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"Gladiadores, fieras, carros y otros espectáculos en la Antigua Roma, de María Engracia Muñoz-Santos

Ed. Síntesis. 2022
martes 21 de marzo de 2023, 00:10h
gladiadores, fieras, carros y otros espectáculos de la antigua roma
gladiadores, fieras, carros y otros espectáculos de la antigua roma
Como buena parte de los libros de Síntesis, estamos ante un magnífico volumen, en este caso sobre Historia Antigua, y ceñido a un aspecto muy poco estudiado y bastante complejo; ya que los romanos eran poco dados a dejar algún tipo de documentación sobre aquellas actividades que consideraban habituales o cotidianas. Y, además, existen muchas posibilidades de que el autocalificativo sobre ellas, no lo considerasen tan laudatorio como era el relativo a sus múltiples victorias bélicas, con las consiguientes conquistas.

«Los espectáculos romanos desde siempre nos han despertado una gran curiosidad. Pocos niños no saben qué es un gladiador y los adultos disfrutamos como los antiguos romanos de un buen péplum con una carrera de cuadrigas o de una lucha en la arena contra un tigre. Sin embargo, pocos son aquellos que conocen la verdad sobre los espectáculos romanos y las dificultades para estudiarlos; la realidad es mucho más interesante que la ficción novelada. Desde las trepidantes carreras de carros del circo hasta la sangre de hombres y animales derramada en la arena, pasando por los atletas deportivos o la participación de las mujeres; todos ellos causaron (unos más que otros) furor entre los antiguos romanos. Comprender a qué se entregaban en su tiempo de ‘otium’ es entender un aspecto fundamental de su vida cotidiana y supone un eslabón más en el conocimiento de un pueblo, el romano, que todavía causa fascinación en la sociedad actual».

A pesar de lo que se pueda creer, la especulación ha sido la praxis habitual para acercarse a los Juegos del Circo en Roma. En todo ello debemos incluir películas, calificadas ‘de romanos’, algunas novelas-históricas, etc, que en ocasiones no han tenido demasiado rigor histórico, aunque las generalizaciones siempre generan injusticias. Por consiguiente, todo lo que antecede ha motivado que tengamos un concepto sobre esos divertimentos de los hombres y las mujeres del río Tíber, posiblemente algo deformado y bastante liviano; asimismo, los historiadores de la Antigüedad, que lo conocían fehacientemente, tampoco profundizan lo bastante sobre la cualidad y la cantidad del hecho circense; léase, Plutarco, Tito Livio, Polibio, Dión Casio, Veleyo Patérculo, Diódoro de Sicilia, Suetonio, Estrabón, Virgilio y Ovidio, y tantos otros de mayor o menor enjundia, y situados en épocas diversas. También, algunos autodenominados como divulgadores, equivocan su fórmula para realizar una recreación histórica, que se acerque lo más posible a la Historia circense de Roma, sensu stricto. Sea como sea, los historiadores se están aproximando, ya, con mucho rigor, a los textos sobre los Juegos de Circo, tratando de obviar los diversos inconvenientes que se han ido acumulando en el hecho narrado.

Por un lado, la falta de un texto que lo cuente todo. Si existió se ha perdido. Así que el investigador debe encontrar, como la aguja de un pajar, aquellas referencias, en diversas fuentes textuales, que puedan aportar algo de luz. En segundo lugar, el problema es que esas referencias son muy pocas, dispersas en textos de muy diversa índole (épicos, políticos, históricos, poéticos, pero también en cartas, epigrafía, grafitis), además de en otros formatos como el artístico (mosaicos, pinturas, esculturas, edificios y elementos arquitectónicos y relieves) y, a veces, incluso se obtiene información de restos óseos humanos o animales. En tercer lugar, la cronología es amplísima (más de trece siglos de mundo romano), un romano del siglo IV d. C. nada tenía que ver con uno del siglo VIII a. C., tampoco en temas de espectáculos”.

Pero, los historiadores dedicados al mundo del SPQR están intentando realizar un acercamiento exhaustivo y, sobre todo, pormenorizado e historiográfico analizador, hacia estos hechos, del devenir vivencial de un pueblo tan paradójico, y tan extraño en tantas ocasiones, cómo era el romano. El libro, que no tiene desperdicio, está dividido en seis capítulos. En primer lugar dedicado a los gladiadores per se, que, a pesar de los pesares, nunca fue el preferido de los ciudadanos de Roma, pueblo cruel por antonomasia, pero que tenía otros intereses lúdicos, además del de la sangre; partiendo de la base obvia de que muchos de los combates de los gladiadores no eran a muerte, ya que formar a un gladiador en años y en experiencia, conllevaba un importante dispendio económico para los lanistas, y el negocio se podía acabar en un solo día, que era cuando el gladiador pasaba a mejor vida. Se conoce hoy que, asimismo, combatían mujeres, pero casi siempre a la luz nocturna de las antorchas.

El segundo capítulo está dedicado a las cacerías de animales salvajes, lo que se denominaba cómo ‘venaciones’; este espectáculo gustaba a los romanos, ya que ponía a prueba el hecho de que un ser-humano pudiese vencer a una fiera, más poderosa en fuerza, pero no en inteligencia. El tercer capítulo está dedicado a las carreras de carros, más raro por costoso y complejo el de cuadrigas, que superaba, con mucho, en popularidad a los dos anteriores. El cuarto capítulo está dedicado a los espectáculos acuáticos, incluyendo las naumaquias o combates de naves; estos espectáculos fueron mitificados en el siglo XVIII, sobre todo en la ubérrima y estereotipada corte del Rey Sol o Luis XIV de Francia.

La siguiente parte está dedicada a los juegos atléticos; los cuales habían sido dinamizados y diversificados de sus antañones juegos panhelénicos, pero tras ser tamizados por los etruscos y, luego, por los propios romanos. El último acercamiento se refiere, al análisis de a los que iban dedicados los juegos, que eran los espectadores. Uno de los apartados más destacables es el de la selección de textos; todos son reseñables, pero me ha gustado mucho el relativo a las carreras en el circo, el de la damnatio ad bestias y, sobre todo, el de las mujeres. “¿Por qué te extrañas si una mujer trastorna mi vida y tiene a su hombre sujeto a su ley, e inventas contra mi persona vergonzosas acusaciones de incapacidad porque no pueda romper las cadenas y el yugo? El marino presagia mejor la muerte a punto de llegar, el soldado aprende de las heridas a tener miedo. De palabras como ésas me jactaba yo en mi pasada juventud: tú ahora aprende a temer de mi experiencia…

Grandes cantidades de gentes se acercaban a solazarse al Coliseo, cuando lo hubo, eran seres humanos de todo tipo y condición, quienes disfrutaban de los juegos organizados por el editor. Mujeres, ancianos, jóvenes, adultos, ricos, pobres, comerciantes, provinciales de alta alcurnia, campesinos con posibles económicos y, aunque sorprenda, también los niños eran espectadores aceptados en estas diversiones. Sea como sea sin los espectadores, cuantos más mucho mejor, el desarrollo del evento circense no era posible. Estamos ante un libro sobresaliente y prístino, qué recomiendo totalmente, por la emoción académica y divulgativa que produce. «Obiit Almansur et sepultus est in infero. ET. Qualis artifex pereo

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9788413571577
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