldados alemanes que consiguieron atravesar el estrecho no constituían un problema tan gordo como algunos historiadores han intentado asegurar”.

Está claro que varias evacuaciones se produjeron, en ambos bandos, a lo largo de toda la guerra, una de las más escandalosas o paradigmáticas fue, en este caso en el bando de los Aliados, y me estoy refiriendo a la desbandada que se produjo, tras la ofensiva alemana ocurrida en la Europa occidental en los meses de mayo y de junio del año 1940, este momento conllevó una victoria pletórica de los alemanes, hasta tal punto que, de forma inexplicable para los objetivos de Adolf Hitler, la Wehrmacht permitió la huída de un número ingente de soldados, mayoritariamente británicos, miles de hombres que un extraño Hitler permitió, felizmente para el ulterior desarrollo de la guerra, que escapasen; probablemente ese tactismo del Führer hacia los británicos era doble, ya que los consideraba germanos, o quizás esperaba realizar una paz con la Gran Bretaña, al margen de otros enemigos, o podría ser un complejo de inferioridad alemán. Sea como sea, Winston Churchill no se rindió y no aceptó el misterioso envite de Adolf Hitler.

En suma, esto es todo lo que se me ocurre para invitar a los lectores, de esta reseña-ensayo, a la adquisición de este grueso y enjundioso volumen, sobre uno de los episodios más conspicuos de la Segunda Guerra Mundial. Estoy seguro que así ocurrirá, por merecido. «Alea iacta est. ET. Veni, vidi, vici».

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