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"Julio César", de Patricia Southern

Desperta Ferro Ediciones. 2022
Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
lunes 20 de febrero de 2023, 18:00h
Julio César
Julio César
Estamos ante una obra de una calidad fuera de serie, como buena parte de las producciones historiográficas presentadas por Desperta Ferro. En este caso se trata de un volumen dedicado a uno de los personajes de la Historia de la humanidad, sobre el que más ríos de tinta han corrido, en relación con su vida, su obra y su esperpéntica muerte, ya que hasta en ese momento de su paso a otra dimensión vital, fue diferente este romano del siglo I a.C. Me estoy refiriendo a Gayo Julio César, el cual siempre rodeó su vida de un halo de cripticismo y misterio indubitables.

«Parte figura histórica, parte leyenda, Julio César fue uno de los grandes personajes de la Antigüedad y un individuo complejo: político brillante y maquiavélico, general genial, afortunado e implacable, un consumado conductor de hombres de agitada vida sentimental… Una imagen deformada tanto por la propaganda que el propio César vertió a la posteridad en sus ‘Comentarios’ como por las sucesivas capas de ornato que, desde la Antigüedad hasta el presente, los historiadores han ido añadiendo a la vida del Divino Julio. Cribar entre realidad y leyenda es lo que plantea Patricia Southern, autora de libros como ‘El Ejército romano del Bajo Imperio’ o ‘Augusto’, para mostrar que la vida de César fue extraordinaria, sí, pero que distó mucho de ser una trayectoria ineluctable, con un destino inevitable, sino que fueron el implacable carácter del personaje y sus decisiones -además de más de un guiño de la diosa Fortuna- las que condujeron a aquel. Si antes de su consulado en el 59 a. C. César era un senador más, en los siguientes quince años una extraordinaria sucesión de maniobras políticas y campañas militares le llevaron a acumular un poder inmenso, más del que ningún romano hubiese reunido nunca, apuntando al gobierno unipersonal que su hijo adoptivo Octavio finalmente instaurase. Desde la juventud de un patricio vanidoso y petulante a su asesinato, acaso el más célebre magnicidio de la historia, seguir la vida de César es asomarse a un tiempo y a una vida convulsos, entreverados de leyenda, pero que este libro despeja para arrojar luz sobre el hombre que hubo detrás del mito».

Gayo Julio César fue uno de los personajes más eximios de la Antigüedad, quizás solo comparable a Alejandro III Magno, Aníbal Barca y Pirro del Épiro. Hubo un dictador importante, en Roma, llamado Lucio Cornelio Sila, que conoció claramente cuál era el carácter, la idiosincrasia, y el posible futuro de aquel supuesto petimetre, ‘DE ENTRE TODOS LOS ROMANOS QUE CONOZCO, EN UNA REPÚBLICA ROMANA DE BORRACHOS, EL ÚNICO ABSTEMIO ES EL MÁS PELIGROSO. Y EN ÉL HAY VARIOS MARIOS’; y Sila, que conocía el estilo del sobrino de su archienemigo Gayo Mario, sabía a lo que se refería, lo que Julio César representaría en la Roma de la República, y no se equivocaría en nada. Plutarco compara en sus ‘Vidas paralelas a ambos genios político-militares, Alejandro Magno y Julio César; obra extraordinaria y esclarecedora, en la que el autor griego comparó a héroes griegos, con los que él consideraba sus equivalentes romanos.

La importancia del apelativo ‘CÉSAR’, que parece ser que es la palabra que definía a los elefantes cartagineses, y que pasó a la familia como cognome, porque un antepasado de Julio César mató a un elefante púnico en la batalla de Trasimeno, dentro de la Segunda Guerra Romana o Púnica o Romano-Púnica; y ya desde ahí la nómina de César define al ‘KAISER’ en los Imperios Alemán o Austriaco y al ‘ZAR’ en Rusia. Existen muchas posibilidades de que Julio César contemplase, con cierto escepticismo al resto de seres humanos que le rodeaban, en la época histórica en que le había tocado vivir y, además, parece ser, y así se adivina en los textos que le citan, que tenía un concepto de sí mismo muy elevado. “… y es posible que se forjara una idea muy clara de en qué quería convertirse, pero ni siquiera él tenía la capacidad de predecir cómo iban a desarrollarse las cosas”. Se puede colegir que era un ser humano muy inteligente, y bastante superior a la media de sus congéneres, aunque no omnisciente, ya que escapó de atentados, por los pelos, y de varios intentos conspirativos de acabar con su vida. Sea como sea, siempre tuvo un ego muy desarrollado, y conseguiría sobreponerse a las múltiples adversidades que se le presentaron.

Era un hombre de tanta fuerza personal, y una personalidad tan arrolladora, que ningún desastre lo amilanaría, verbigracia la derrota ante los galos-arvernos en la batalla de Gergovia, frente a Vercingétorix. Julio César pertenecía a la nobleza patricia senatorial, pero su familia no estaba dentro de la plutocracia o de la aristocracia senatorial más exquisita, a pesar de que en la familia Julia se indicaba, sin el más mínimo rubor, que descendían de la diosa Venus. El padre de Gayo Julio César, del mismo nombre que el hijo, pasó a mejor vida a causa de un posible IAM o Infarto Agudo de Miocardio, cuando se estaba atando, obesidad mórbida acompañante, una de sus sandalias, con gran esfuerzo. Su tío Gayo Mario, casado con su tía paterna Julia, era lo más famoso de lo que podía presumir, y el gran enemigo de L. C. Sila, por lo que cuando murió, su sobrino quedó en muy mala situación en Roma; aunque siempre tuvo la valentía como para no permitir mediatizaciones y, de esta forma, se negó a separarse de su mujer, Cornelia, a pesar de la orden silana de hacerlo. No obstante, se vio obligado a escapar, pero, Sila le perdonó y pudo retornar a Roma. Estudió retórica, historia, etc. en Rodas. Como todos los romanos de su época ocuparía cargos militares, religiosos y políticos indistintamente.

Hasta el año 62 a.C., en definitiva, la trayectoria vital de César no había sido espectacular. Pero ese año, cuando ya no le quedaba mucho para cumplir los cuarenta, fue elegido pretor. Las funciones oficiales de los pretores, cuyo número Sila había fijado en ocho durante su reforma del año 81 a.C., eran eminentemente jurídicas, pero en la práctica también podían dirigir ejércitos y, sobre todo, la pretura constituía el último peldaño de la escalera que conducía hacia la magistratura superior, el consulado, cargo que César siempre había ambicionado y que terminaría alcanzando en el 59 a.C.”. Los romanos denominaban a la carrera política como su CURSUS HONORUM, que tenía unos plazos muy claros para ir ascendiendo. Además, en Roma existían, más o menos, dos grupos políticos enfrentados, el de la oligarquía y el de los populares, estos últimos muy próximos a los intereses de la plebe de Roma, Julio César estaría con ellos y con sus intereses. Este preámbulo, deseo, fervientemente, que sirva para el acercamiento literario a esta obra, que califico, sin ambages, de magnífica, y merecedora de los éxitos más conspicuos. ¡Sobresaliente! «Errare humanum est, sed perseverare diabolicum. ET. Medice, cura te ipsum».

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