Me niego a caer en la trampa de Tamara Falcó. Bastante polarizados estamos con las vacunas, el cambio climático, el sí es sí, la tortilla de patatas con o sin cebolla o el envío de tanques Leopard a Ucrania, como para dedicar un minuto a esa niñata pija y caprichosa. Esto es un sindiós, tío.
Yo he visto discutir salvajemente a personas de un alto cociente intelectual por el futuro amoroso de Tamara. Mira lo que te digo; no sé cuándo, cómo ni donde, pero seguro que el Iñigo la va a liar parda otra vez. La jodiendia no tiene enmienda (sobre todo la extramarital) Espérate que se casen el 17 de junio en el mega palacio que Tamara heredó de su padre. Iñigo Onieva nunca se ha visto en otra, con tanto ringorrango se le va a ir la olla (y lo que rima).
No soporto la duda y la incertidumbre. Pero lo que tengo clarísimo es la tortilla con cebolla y no enviar tanques Leopard a Ucrania. Vamos a dedicarle un minuto a este tema que es más importante que el bodorrio de Tamara. Dice Margarita Robles que está linda la mar y que “la paz hay que defenderla con las armas”. Entonces nos basta con la OTAN ¿Para qué coño queremos a la ONU? Lo que me mosquea de este asunto es estar de acuerdo con ERC, Bildu, Podemos y su órbita de asteroides. La vida te sorprende. Ahora la borroka es pacifista. Menudo volantazo. Solo falta que el eje de la tierra se pare de verdad y nos apeemos todos a la vez. Somos muy masocas, tío. Nos va la marcha.
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