"La rosa de California", de Jesús Maeso de la Torre

El autor es un prolífico historiador y escritor, y en esta novela histórica combina, a la perfección, lo que un servidor exige a dicho género literario, 65% de rigor histórico y 35% novelado. Está claro que la amenidad y la curiosidad, en el seguimiento de la trama, atrapan de inmediato a sus lectores. Una tribu indígena está en el centro de la narración, en este caso son los yuma, también conocidos como ‘quechan’ en inglés; mientras que ellos se autodenominaban como ‘kwtsaans’. Se subdividían en dos grupos: los del río, que vivían entre los ríos Colorado y Gila, y los de la montaña que estaban situados al sur del actual estado de Arizona, y cerca del territorio del Gran Cañón del río Colorado. Estos indígenas asaltan la Misión, siempre de los franciscanos seguidores de fray Junípero Serra. Diálogos ágiles, que consiguen mantener toda la narrativa de la violencia de lo que está ocurriendo, ya que uno de los frailes es asesinado por estos indios. La descripción está fundamentada en un importante trabajo de documentación apriorística.

Es una novela que utiliza la policoralidad, con un buen número de personajes reales y otros, no cabe duda, que son ficticios. Las mujeres entre los indios norteamericanos tenían los mismos derechos y deberes que los hombres, y el carácter de una de ellas, ¡Luna Solitaria’, está muy bien delineado. Su fenotipo contrasta con el de la protagonista de raza blanca llamada Jimena Rivera, su poderosa y plutocrática familia no pueden evitar que sea capturada por los indios. El contraste entre Luna y Jimena, tan controvertidos y opuestos enriquece la narración. Jesús Maeso de la Torre consigue que todos sus personajes sean totalmente creíbles. Los históricos obviamente, y los novelados por ser el apoyo necesario de la narración. Esta presente novela-histórica transcurre en el año 1781, momento histórico en el que la Rusia de la zarina Catalina “la Grande” (1729-1796) está presionando ya sobre Alaska, y ya los Estados Unidos de América, que acaban de derrotar a los británicos, la desean. Las intrigas políticas son prístinas, acompañadas por los enfrentamientos entre diversas tribus californianas. La obra enriquece la Historia del Estado español y luego mexicano de California, rica siempre por la cultura de los hispanos.

«Año del Señor de 1781, Misión de San Gabriel, California. El padre prior, fray Daniel Cepeda, alarmado ante la oleada de asaltos mortales, escribe al gobernador y capitán general don Felipe de Neve solicitando el amparo de los dragones. Los guerreros yuma, entre ellos los jóvenes e indómitos Luna Solitaria y Búfalo Negro, son cada vez más temibles en sus incursiones contra las misiones hispanas y quienes vivían en ellas, mestizos, criollos y mejicanos. Deberán enfrentarse a las tropas del capitán de dragones Martín de Arellano, conocido por los nativos del virreinato de Nueva España como el Capitán Grande. Y mientras en los territorios de California sigue latente la amenaza yuma, un nuevo peligro se cierne sobre el extremo más septentrional del virreinato: en Alaska crecen los asentamientos rusos y menudean los avistamientos de barcos de la zarina imperial. De nuevo el capitán Arellano, con la inestimable ayuda de su esposa, la princesa aleuta Aolani, el apache Hosa y el sargento Sancho Ruiz, iniciará una esforzada ruta desde Monterrey hasta la isla de Nutka para rescatar a unas jóvenes hispanas cautivas y de paso confirmar secretamente qué hay de cierto en las sospechas de una inminente invasión de las tropas de la zarina imperial. Después del gran éxito de su novela ‘Comanche’, Jesús Maeso de la Torre regresa a los territorios del norte del virreinato de la Nueva España, de California a Alaska, y revive el gran esfuerzo que hizo la Corona española por mantener su influencia en la zona. Una novela de aventuras, honor, traiciones y amores que es toda una reivindicación de la memoria española en los Estados Unidos. EMILIO LARA: ‘La magnífica nueva novela de Jesús Maeso es todo un dechado de entretenimiento, rigor histórico y de altísima calidad literaria».

Es de sumo interés la expedición que llevará a cabo el sargento Sancho Ruiz, desde Monterrey, la capital del Estado de Nuevo León, para llegar a la isla de Nutka, cuyo objetivo es poder rescatar a unas jóvenes hispanas que han sido cautivadas, y a la par indicar al gobierno español que hay de cierto en los rumores o sospechas, bastante fundadas, de que se han producido, en la parte septentrional virreinal de Alaska, avistamientos de naves de la zarina Catalina “la Grande” de todas las Rusias. En la contraportada se nos ofrece, con todo lujo de detalles, un mapa esclarecedor y a todo color, sobre los pueblos indígenas que habitaban esas tierras, entre otros de mayor o menor enjundia, deseo destacar a: Sioux, Crees, Cheyenes, Pawnees (esta curiosa tribu se quejó amargamente, y protestó enérgicamente, por lo sesgado y bondadosa tendencia de la película ‘Bailando con Lobos’, en la que se ponía en el paraíso ético a sus grandes enemigos sioux o lakotas), navajos, apaches, comanches, yumas, etc. En la costa del Pacífico destacan las ciudades de San Francisco, Monterrey, San Luis Rey, San Diego, etc.

En suma, estamos ante una deliciosa, conspicua y muy documentada novela-histórica, sobre la ubérrima presencia española en Norteamérica, guste o no al cúmulo de ridículos revisionistas. La obra finaliza con un inteligente y paradigmático glosario, donde se especifica todo lo históricamente necesario, para una más perfecta comprensión de la obra, y que alabo sinceramente. En dicho texto se realiza una pequeña biografía sobre el fraile franciscano español, nacido en los Reinos de Aragón (Baleares), y titulado superior como doctorado en filosofía y teología, fundaría nueve misiones en la Alta California, existiendo una estatua del fraile, tan entregado a la defensa de los indígenas, como único español del que existe una en el Salón Nacional de las Estatuas del Capitolio de Washington D.C., Fray Junípero Serra. En esta novela histórica no abandona su estudio sociológico de los indios, que tanto nos gustan a los que somos estudiosos de ellos, sobre cómo vivían en las grandes praderas, cómo cazaban y de qué forma existían. En el caso de su anterior novela titulada ‘Comanche,’ este aserto es obvio, ya que incluso hay historiadores que, por su enorme poder, han llegado a escribir sobre la existencia de un Imperio Comanche, en el Estado de Texas. En suma, mi recomendación clara de esta obra, que enriquece con fruición a quien desee acercarse a ella. «Intellectus appretatus discurrit qui rabiat. ET. Dicebatur».

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