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"Dos hermanas para un rey", de Isabel Stilwell

Editorial Espasa. 2022
viernes 05 de mayo de 2023, 17:41h
Dos hermanas para un rey
Dos hermanas para un rey
Todo en este libro es una inteligente paradoja, y el equívoco comienza, ya, desde el propio apellido de la autora, portuguesa con apellido británico, pasando por el título críptico y la imagen de la portada; todo apunta a Enrique VIII Tudor de Inglaterra y sus amantes Boleyn y, nada más lejos de la realidad, ya que se refiere, dentro del género de la novela-histórica, al Rey Manuel I de Portugal, que se matrimonió hasta en dos ocasiones con sendas infantas de Castilla y de León, e hijas de los Reyes Fernando V e Isabel I de Castilla y de León "Los Reyes Católicos".

«Portugal, finales del siglo XV: aunque Manuel, duque de Beja, no nació para ser rey, los hados conspiraron para que se convirtiera en el sucesor de Juan II. Apodado "el Afortunado", sus naves llegaron a India y Brasil, y Lisboa se convirtió, bajo su reinado, en el centro del comercio de las especias. Isabel, hija de los Reyes Católicos y viuda de Alfonso, el hijo de Juan II, se resistió a que la casaran con el nuevo rey. Pero desde el primer día que la vio, Manuel estuvo decidido a hacerla suya. Por desgracia, la felicidad conyugal duró poco, ya que Isabel murió de parto y, poco después, su único hijo la seguiría a la tumba. Era necesario garantizar la sucesión. Había llegado el momento de María, la hermana de Isabel».

Estamos en el reino de Portugal, e n el siglo XV. Justa Rodrígues, personaje muy bien delineado, y que es el ama de cría del pequeño infante Manuel, ya duque de Beja, nunca tuvo la más mínima duda de que su 'querido niño', al que había criado a sus pechos, sería aquel escogido por las profecías, para poder reconquistar Jerusalem, para la cristiandad y, ahora, en poder del repudiado Islam; para de esta forma y manera conseguir reunir a todos los europeos, de forma primigenia, y luego al resto de la humanidad, bajo la misma fe del Cristo-Dios. El azar y los hados serían conspiradores necesarios para que, en el año de 1495, al morir su regio sobrino (el infante Alfonso), y los subsiguientes asesinatos de su hermano (Diego, duque de Viseo) y de su cuñado, fuera el sucesor del Rey Juan II de Portugal (1455-1495). Su apelativo como "el Venturoso" le vino como anillo al dedo, ya que sus naves llegaron hasta la India y Brasil, lo que conllevó que pudiese presumir de estar en posesión de un imperio mágico, y se tiene la certidumbre de que siempre se autocalificó, en secreto, como el rey mago de Occidente. Lisboa, por su influjo indubitable pasó de ser una villa con pocas ínfulas, tras la Reconquista del poder al Islam, al centro del comercio de las especias, con las calles plenas de cosmopolitismo, con mercaderes, riquezas e intrigas políticas nunca vistas. Isabel, infanta de León y de Castilla, ya viuda del príncipe heredero Alfonso, no deseaba en ninguna circunstancia volverse a casar, ahora, con este nuevo monarca portugués. Su matrimonio había sido feliz y pleno de amor, por lo que deseaba seguir viviendo su pena y su tristeza en soledad.

No obstante, este no era el pensamiento del nuevo soberano lusitano, por lo que desde que la vio, deseo hacerla su esposa, aunque para ello, y por obligaciones dinásticas debidas a los padres de su deseada novia, se viera impelido a expulsar las herejías de Portugal, de forma primigenia, y luego hacer lo mismo con los hebreos. Sea como sea, la felicidad del nuevo matrimonio duró muy poco, ya que la nueva soberana, Isabel, pasaría a mejor vida por causa de un sobreparto, o en lenguaje médico moderno: por una endometriosis o una infección puerperal, y el necesario infante don Miguel de la Paz (1498-1500), esperanza de los Reinos de León, de Aragón, de Navarra, de Portugal y de Castilla, seguiría a su madre a la tumba, en su más tierna infancia. No obstante, la sucesión era necesaria que fuese garantizada; y para ello existía un estupendo reemplazo de infanta, que lo sería su hermana María de León y de Castilla.

"Manuel escuchó el suspiro hondo de su madre. La duquesa sabía que, a partir de ese día, Juana pasaría a constar en los documentos de la cancillería apenas como 'Excelente Monja' o 'Excelente Señora'. Pero estaba viva, y el príncipe no permitiría que el veneno le alcanzase, intimidado por Alfonso V, que lo había amenazado con una maldición perpetua si algo le sucedía. Todos tenían que desempeñar su papel, por un bien mayor, para paz y sosiego de Portugal y de Castilla, por el final de una guerra que tanta sangre había derramado. Manuel también cumpliría con el suyo. La duquesa se inclinó y besó el cabello claro de su hijo pequeño, estrechándolo contra ella. Velaría para que fuese más afortunado que aquella pobre criatura. Sonrió para sí misma. Se lo había confiado a su ama y estaba segura de que no había otro con un destino tan glorioso como el suyo. Manuel, Dios está con nosotros. Esperaba de él grandes cosas".

La obra finaliza con dos capítulos sumamente necesarios, el primero de ellos es un Epílogo muy esclarecedor, para conocer como fue el final de este esplendoroso reinado portugués. Tras la muerte de su reina (doña María), el monarca se encerró en el convento de Peña Longa, donde permanecería, en una casi clausura, siempre en oración durante dos semanas largas, su regio dolor era inconsolable.

"Nos dice Damián de Gois que el rey lamentó la muerte de su muy querida esposa, amada por encima de todas las otras, y se quedó tan desanimado que abdicó en favor de don Juan, que tenía entonces quince años. Libre del gobierno del reino, decía, podía finalmente dedicarse a la guerra contra los moros e ir a África, como tantas veces había soñado con Juan Manuel. Pero la fuerza y el optimismo del rey no eran compatibles con rendiciones, ni la profunda fe en su nacimiento bienaventurado le permitía dejar el poder. Hecho el luto, regresó al palacio de Ribeira, a sus hijos y a sus planes".

El Rey Manuel I de Portugal pasaría a mejor vida el día 13 de diciembre de 1521, tenía 52 años de edad, la causa de su muerte pudieron ser fiebres tifoideas o una patología similar, que pudiera ser una peste-bubónica, con mucha fiebre y delirios. Otro de los personajes esenciales en la narración, es el médico hebreo Judah Abravanel, que, aunque nacido en Lisboa, fue médico de los Reyes Católicos, y terminaría como refugiado en Nápoles, víctima de la persecución del Rey Don Joao II de Portugal. Existe un episodio narrado, con todo lujo de detalles, que es el relativo a la masacre de dos mil conversos el 19 de abril de 1506, en la propia capital lisboeta. Recomiendo esta novela-histórica, a pesar de tanta anhistórica Castilla, por como describe a los personajes, con todo lujo de detalles, con un análisis muy prístino de cómo era la situación de las mujeres en las casas reinantes, quizás exagera algo la autora, ya que algunas, verbigracia Isabel I "la Católica" no se dejó nunca manipular, ni en sus hijas tampoco, que tenían bastante capacidad de decisión; asimismo, los infantes-varones aceptaban las bodas impuestas por sus padres. Destacar la fuerza narrativa de Isabel Stilwell y su más que notable ambientación de época y personajes; terminando la obra con lo relativo a la Dramatis Personae, donde están todos los necesarios para la comprensión correcta de la obra. Momento histórico y novela muy interesantes. «Si fas endo plagas caelestium ascendere cuiquam est mi soli caeli maxima porta patet».

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