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"Cartago. La historia de un mundo eliminado por Roma", de J. Vilmont

Ed. Rialp. 2021
Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
martes 10 de octubre de 2023, 22:21h
Cartago. La historia de un mundo eliminado por Roma
Cartago. La historia de un mundo eliminado por Roma
Estamos ante otro libro, preciso y necesario, para enriquecer, obviamente, toda la ingente y magnífica bibliografía existente sobre el genocidio de Roma contra Cartago. Y, como el título nos indica, estamos ante la Historia de un mundo, el púnico o cartaginés, eliminado por Roma de la faz de la Tierra, con la ayuda de toda una pléyade de cartagineses traidores, vivientes dentro de la propia y magnificente urbe tiria; el más conspicuo de todos ellos sería el general Hannón “el Grande”.

«En el siglo IX antes de Cristo surge una nueva ciudad en la costa del Mediterráneo -en el Túnez actual-, fruto de la expansión marítima desplegada por los navegantes fenicios. Durante casi siete siglos, la ciudad-estado de Cartago crecerá en importancia, rivalizará con la Magna Grecia y con Roma, y alcanzará una gran prosperidad, beneficiándose del comercio de todo el Mediterráneo occidental. Enfrentada a Roma en tres ocasiones en su lucha por la hegemonía en el mar -las guerras púnicas-, será derrotada y destruida en el siglo II a. C., y convertida en la segunda ciudad más importante del imperio. La historia de Cartago es controvertida, pues las fuentes grecorromanas justifican su ocaso y desaparición, etiquetando negativamente sus costumbres, su cultura y sus gentes. El autor ahonda en la historiografía, tratando de superar el mito y las sombras que la envuelven».

La época de la duración de la pletórica urbe cartaginesa abarca desde el año 814 a.C. hasta el 146 a.C.; la primera fecha corresponde al momento mitológico, con base histórica, en que la errante princesa Dido de Tiro llegó a las costas del cabo Bon para fundar esa esplendorosa urbe, conformada por las laboriosas e inteligentes virtudes de los fenicios, ‘los hombres de púrpura’, y la segunda es la de la tragedia genocida provocada por la destrucción de dicha ciudad por la espada de Publio Cornelio Escipión Emiliano “Numantino o Segundo Africano”. Entre ambas fechas se produce todo el rico devenir histórico de la NUEVA CIUDAD o QART-HADASHT, que fue el fruto inteligente de la expansión marítima de aquellos fenicios, quienes poseían un sentido muy desarrollado del comercio y de cómo realizarlo todo desde el punto de vista de la navegación. Inclusive se colige que pudieron llegar, atravesando Gadir y las Columnas de Hércules hasta el Mar Tenebroso u Océano Atlántico, y llegar hasta las futuras Indias. Los puertos fenicios de Tiro, Sidón, Arados y Biblos, fueron los de mayor actividad económica y mercantil existente en toda la Antigüedad histórica.

Por consiguiente, y en función de todo lo que antecede, los marineros tirios fundarían la metrópoli filial de Cartago, la cual tras unos años de vinculación y de aprendizaje, conseguiría independizarse siguiendo su propio destino y su desarrollo. Roma se encargó de borrar de la faz de la Tierra todo lo que representaron los púnicos o cartagineses en la Historia; por lo que lo que hemos recibido, de forma muy fragmentaria son noticias peyorativas elaboradas por griegos y por romanos, que no dejaban de ser los mayores enemigos de Cartago. Sea como sea, los historiadores de la Antigüedad justifican el ocaso y la desaparición de los púnicos, como bien merecidos. Pudiendo citar entre otros de mayor o menor enjundia a Polibio, Diodoro Sículo, Apiano, Suetonio, Plutarco y, sobre todo, Tito Livio, cuya notoria descripción sobre la figura de Aníbal Barca “el Grande” ha pasado al mundo de la historia como la más sesgado y falaz que se puede escribir sobre un enemigo o adversario ya muerto; descalificando todos ellos la forma de ser y de existir de los cartagineses, de su cultura y de sus gentes. Desde mi punto de vista, de especialización académica hacia Cartago, estimo que los púnicos poseían valores culturales, comerciales, políticos, familiares y religiosos, más importantes y cuajados que los de los romanos; pero con una diferencia a favor de la civilización del Tíber, y que estribaba en la cohesión social existente en Roma y que, desgraciadamente, para ellos, no existía en Cartago. Verbigracia si la batalla de Cannas la hubiesen ganado los romanos, Cartago habría desaparecido de la faz de la Tierra tras la Segunda Guerra Romana o Púnica o Romano-Púnica. No deseo olvidar, que los púnicos se calificaban a sí mismos como ‘channani o cananeos’.

Lo cierto es que hasta finales del segundo milenio a. C. no se diferencia con claridad a los fenicios del resto de los cananeos. Los cananeos serían los habitantes del litoral levantino enmarcados justo al sur de Fenicia. Las dos ciudades fenicias más antiguas serían Biblos y Ugarit, ambas a orillas del mar y a espaldas de los montes del Líbano. Esta situación geográfica será la misma para todos los asentamientos urbanos que se constituyan en Fenicia. Pronto se fundarán también las ciudades de Sidón y Tiro. Esta ubicación geográfica, unida a factores políticos y culturales condicionará la elección de lo que podríamos denominar un ‘camino marítimo’ como natural vía de expansión de estas gentes. El geógrafo e historiador romano del siglo I, Pomponio Mela, contemporáneo al emperador Claudio, escribió refiriéndose a los fenicios: ‘Los fenicios fueron una raza inteligente, que prosperó en paz y en guerra. Fueron excelentes en escritura y literatura, y en otras artes; en marinería, en el arte de la guerra naval y en el dominio de un imperio’”. Las causas más destacadas para la expansión comercial de los fenicios, por aquel mar que los hombres del Lacio denominarían como Mare Nostrum o Mediterráneo, eran la búsqueda de metales. Este hecho lo cita Diodoro Sículo escribiendo que: “Los fenicios expertos en el comercio compraban a Iberia plata con el trueque de otras mercancías. Llevaban la plata a Grecia, Asia y a todos los restantes pueblos, obteniendo grandes ganancias”.

Tras todo este análisis sobre la sociología fenicia; es preciso acercarse a como los naturales de Tiro llegaron al territorio de la futura Cartago. El hecho fundacional de esta urbe es diferente del de Gadir, esta ciudad situada en la costa turdetana siempre estuvo vinculada al hecho comercial fenicio; ya que Cartago siempre tuvo un componente más plutocrático, por causa de la llegada de clanes familiares aristocráticos tirios. “Los relatos más antiguos sobre la fundación de Cartago nos sugieren que el asentamiento fue establecido por la princesa Elisa, noble mujer natural de la ciudad fenicia de Tiro. Era hija del rey Mutto y se había visto obligada a abandonar su propia ciudad debido a la persecución de la que era objeto por parte de su hermano Pigmalión”. Con este preámbulo de ensayo-reseña deseo felicitar a Rialp por esta obra, que es otro libro necesario para completar toda la bibliografía relativa a la historia de una de las magníficas polis de la Antigüedad. «Romani, Iuppiter Optimus Maximus resistere atque iterare pugnam iubet».

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