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"La excepción ibérica. 1", de María José Tíscar

Ed. Akal. 2021

Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
viernes 13 de octubre de 2023, 17:16h
La excepción ibérica 1: La Península en la Guerra Fría
La excepción ibérica 1: La Península en la Guerra Fría
Será ya en el invierno de los años 1942 a 1943, cuando los aliados occidentales llegaron a la certidumbre de que ya se podía dejar apartada la alianza con la URSS, el gran régimen comunista criminal del genocida Josif Stalin, y así dar comienzo a lo que se definiría como el inicio de la Segunda Guerra Fría. Y de nuevo Akal nos acerca a una obra muy importante sobre la historiografía del siglo XX.

«Hermanos menores del fascismo europeo de los años veinte y treinta, los regímenes políticos de la península ibérica se convirtieron en una excepción cuando al finalizar la Segunda Guerra Mundial pasaron a dominar en el continente europeo las democracias populares, al Este, y las democracias liberales al Oeste. ¿Cómo fue posible que Franco y Salazar se mantuvieran en el poder? ¿Qué hizo posible su pervivencia pasada la guerra? Si bien el conjunto ibérico fue una excepción, el franquismo español y el salazarismo portugués tenían unas diferencias muy sustanciales y el tratamiento que recibieron en el contexto internacional fue muy desigual. El Portugal de Salazar no fue objeto de condenas internacionales por su régimen político, ni sufrió el relativo ostracismo económico y militar del franquismo sino que fue invitado a formar parte de los beneficiarios del Plan Marshall y de los fundadores de la OECE y la OTAN. Los orígenes del régimen, la estructura política, la dimensión e identidad del exilio, los modos diplomáticos, los niveles y formas de represión política, los estilos de censura periodística, las formas de gobierno y la cuestión colonial marcaron dos trayectorias de vida muy diferentes. También los temores esenciales de ambos eran distintos, dejando aparte el común ‘enemigo interno’, y tenían distintas cartas para negociar con la potencia dominante: Portugal tenía las Azores, bastión indispensable del ‘Muro Largo’ estadounidense; Franco ofrecía bases y hombres en condiciones baratas. Porque no puede entenderse la historia de la España del Movimiento Nacional sin la del Estado Novo Portugués, este ambicioso estudio analiza, por vez primera, la historia de la península ibérica en el contexto geopolítico internacional de la Guerra Fría como un conjunto que explica sus marcadas singularidades».

Poco a poco, los estadounidenses comprobaron que los soviéticos no se doblegarían ante el nuevo orden económico mundial, regido desde Wall Street, y seguirían aherrojando al pueblo soviético y a sus aliados del Pacto de Varsovia, desde polacos a húngaros, pasando por checos, eslovacos, rumanos, búlgaros, y ¡cómo no!, los más preciados de todos ellos, que lo eran los alemanes del Este o República Popular de Alemania. “A partir de ese momento, las potencias anglosajonas justificaron sus continuos llamamientos a organizarse contra la URSS por la urgencia de poner freno a ese nuevo peligro que encarnaba el oso ruso, que en los programas de propaganda sustituía a la vencida águila alemana como presunto depredador de la democracia y la libertad por la que se había luchado durante la guerra. Sin embargo, el peligro real era que el área de mercado socialista crecía fuera de su dominio financiero”.

No obstante, es obvio que el bloque capitalista lo que pretendía, no era tanto incrementar la libertad absoluta de todos los seres humanos, sino la de crear un mercado económico fuerte de consumidores de los productos de sus gigantescas empresas, que poco a poco se transformarán en multinacionales. Lo lógico de este aserto se encontraba en que el bloque dirigido desde Washington permitía, sensu stricto, que dos dictaduras unipersonales, España y Portugal pervivieran sine die, aunque no hicieron lo mismo con el régimen del fascismo de Italia encarnado en Benito Mussolini. La EXCEPCIÓN IBÉRICA; que yo calificaría como hispánica, ya que tanto las Españas como Portugal fueron siempre conformadoras de Hispania y no de Iberia; comenzaron a ser ignoradas u orilladas, políticamente, por los EE. UU. de América, que regía los intereses del denominado como ‘Mundo Libre’, y de paso pensar en el indubitable beneficio, qué para sus intereses, representaría la existencia del salazarismo o del franquismo, que eran innumerables e inmarcesibles. La situación política internacional que vivieron los dos Estados ibéricos fue muy diferente, según la socio-beligerancia interna que demostraban contra sus ciudadanos, mucho mayor la de Francisco Franco Bahamonde, que la de António de Oliveira Salazar. Además, ambos a dos, eran adalides lógicos de la lucha contra el genocida comunismo internacional.

El Portugal de Salazar no recibió condenas internacionales por su régimen político ni sufrió el ostracismo económico y militar del franquismo, sino que fue invitado a formar parte de los beneficiarios del Plan Marshall, de los fundadores del Tratado del Atlántico Norte y de la EFTA. Aunque ambos quedaron fuera de la Asamblea General de las Naciones unidas hasta 1955, las causas de la exclusión fueron muy distintas”. Antes de seguir, debo indicar que la doctora Tíscar está ceñida, de forma imperceptible, hacia el bloque antiestadounidense, lo cual me gusta no tanto por ir contra los ‘hijos putativos de Thomas Jefferson’, como porque los historiadores debemos ser subjetivos pero rigurosos, y así lo es un servidor cuando escribe sobre el Medioevo. El Imperio de Japón cometerá el error, inexplicable hoy, y absurdo en su planificación en el momento histórica de los años 40, de atacar a la flota del Pacífico de los Estados Unidos de América en Pearl Harbor; el efecto inmediato fue el acabar con la doctrina Wilson de neutralidad frente a los problemas europeos. Franklin Delano Roosevelt decidió tomar partido por el bloque anglosajón, que incluía a Francia y, todavía a la más peligrosa dictadura estalinista genocida. A posteriori, los norteamericanos se arrepentirían de esta toma de posición, ya que una vez caído, con estrépito, el criminal régimen hitleriano del NSADP, el PCUS realizaría una labor similar.

Sea como sea, ambos dictadores ibéricos nunca pensaron en la reunificación hispánica, ya que sus personalidades, ambas muy acusadas y acomplejadas, tenían deseos idénticos de perpetuación en el pseudotrono sin monarca de ambos Estados. Cuando Oliveira Salazar se encontró con Franco Bahamonde, el 12 de febrero de 1942 en Sevilla, el español le dio seguridades absolutas al portugués de que la Alemania del III Reich nunca atacaría a los lusitanos, y si así fuese, España lo impediría; a pesar de que ya desde el comienzo de la Edad Moderna, los portugueses habrían estado muy vinculados a los intereses políticos del Reino Unido, pero con los españoles volcados más hacia Alemania, incluso desde el Imperio de Carlos V. Estimo, que el análisis de este libro sirve para su recomendación, en todas sus casi 800 páginas, sin circunloquios. «Eleanore Regina Anglorum, Salus et Vita. ET. Regis Regum Rectissimi, Prope est Dies Domini».

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